¡A por ellos!

0
785

Jaime Cedano Roldán
@Cedano85

“Todos soportaban con igual estolidez el peso de los morrales y las cantimploras, y la vergüenza de los fusiles con las bayonetas caladas, y el incordio de la obediencia ciega y el sentido del honor. Úrsula los oyó pasar desde su lecho de tinieblas y levantó la mano con los dedos en cruz”.

Así describe García Márquez la llegada a Macondo de los soldados venidos de los páramos para reprimir a los trabajadores bananeros y perpetrar la masacre de aquel 6 de diciembre del año 1928. Autoridades y empresarios no confiaban en los policías locales. Similar historia con la rebelde Cataluña. El gobierno del Partido Popular no confiaba en las policías municipales ni en los Mossos d`squadra para reprimir la desobediencia catalana. Habían sido despedidos en Huelva, Sevilla y otros pueblos al grito de “a por ellos”, por parte de vecinos, aupados por el gobierno. Y fueron a por ellos. Por las urnas y las papeletas. También por las cabezas y las canillas azotadas a porrazos indiscriminados. Cerca de un millar de heridos. Pero no pudieron con ellos. El pueblo catalán ha dado un extraordinario ejemplo de unidad, de capacidad de movilización, de organización y de resistencia pacífica. El gobierno del PP ha salido a cantar victoria. Pero con la boca chiquita. Titulares y editoriales de diarios de todo el mundo hablan de la vergüenza española y de la derrota política del gobierno. Amenaza con precipitar elecciones generales si los partidos no le dan todo su apoyo para enfrentar el desmadre que ha causado. Hicieron del anticatalanismo una estrategia electoral y lo seguirán haciendo. Todo a la fuerza. Con obediencia ciega, como la de los soldados llegados del páramo a Macondo. Seguramente esta semana el parlamento catalán precipite el proceso de desconexión. A pesar de que en la tarde del pasado domingo, en decenas de plazas de ciudades españolas la gente se volcó solidaria y no han dejado de circular los mensajes en las redes pidiéndoles que no se vayan, que lo mejor sería unirse y echarlos a ellos. Al Partido Popular, a la monarquía y a todo el régimen del 78 heredado del franquismo. Pero no escuchan. Ni Rajoy ni tampoco Puigdemont. Ada Colau intenta posicionarse en una franja intermedia que privilegie el diálogo, la solución política. Un nuevo encaje con España.

Ha quedado demostrado que, siendo un problema sumamente complejo, supera la proclama independentista. Que es de libertades y democracia. De modelo de Estado y de un proceso constituyente transformador. Rajoy y Puigdemont quieren radicalizaciones para esconder las miserias de sus propios proyectos neoliberales, elitistas y corruptos, donde coinciden. En las bases, en las calles hay sentimientos republicanos y libertarios. Aquí está el reto y la gran responsabilidad de la izquierda. Suenan timbres. Es posible avanzar.