25 de noviembre: lucha por la democracia, la paz y la libertad

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Protestas contra el feminicidio.

El momento de convulsión que viven algunos países de América Latina es el resultado de la opresión a la que los han sometido modelos expoliadores, contra los cuales los pueblos han respondido sabiamente para frenar los abusos a los que durante años se han visto sometidos por la imposición del modelo neoliberal. La explosión popular ha puesto una vez más en evidencia el afianzamiento del imperialismo, defendido por gobiernos afines, tal como ocurre en Chile, Brasil, Ecuador, Perú, Honduras y el más reciente, Bolivia, donde el pueblo está en las calles denunciando el feroz golpe de Estado agenciado por la OEA.

En este contexto, el 25 de noviembre se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, en memoria de las hermanas Mirabal, asesinadas por el dictador Leonidas Trujillo, de República Dominicana. Frente a este hecho, las mujeres construyen alternativas de unidad internacionalista para avanzar hacia un mundo sin violencias, epidemia cuya base es la cultura patriarcal, que día a día se refleja en los feminicidios.  La Fiscalía registra cifras que muestran la contundencia del fenómeno, de enero a junio de este año, los casos de violencia contra las mujeres fueron 10.328, lo que indica, según este organismo, que 57 mujeres son atacadas cada día, cada hora 2,3 mujeres son víctimas de la violencia machista inherente al modelo patriarcal capitalista.

Las mujeres en Colombia, en sus distintas expresiones organizativas, han construido rutas en resistencia contra la guerra, puesto que esta condensa diversas formas de violencia. Violencia con rasgos fascistas que pretende perpetuar el presidente Duque, como se evidenció en el reciente Paro Nacional. Durante este, las mujeres salieron también a las calles con el anhelo de impedir el paquete de reformas dirigidas a eliminar las conquistas del pueblo que aún se mantienen. Dichas reformas afectarían directamente a la juventud, que, como dice Bauman quedarían sumidas en una sociedad liquida donde la incertidumbre pueda impedirle jugar el papel histórico que le corresponde. Desde luego, ahí están las mujeres que también son afectadas, al ser el motor principal de la economía y de la reproducción social y del imaginario colectivo que garantiza la prolongación de la vida en distintas esferas.

Estos anhelos se traducen en el acuerdo de paz, donde a través de Mujeres por la Paz junto con la Cumbre de Mujeres, estas tuvieron la fuerza para imponer en los Acuerdos de Paz la mirada feminista, en la que las mujeres farianas contribuyeron para que este magno hecho fuera posible en los cinco puntos acordados. El Acuerdo como expresión de paz ha dado la confianza a la movilización social, popular indígena, campesina, estudiantil, en la que el movimiento social y político de mujeres, junto con los sectores que se expresaron desde el 21 de noviembre en la histórica jornada permitiera romper el miedo utilizado por el establecimiento como instrumento de control, al igual que el exterminio sistemático de líderes y lideresas sociales.

El movimiento de mujeres le imprimió un nuevo acento al Paro, en tanto mostró la violencia machista inherente al sistema capitalista patriarcal, como uno de los principales problemas de la sociedad; un movimiento que protagoniza un salto de calidad, al identificar y no separar la opresión, la explotación, la exclusión por condición de clase, género, raza como parte de una sola matriz: la lucha contra el sistema capitalista. Movimiento que eleva la conciencia anticapitalista, antipatriarcal y antiimperialista.

En estas circunstancias de efervescencia de la lucha social y popular, el 25 de noviembre significa mantener los lazos de solidaridad internacionalista, con las hermanas del pueblo venezolano y cubano; y demás pueblos que alzan la bandera de la autodeterminación y la soberanía nacional.