43 años de reivindicación marica en Colombia

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Una pregunta que generalmente se hacen las personas es ¿cómo era la situación de la población homosexual cuando se inició la lucha con los derechos sexuales en Colombia?

Manuel Antonio Velandia Mora

Si lo quisiéramos decir de manera resumida la respuesta sería: ¡era tenaz! Contemos algunas anécdotas sobre la puerta de ingreso de los bares, que eran clandestinos, porque la homosexualidad fue delito entre 1933 y 1981, había un bombillo rojo; este prendía y apagaba cuando tras la mirilla de la puerta había un policía. No era que los miembros de la autoridad quisieran salvaguardar el orden, sino sus bolsillos.

Si el dueño del bar no le pagaba el “peaje”, las víctimas éramos los clientes. Nos llevaban detenidos a la comisaría, esto suena decente, pero lo realmente indecente era que no subían hasta el inicio de la subida a Monserrate, 2740 m. más cerca de las estrellas, nos desnudaban y nos bañaban con agua fría. La ropa nos la dejaban al lado, simplemente la votaban un poco más adelante, esta significaba que muchas veces no la encontrábamos, siendo las tres o cuatro de la mañana teníamos que bajar desnudos hasta Bogotá y allí conseguir un taxi o por lo menos un amigo caritativo que nos prestara alguna prenda y algún aporte para el pago del transporte.

Algunas personas se presentaban al servicio militar y se les excluía y tenían el atrevimiento de darle una libreta militar en la que decía profesión: homosexual. A ello habría que sumarle que muchas personas eran objetos de montajes económicos para no revelar su condición sexual. Por ese mismo tiempo, aún en Colombia la homosexualidad dejó de ser considerada enfermedad, en 1936, así que en resumen éramos enfermos, pecadores y delincuentes.

El 9 de abril de 1977 fue la primera reunión del Grupo de Encuentro por la Liberación de los güeis. El nombre «güei» lo pusimos como una actitud antinorteamericana (muy de moda en esa época) influenciada por Zuleta, quien propuso usar güei en vez de gay, y escribirlo tal y como suena en castellano. Realmente queríamos llamarlo  la liberación marica, pero para muchos era demasiada afrenta para su salud mental.

En 1979 fundamos la Revista Ventana Gay, de la cual sacamos 26 números, todo un récord en la comunicación de grupos marginales. Desde Ventana se dió la discusión sobre si lo más importante era cambiar la ley o cambiar las relaciones sociales, como un paso fundamental para cambiar la cultura; esta última idea era la que promovíamos León Zuleta y yo, Manuel Velandia.

La segunda década

Guillermo Cortés, psicólogo, también abogado y Víctor Hugo Duque Lemarie lograron los contactos con quienes discutían el código penal. Yo, en medio de mi inocencia, pregunté si necesariamente había que discutir todos los artículos del código penal, la respuesta fue que no, pero que seguramente saldría la discusión. Con esa idea tonta, en 1980 se despenalizó la homosexualidad. Resumiendo, la logramos sin discutir el artículo que la penalizaba. La ley se promulgó a principios del 81 y empezó a hacerse válida un año después.

Una vez empieza a ser vigente el código penal, Jaime Galindo y yo iniciamos una serie de acciones, algo que ahora llamaríamos ARTivismo Queer, en las que, cuando llegaba la policía, ambos salíamos a la pista a bailar y a besarnos en la boca. Cuando la policía nos increpaba, nosotros sacamos nuestra copia del código penal y decíamos que ya no era delito hacerlo. Por supuesto los policías ignoraban la ley, pero nuestro convencimiento nos alejaba.

Luego, las acciones las trasladábamos a la calle. Hicimos lo que ahora sería una performance: en el cruce de las dos calles principales del centro de Bogotá, la carrera 7ª y la calle 19, hacia las 12:30 del mediodía y las 6:00 de la tarde, y por varios días, durante varios minutos nos besábamos en la boca. Fue muy extraño para nosotros descubrir que no había una violencia social explícita, excepto la de algunos homosexuales quienes eran nuestros principales observadores.

