100 días de ortodoxia neoliberal

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Iván Duque dirige el programa de televisión ́Prevención y acción ́. Foto Presidencia de la República

El 2 de julio se cumplen 100 días del Estado de Emergencia Económica para enfrentar la pandemia del Covid-19. Los balances los hará la historia, pero la gestión adelantada por el Gobierno permite prever el empeoramiento de la crisis

Simón Palacio
@Simonhablando

Antes de cualquier análisis, se debe reseñar el camino previsible que tomó el gobierno uribista. La situación inédita que agrietó el coronavirus puso a la sociedad frente a dos vías contradictorias a la hora de asumir la crisis: gestión neoliberal o redistribución de la riqueza. Por convicción ideológica y por compromisos de clase con las élites económicas favorecidas por el modelo, el Gobierno nacional se decantó por administrar la crisis sin salirse del libreto.

Lo anterior, palabras más, palabras menos, significa que las estrategias de choque diseñadas para asumir la pandemia se deben entender a partir de los principios del neoliberalismo: la intervención del Estado es limitada, la política social es focalizada y la prioridad es mantener la estabilidad macroeconómica.

Recesión

“Colombia es un referente mundial ante la pandemia”, dice con orgullo todos los días Iván Duque en su programa de televisión ‘Prevención y Acción’, show mediático que entre otras cosas convierte al presidente uribista en el mandatario con más intervenciones en televisión nacional en toda la historia.

Sin embargo, las cifras de la pandemia que se publican día tras día, donde aumentan dramáticamente los casos y las muertes, desmienten categóricamente al presidente. Para entender esta tragedia hay que remitirse al comienzo de la crisis.

21 días después de confirmarse el primer caso de coronavirus, el presidente Duque ordenó el confinamiento obligatorio. El contexto no pudo ser peor: caída en los precios del petróleo, devaluación de la moneda y un inminente endeudamiento externo; medida de aislamiento de la fuerza de trabajo, que entre otras cosas restringe la movilidad y el consumo; y la salida de capitales de la región. Desde hace 100 días dos palabras definen con claridad el horizonte: recesión económica.

La gestión

Desde el primer día de la emergencia sanitaria, la acción del Gobierno ha generado una avalancha de medidas, anuncios y ajustes diarios vía decretos presidenciales. La mayoría de estos anuncios se han concentrado en lo económico.

“El Gobierno nacional está invirtiendo cerca de 117 billones de pesos para atender la Emergencia Económica por la pandemia del covid-19”, dijo comenzando junio el viceministro de Hacienda, Juan Alberto Londoño, lo que significa cerca del 11% del PIB nacional.

Sin embargo, el senador de oposición Iván Cepeda ha dicho que de esos 117 billones que dice haber invertido el Gobierno en la atención de la emergencia, “solo 4 billones han sido para atender poblaciones vulnerables, mientras que la mayor parte se ha consagrado a lograr ‘liquidez’ (ganancias) del sector financiero”.

Se supondría que en un momento de calamidad pública como el que atraviesa el país, los esfuerzos institucionales se deberían concentrar en fortalecer el sistema de salud, tanto público como privado, y concentrarse en proteger a la mayoría social que sufre el rigor de la crisis económica, donde el desempleo y el hambre comienzan a ser preocupantes. La pregunta es, ¿por qué todo el dinero para los bancos?

La sonrisa del sistema financiero

14,8 billones de pesos se han ido a la creación del Fondo de Mitigación de Emergencias, Fome. En general, los recursos del Fome son para “efectuar operaciones de apoyo de liquidez transitoria al sector financiero”. A esos se le suman los 3,5 billones para el Fondo Nacional de Garantías, que se supone son para ayudar a las pequeñas y medianas empresas, la inyección de 23 billones al sistema financiero hecha el 18 de marzo y la compra de 10 billones de títulos privados emitidos por establecimientos de crédito.

Por otro lado, de manera contradictoria el gasto en política social para atender las desigualdades agudizadas por la crisis ha sido de 4,5 billones de pesos en programas focalizados como ‘Familias en Acción’, ‘Jóvenes en Acción’ e ‘Ingreso Solidario’, monto que en comparación a lo recibido por el sistema financiero es una verdadera miseria para los sectores vulnerables.

Ortodoxia pura y dura

La pesadilla neoliberal a todo vapor. La intervención del Estado se concentra en políticas a cuenta gotas para gestionar la recesión, siendo su mayor preocupación reactivar la economía como sea; los diseños institucionales de lo social se focalizan en los programas asistencialistas creados antes de la pandemia, con un rango de acción muy limitado; y el dinero público se enfatiza en asegurar la estabilidad macroeconómica salvando los bancos. ¿Y el sistema de salud?, bien gracias, desfinanciado y completamente vulnerable.

Con un desempleo desbordado de casi el 20%, que representan cerca de cinco millones de trabajos perdidos, el panorama es desolador. La Universidad de los Andes en reciente artículo dice que cerca de 7,3 millones de personas están en riesgo de pasar a la pobreza, es decir, sumando a los 13,5 millones del año pasado, tendríamos 20,8 millones de pobres para el 2020. Y por si esto fuera poco, el hambre golpea en la puerta del 41,29% de los hogares colombianos. Todo esto con un Congreso que hundió la renta básica, única estrategia alternativa para salir de la crisis.

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