
Entre el 28 de agosto y el 1 de septiembre de 1971, el presidente chileno Salvador Allende visitó Bogotá. Pocas veces en la historia, la visita de un jefe de Estado ha recibido la simpatía popular y las expresiones de solidaridad que recibió el mandatario austral. Reproducimos la crónica de su llegada elaborada por la redacción de Voz Proletaria y algunos apartes de su discurso ante el Congreso
VOZ Proletaria
El 28 de agosto el pueblo de Bogotá dio una calurosa bienvenido al presidente del gobierno de la Unidad Popular de Chile, compañero Salvador Allende. Millares de personas se hicieron presentes en el Aeropuerto Eldorado para decirle al mandatario chileno: ¡Bienvenido compañero Allende! ¡Vas bien! ¡Viva el socialismo!
Recepción unitaria
El Partido y la Juventud Comunista, la Anapo, el Frente Popular de Alberto Zalamea, la Unidad Popular que preside Nacho Vives, el gaitanismo, el Partido Socialista de Antonio García, el Frente Unido (Golconda), los sindicatos obreros, maestros y estudiantes coincidieron y, sin que hubiera un acuerdo anterior entre sus directivas, sus militantes salieron unitariamente a recibir al presidente chileno. Estos partidos y organizaciones políticos manifestaron su repudio al imperialismo, su acuerdo con la política de Unidad Popular y su simpatía hacia el socialismo.
Ambiente festivo
Las pancartas y las banderas de los diferentes sindicatos obreros, los pañuelos agitados por quienes se encontraban en las terrazas que se levantan a los costados y frente a la pista de aterrizaje y los gritos entusiastas, daban al aeropuerto un aire de fiesta popular. La gente estaba contenta. En pleno estado de sitio había un escape, una posibilidad de expresar su descontento con el sistema y con el gobierno, de salir a la calle, de romper los cordones de la policía.
Garantías hostiles
En la ruta que conduce a Eldorado, grupos de estudiantes, de maestros en paro, de militantes del Partido y de la Juventud Comunista, de la Anapo y otras organizaciones populares, coreaban consignas. Muchos quisieron subir a las tarimas, pero la policía lo impidió. La táctica era dispersar a la gente, tratar de que no se reunieran. A muchos carros les quitaron pancartas y banderas.
Las salas de espera estaban colmadas de gentes que querían ver llegar a Allende, pero las unidades de la PM que allí se encontraban, no permitían pasar. Después comenzaron a golpear con las culatas de los fusiles. Esto lo presenciamos nosotros que estábamos en ese momento en los corredores. Vimos que llevaban preso a un muchacho y apreciamos la indignación de quienes eran víctimas de las “medidas de seguridad” adoptadas por el gobierno.
Rechifla a Pastrana
La Guardia Militar, con su uniforme vistoso, rindió los honores al presidente Pastrana que a las 11 de la mañana pasó a ocupar su lugar en la Tribuna de Honor. Las barras gritaban entre tanto: “¡Asesino, asesino!”. Pálido, sin su acostumbrada sonrisa, Pastrana atravesó la pista. La llegada de Allende fue recibida con aplausos y consignas. Luego vinieron los discursos. El de Pastrana no pudimos oírlo a pesar de que nos encontrábamos a pocos pasos de los micrófonos. La rechifla de la multitud impidió escuchar sus palabras acerca de la “ejemplar democracia” que existe en Colombia.
Quedó de esta manera, claramente demostrada la impopularidad del presidente colombiano, todos pudieron apreciarlo: la comitiva chilena y los periodistas extranjeros y nacionales. Cosa muy distinta ocurrió cuando habló Allende.
Habla Allende
La multitud aplaudió largamente y escuchó sus palabras. En su saludo, el presidente chileno transmitió el mensaje de su pueblo y señaló los lazos de amistad que nos unen a la hermana nación y que tienen raíces históricas en las luchas por la independencia del dominio español.
Luego vino una rápida maniobra en la cual el Presidente de Chile fue sacado del aeropuerto a toda prisa, rumbo a la embajada entre los carros del DAS y la policía. Todo esto para impedir su contacto con el pueblo.
En la sede de la embajada chilena lo esperaban grupos de la Juventud Comunista y conjuntos musicales que entonaron canciones antiimperialistas.
Alcaldía cerrada
El 28 por la tarde, le fueron entregadas simbólicamente, las llaves de la ciudad. Este fue otro momento en que el pueblo pudo expresar su solidaridad con los cambios que está realizando el gobierno de la Unidad Popular. Centenares de personas esperaban frente a la Alcaldía la llegada del visitante. Cuando este bajó del automóvil, la gente desbordó los cordones de policía. Alguien intentó pasar un papel para que firmara un autógrafo, pero los agentes del DAS actuaron prontamente y lo impidieron.
Un detalle significativo ocurrió cuando se inició la ceremonia de entrega de llaves en los salones de la Alcaldía de Bogotá. Un “diligente” funcionario cerró los balcones y corrió las cortinas. Quedó en este detalle plasmada la esencia de este gobierno: todo a puertas cerradas, sin la presencia del pueblo.
Vocero del pueblo
Al protocolario discurso del alcalde Albán Holguín, Allende respondió señalando el significado de su visita como representante de un gobierno pluralista, democrático nacional y revolucionario. Explicó el sentido de estas palabras y agregó que trae la vocería de Chile, “del minero y del obrero, del campesino y del soldado, del cristiano y del laico, del marxista y del hombre que en esencia tiene fe en el pueblo y en el futuro de nuestras patrias, porque el pasado nos empuja a crear el presente y el mañana de independencia y dignidad en Latinoamérica”.
Se refirió a la importancia del esfuerzo que realizan las naciones integrantes del Pacto Andino en momentos en que “vemos desaparecer, morir lentamente, como quien se desangra, una iniciativa como la Alianza para el Progreso”.
En la Plaza proseguían los gritos: “¡Pastrana asesino! ¡Viva Allende! ¡Viva el socialismo! Salió la comitiva y Allende quiso mezclarse con la multitud y estrechar las manos que se le tendía, pero no lo dejaron.
Discurso de Allende ante el parlamento
El 30 de agosto, el presidente chileno se presentó ante el parlamento colombiano. En algunos apartes de su discurso, el presidente Allende dijo:
“Somos impecablemente respetuosos de la autodeterminación, de la no intervención y del diálogo entre los pueblos. Sabemos perfectamente bien que sobre esa base podremos destruir definitivamente las fronteras ideológicas que se levantaron con insolencia para pretender impedir las nuevas ideas y el pensamiento revolucionario”.
“En nuestro caso, marchamos hacia el socialismo, en democracia de inspiración revolucionaria, en pluralismo y libertad”.
“Hablo como latinoamericano frente a ustedes para decirles que los dirigentes tenemos la obligación de no vivir sobre el presente sino avizorar el mañana. Cómo y de qué manera romper el cerco que aprisiona nuestras vidas. Cómo hacer posible que América Latina encuentre una dimensión distinta. No podemos ostentar que nosotros sigamos siempre los países de segunda categoría. Debemos elevarnos por nuestro propio esfuerzo, común y colectivo”.
“Necesitamos que las fronteras se hagan pequeñas no para que pase la influencia de un régimen a otro, sino sencillamente para poder, sobre ellas, fortalecer la unidad y la lucha combatiente de América Latina. Necesitamos establecer un nuevo estatuto latinoamericano. Un estatuto para sentirnos como un mismo pueblo, que nos haga a todos ciudadanos latinoamericanos sin perder el derecho a nuestra nacionalidad”.