La IGA, posteriormente ILGA, nos dio ese año el premio a la mejor revista de América Latina. Para celebrarlo, pedimos el apoyo de la ADE, Asociación Distrital de Educadores de Bogotá, quienes nos apoyaron para que nos pudiéramos reunir en FECODE, Federación Colombiana de Trabajadores de la Educación, para realizar el primer Encuentro Latinoamericano Homosexual. Realmente, solo participó un extranjero, pero para las fotos nos pusimos un pañuelo sandinista que tapaba parte de nuestra cara, para dar la idea de encuentro internacional, el cual estaba programado cerrarse con una marcha.

La justificación por la que hicimos la primera marcha, fue que celebrábamos que ya no éramos delincuentes. Obtuvimos el permiso de la policía para marchar entre la plaza de Bolívar y la plazuela de las Nieves, en Bogotá, nos acompañaron 100 de ellos. El sindicato de la empresa de Teléfonos de Bogotá nos prestó su tarima y el sonido. Luego Zuleta hizo el primer discurso, y yo hice el  cierre, la tarde del 30 de junio de 1982. En esta marcha participó por primera vez una lesbiana y también una chica trans, nos regalaron claveles a quienes marchábamos. Adicionalmente, dos lesbianas caminaron junto a nosotros e hicieron las fotografías, dejando el testimonio visual de la memoria.

El 83 fue un año demasiado triste para algunos de nosotros, al igual que los siguientes. La pandemia del sida, primero conocida como GRID Inmuno Deficiencia Relacionada con los Gay, desde todo el odio y la exclusión de los homosexuales. En Colombia el ministerio de salud quitó el patrocinio a una investigación de la facultad de enfermería de la Universidad Nacional, no sólo porque habíamos cubierto la población homosexual como una de las poblaciones vulnerables, sino especialmente, porque en una imagen de una película producida por la facultad de cine de la UN, dos hombres nos tomamos de la mano y esto era “una apología a la homosexualidad”. Solo hasta mediados de 1986 la secretaría de salud de Bogotá, me invitó a la creación de un grupo de trabajo interdisciplinario para la prevención del sida.

En 1989 tuve la oportunidad de ser el primer no miembro del equipo de salud en participar como ponente de la V Conferencia mundial de sida en Montreal; unos días antes fui invitado a la Conferencia Internacional Oportunidades para la Solidaridad, allí decidimos volver a integrar los temas: sida y homosexualidad, e iniciamos la preparación del Manifiesto Internacional de los Derechos de las Personas Viviendo con VIH/sida. Esta enfermedad se llevó a muchos de los líderes importantes, no sólo en Colombia sino en el mundo.

La tercera década

En 1991 tuve la oportunidad de conocer a Marta Lamas, una importante feminista mexicana determinante en el transcurso de los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres. En este encuentro surge en mí la idea de trabajar sobre los derechos sexuales de quienes no tenemos como meta la reproducción. Trabajando así el tema “Los derechos humanos también son sexuales, los derechos sexuales también son humanos”. Como acontecimiento extraño es que la primera publicación al respecto denominada “Tolerancia y minorías sexuales”, fue publicada por la Revista Pastoral Xaveriana, editada por el sector de pastoral, de la Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, en 1996. Una ponencia de mi autoría, sobre el tema, fue publicada en el libro “Duelo, muerte y reparación”, editado por la Fundación Manuel Cepeda Vargas, Defensoría del Pueblo/ Ministerio de cultura. 1998.

La Fundación APOYÉMONOS, una ONG que trabajaba temas sobre el Sida, y que no era una organización gay, tuvo como su primer gran proyecto, en el mismo año de su fundación, 1992, la realización de seis carteles sobre prevención del Sida orientados a travestis y transformistas, hombres homosexuales y sobre los derechos humanos y sexuales, una acción que fue financiada por FHI-AIDSCOM de la Agencia de Desarrollo de los EEUU.

Cabe destacar que el primer proyecto al respecto, lo presentamos en 1998, con la senadora Margarita Londoño, y en este pedíamos los derechos de las personas bisexuales y la operación de cambio de morfología genital para las personas transexuales, un proyecto tan extraño en sus alcances, que sigue siendo el único presentado hasta el momento en el mundo.

