
Al grabar en 1971 el álbum Meedle, la banda británica Pink Floyd sabía que el periodo de experimentación estaba llegando a su clímax. En su intimidad la salida de Syd Barrett, cantante, guitarrista y fundador de la banda, representaba un viraje, un cambio. Atrás quedaba una década, una época, y los sonidos que recrearon la psicodelia, la cultura pop y la juventud contestaria.
La canción más conocida de Meedle es Echoes, una composición de largos momentos instrumentales, efectos de sonido impredecibles e improvisaciones que la prensa llamó en aquel momento: rock espacial, pero que se conocería tiempo después como rock progresivo, rock del cambio. La crítica los aclamó y la banda encontró el lugar musical que estaban buscando, siendo el álbum The Dark Side of The Moon cuya grabación fue dos años después, el más exitoso y vendido en la historia de la banda.
En ese tránsito entre Meedle y The Dark Side, Pink Floyd haría una presentación sin precedentes y con un alto componente simbólico. El lugar escogido era el anfiteatro romano de la ciudad de Pompeya. Con todos los equipos para un concierto masivo, la banda conformada por Roger Waters, Richard Wright, Nick Mason y David Gilmour, presentaban un show de 11 canciones a nadie. El público de Live at Pompeii eran las ruinas de una civilización, los fantasmas de la tragedia romana, los lugares del cataclismo que dos mil años atrás había enterrado la ciudad gracias a la violenta erupción del volcán Vesubio.
Y en el horizonte una metáfora, una crítica al momento que atravesaba el mundo. La década de los años sesenta había experimentado saltos cualitativos en el mundo occidental, en especial en las configuraciones culturales. La confrontación ideológica entre dos mundos, las resistencias en el mundo post-colonial y la irrupción de movimientos revolucionarios cuya expresión era la lucha armada, se combinaba con la emergencia de subjetividades radicales donde los jóvenes y en especial las mujeres, llevaban a la práctica la ruptura cultural y el cambio social como consigna.
Las resistencias a la guerra de Vietnam, el Mayo francés, la primavera de Praga y las movilizaciones estudiantiles en Tlatelolco, fueron acontecimientos para manifestar desde la emergente fuerza social que la estructura sociocultural de la civilización occidental estaba seriamente fracturada.
Las expresiones artísticas por supuesto no eran ajenas al momento. Herbert Marcuse, filósofo de la Escuela de Frankfurt, nos recuerda que en el arte como movimiento confluyen luchas contra la dominación y la represión, y que en su dinámica interna, se convierte en una fuerza política. Mientras el cine representó el giro cultural en la primera mitad del Siglo XX, la música hacia lo propio en el periodo post-guerra mundial.
En Live at Pompeii de 1972, Pink Floyd recrea una crisis de civilización, una sociedad sin rostros, las ruinas del poder y los sonidos de lo que permanece callado, invisible. Pompeya, la metáfora de la caída de lo viejo y el renacer de lo nuevo.
45 años después, David Gilmour, ex guitarrista y vocalista de la legendaria banda, volvió a presentarse en el anfiteatro romano. Esta vez con público, un repertorio de clásicos y nuevas canciones, pirotecnia y la famosa pantalla circular ciclorama. Nosotros podremos disfrutar este nuevo Live at Pompeii durante la noche del 13 de septiembre a las 8:30PM en las salas de Cine Colombia, y recordar que aun el mundo es un lugar de fantasmas.
Trailer Live at Pompeii 2017, David Gilmour