Nidia Jaydivi Colorado García
El 8 de marzo simboliza la lucha de las mujeres por sus derechos laborales, es un día de encuentro que nos recuerda un acto criminal e intolerante, bastante doloroso. Sin embargo, representa la unidad mundial de las mujeres, es un reconocimiento sororo en cada país.
Cada 8M nos organizamos con diferentes fines, ya sean políticos, históricos, económicos, sociales, culturales, ambientales, de protección, artísticos, entre otros. En este proceso de organización, planteamos alianzas internacionales estratégicas que nos permitan seguir adelante con los lazos y los tejidos de hermandad que hemos creado para protegernos, para animarnos y ayudarnos mutuamente.
Este año como es costumbre en Colombia tendremos diferentes movilizaciones, particularmente en la capital se ha organizado una marcha hacia el sur, y en las localidades, se desarrollarán iniciativas propias de las mujeres de esos territorios. Igualmente, continuaremos apoyando la Huelga Mundial de Mujeres, una iniciativa que se retoma desde el 2017 en la conmemoración del centenario del “Día Internacional de la mujer” en la Unión Soviética.
Hace más de 100 años, en 1917, se dio continuidad al proceso histórico del movimiento social de mujeres en la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, siendo el ejemplo para otros países, que años después institucionalizaron el “Día Internacional de la mujer”.
El paro internacional de mujeres consiste en parar todo tipo de actividades realizadas por nosotras durante 24 horas y organizarnos de manera masiva en diferentes encuentros como marchas, mítines y otro tipo de protestas: ¡Un gran paro de producción femenina!
Entre mujeres estamos logrando ideas importantes para la humanidad, las relaciones entre nosotras están cambiando, ya no giramos alrededor del contexto patriarcal. Somos las sujetas que lideran un gran cambio, un proyecto de justicia social desde la lógica de la equidad; queremos ver el mundo desde unos ojos honestos, queremos confiar en la otra mitad del planeta.
Hoy, protagonistas de nuestra propia historia, reinventamos las transformaciones de nuestras sociedades y los procesos colectivos y amplios; somos parte de la movilización y de la lucha de los pueblos, como población política organizada. ¡Hablamos y escuchamos, damos la palabra y resistimos a la reacción machista!
En el feminismo reconocemos muchas formas de conocimiento. Son múltiples los legados y aportes que cada mujer hace a la colectividad feminista, cada experiencia de vida es un mundo posible de interpretar de muchas formas, por eso hemos creado nuevas estrategias no patriarcales, aplicables en la retórica, el discurso, la práctica, la metodología y en ese camino construimos, creamos nuevas propuestas de argumentación, damos valor al cuerpo, a la experiencia, a los recuerdos, al dolor, a la madre, a las mujeres que nos rodean. Desjerarquizamos la sociedad siendo incluyentes, equitativas, colectivas, nos damos la mano, y a pesar de nuestras diferencias, hacemos enormes intentos por confiar entre nosotras.
Las mujeres gritamos nuestros derechos sobre nuestros cuerpos, a elegir nuestro trabajo, a elegir nuestros compañeros y/o compañeras, a decidir nuestro territorio, a decidir nuestro tiempo, a decidir nuestro divertimento, nuestro derecho a decidir, a decidir nuestro aspecto, a decidir nuestra estética, a decidir nuestras preferencias sexuales, etc. ¡No existe nada en la vida de una mujer que no le pertenezca a su libertad de decidir!
¡Las mujeres a la huelga, las mujeres a la calle, las mujeres al frente!