La cuarta década

En el 2002, creamos el Movimiento de Solidaridad comunitaria, un movimiento político que trabajaba sobre los derechos sexuales; estando allí fui avalado por Piedad Córdoba para ser candidato a la Cámara por el Partido Liberal. Durante esta candidatura fui víctima de un atentado con granada en contra de mi vida. Dos años después, creamos el sector LGBT de este partido.

Se tiende a creer que la discusión para una política pública LGBTI en Colombia empezó con la alcaldía de Lucho Garzón; sin embargo, la primera discusión sobre este tema a nivel nacional la hicimos en 2002, en su candidatura a la presidencia. Garzón retomó la idea al presentarse a la Alcaldía y nuevamente nos reunimos siendo él candidato a la alcaldía y yo, al Consejo de Bogotá.

Esta alianza fue fundamental para la presentación de una serie de propuestas a las que denominamos Proyecto de ley de parejas del mismo sexo.

Luego vino el Polo de Rosa, fue un grupo afiliado al Polo Democrático Alternativo, que surgió en el año 2005 por el trabajo decidido de varias personas, entre ellas Nixon Padilla, Sebastián Romero, Blanca Inés Durán Hernández y Edgar Robles. Un grupo determinante para la creación de la política pública LGBTI de Bogotá, que es el germen de las políticas públicas en otras ciudades del país.

El Colectivo León Zuleta se fundó, en el Partido Comunista, en julio de 2006 haciendo homenaje a quien desde una perspectiva radical y antisistémica fuese uno de los primeros y aún referentes obligados del movimiento de liberación homosexual colombiano, pionero en el discurso y que se declaraba a sí mismo como “sexo-izquierdista”.

A finales de noviembre de 2006, las amenazas de muerte se extienden a mi familia, y en enero de 2007 viajo a España, como refugiado político, país que 3 años después me concede el asilo por orientación sexual. A pesar de la distancia, yo sigo integrado a los procesos en Colombia de los sectores LGTBI y de las demás diversidades sexuales de géneros y cuerpos. También tuve la oportunidad en España de ser el primer latino dirigiendo una organización LGBT.

La negociación de paz evidenció una historia de vulneración: que las personas del sector LGTB fuimos y seguimos siendo víctimas del conflicto armado en Colombia; sin embargo, esto ya se sabía desde 1986, año en que, junto a Amnistía internacional, presentamos el primer informe con Amnistía Internacional sobre los asesinatos por grupos de limpieza social, de 464 homosexuales y personas trans, en el mercado sexual.

Algunas ideas sobre la quinta década

La Ley 1448 de 2011 creó en Colombia un completo sistema para proteger, asistir, atender y reparar integralmente a las víctimas del conflicto en el país. Uno de los presupuestos jurídicos que aprobó la ley 1.448 (Ley de víctimas) es «el principio de enfoque diferencial», que hace referencia a personas con «características particulares», entre ellas la de «orientación sexual». Basado en ello presente mi caso y fui el primer homosexual que ha sido inscrito en el Registro Único de Víctimas (RUV)» de Colombia.

El hecho de que hubiera ganado el «No» en el plebiscito por los acuerdos de paz con las FARC, fue el detonante para la creación de la Plataforma LGTBI por La Paz, el 2 de octubre de 2016. La organización más grande en la historia de Colombia, que reúne actualmente a más de 250 organizaciones en todo el país.

Luego de 12 años de exilio regresé a Colombia, motivado por la esperanza de la paz. Fue muy triste encontrar, en este año como retornado, la continua masacre de líderes sociales, hacer conciencia de que nada había cambiado en el goteante asesinato de personas trans y que este tipo de violencia no logra hacer mella en la cultura, en la norma, en la policía, en la escuela, en los medios masivos de comunicación, en la sociedad. La Covid 19, nos regresa mentalmente a los orígenes de la pandemia del sida y nuevamente la población LGBT se convierte en punto de mira de las políticas de salud y en la reincidente persecución y vulneración de sus derechos.

VOZ 

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