Ahora el espionaje es más sofisticado. Papeles de la CIA
Revelaciones hechas este mes por el portal WikiLeaks, reflejan, al lado de un alto grado de tecnología, que las agencias de inteligencia de los Estados Unidos siguen inmiscuyéndose en los mas intimos detalles de la vida personal de los ciudadanos en todo el mundo
Alberto Acevedo
El escándalo de espionaje conocido como Watergate, que provocó la renuncia de un presidente de los Estados Unidos, en un episodio todavía fresco en la memoria de muchas personas, es apenas un juego de niños, comparado con las proporciones de lo que el pasado 7 marzo mostró el portal WikiLeaks, que lidera el controvertido Julian Assange.
En efecto, el mencionado portal, que había hecho otras revelaciones sobre actividades de las agencias de inteligencia norteamericanas, comenzó a entregar, a lo largo de varios días, 8.761 archivos secretos, que indican que los sabuesos norteamericanos han incrementado y cualificado su labor, y ahora tienen la posibilidad de hackear los televisores, las memorias y discos de computador, y hasta los teléfonos celulares de millones de ciudadanos en el mundo, para capturar sus conversaciones, sus agendas de actividades, sus fotografías y videos, e incluso las imágenes más reservadas de su vida privada. Ni la intimidad de sus hogares escapa a la agresiva actividad de agencias como la CIA y su filial, la NSA.
Lo que este hecho muestra es que la tecnología digital de los últimos años ha permitido a la CIA desarrollar su actividad, menos evidente, pero más intensa. Ahora tiene la posibilidad de navegar en las redes de internet, y meter sus narices, no solo en la información de los celulares, en las tabletas de uso personal o profesional de las personas, sino afectar la ‘privacidad’ de sistemas de mensajería como Whatsapp, Skype, Signal, o de comunicaciones más complejos como Windows, Linux, Android, entre muchos otros.
No escapan ni los amigos
Muestra que la CIA y sus anexos, siguen recogiendo información de inteligencia de mercado, industrial y política, a través de mecanismos de hackeo, de muchas personas en el mundo, incluyendo a los ‘amigos’ de los Estados Unidos y que esta actividad nada tiene que ver con la “lucha contra el terrorismo” o “las amenazas contra la seguridad nacional de Estados Unidos”, como antes se invocaba, sino que ahora incluso venden paquetes de información, para una especie de ‘guerra empresarial’, en favor de las grandes corporaciones financieras, o como arma de chantaje político.
A lo que sí no renuncian es a utilizar ese arsenal tecnológico para desestabilizar gobiernos democráticos o incluso para asesinar a líderes populares, como en el pasado lo hicieron con Salvador Allende, Patricio Lumumba, entre muchos otros.
Muestra además la denuncia de WikiLeaks, que la CIA sigue estando presente, desde su fundación en 1947, en cualquier lugar del mundo donde Estados Unidos piense que tiene intereses económicos, políticos o estratégicos de cualquier índole. Y que para ello no se detiene en consideraciones morales, para escudriñar ilegalmente la vida de políticos, organizaciones, ciudadanos, no importa que sean connacionales de su propio país.
Actividades turbias
En sentido contrario, las revelaciones conocidas en la primera semana de marzo dan cuenta de la vulnerabilidad de las agencias de inteligencia de los Estados Unidos, cuyo poder ya no es terreno infranqueable. También los cazadores de información pueden ser cazados y puestos en evidencia, y actualiza el tema de una de las instituciones más tenebrosas de los Estados Unidos, sus alcances, sus turbias actividades.
Hoy, analistas aliados de los Estados Unidos se preguntan si puede ser confiable un aparato de inteligencia al que se le escapa con facilidad su información secreta. En este sentido, el nuevo presidente de los Estados Unidos, el señor Trump, se ha enfrentado varias veces a la CIA, no porque le parezca vergonzoso su trabajo, sino porque considera incompetente ese aparato. En el fondo lo que el mandatario quisiera es que la CIA tuviera la capacidad de liderar, con su armamento digital, las guerras cibernéticas del futuro.
No bajar la guardia
Este episodio reporta también serias enseñanzas para la actividad cotidiana de organizaciones sociales democráticas, progresistas y revolucionarias, y para sus miembros más activos. Las redes sociales, el sistema de Whatsapp, ejercen cierto influjo mágico que los lleva a citar cuanta reunión se les ocurre, bien sea de asambleas, activos, plenarios, vertiendo nombres de personas, sitios de reunión, horarios, hasta las agendas a tratar. Perdiendo de vista que ese caudal informativo es inmediatamente capturado por las agencias de inteligencia norteamericanas. Y de otros países.
Para estas organizaciones populares, habría que bajarle el tono a cierto optimismo tecnológico y evitar, en lo posible, que hasta su más íntima actividad vaya a parar a los archivos de la CIA. Comentando esta situación, una nota reciente del diario El Mundo, de Madrid, dice que es una historia de película, pero real, y recuerda que en los televisores inteligentes, de última generación, como en los Samsung, se incluye un programa llamado ‘Ángel que llora’, que después de infectar el televisor, lo pone en un falso ‘off’, en que aparece apagado pero en realidad está grabando las conversaciones de las personas, y las envía, vía internet, directo a la CIA.