Francisco Martínez: El teatro como vocación militante

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Es uno de los fundadores del Teatro La Candelaria, al que aún se encuentra vinculado.

Alberto Acevedo

“Cuando entré al teatro, como en una ensoñación, cerré los ojos, y cuando los abrí, ya era viejo”. Esta premonitoria frase, puede arrojar algunas luces sobre el sentido de la vida fecunda de Francisco Martínez, el entrañable ‘Pacho’, el actor de toda la vida del teatro La Candelaria, durante una breve conversación con este semanario.

El veterano actor, director e investigador de las artes escénicas, recuerda que nació en El Cerrito, un paraje a orillas del río Magdalena, en una familia de pescadores y agricultores.

Dos circunstancias entonces, marcarían su vida y su compromiso político: la primera, que sus padres, con sus catorce hijos a cuestas (‘Pacho’ fue el noveno), tuvieron que salir huyendo de la violencia y refugiarse en otro pueblo para salvar el pellejo. De alguna manera, ‘Pacho’ y su familia, pertenecen a esas primeras generaciones de desplazados por el conflicto interno de medio siglo.

La segunda circunstancia, es que en el medio en que se crio, se hablaba de la lucha social, del partido comunista, de la necesidad de hacer una revolución para que las cosas cambien, la revolución de los pobres, de los de abajo, de esa clase social que Francisco Martínez comenzaba a guardar en sus entrañas.

En ese trasegar por la vida, llegó a Bogotá cuando frisaba los 19 o 20 años. Tenía la intención de estudiar contaduría, que era la profesión más rentable y prometedora en ese momento. En pos de esa disciplina se matriculó en el SENA.

Un tiempo después, caminando por inmediaciones de la calle 23, entre carreras séptima y octava, cerca de donde vivía, encontró un local, con un letrerito chiquito: “¿Quiere estudiar teatro?”. La invitación estaba suscrita por el Instituto Nacional de Ciencias de Bachillerato y Arte, una flamante institución que contaba con apenas un saloncito, en la calle 6 con carrera 24.

Como a los dos años de estudio en las artes escénicas se produjeron deferencias entre el director del establecimiento y los profesores, entre quienes se encontraban, Víctor Hugo Morant y Arturo Camacho.

El director había establecido el criterio de que los alumnos, ya actores, no deberían devengar salario hasta después de 400 funciones, en favor del Instituto. En esa época se hacían una o dos funciones a la semana. Deberían pasar unos diez años para cumplir la meta del director.

El grupo de profesores rebeldes conformó un grupo aparte, y con él se vincularon a la naciente Fundación Casa de la Cultura, que dirigía Santiago García y que más tarde se convirtió en el Teatro La Candelaria. Por eso, ‘Pacho’ Martínez es uno de los fundadores del Teatro La Candelaria, al que aún se encuentra vinculado.

Hablando de su vida, ‘Pacho’ reivindica su militancia política. Desde su pueblo traía nociones de la lucha social, del compromiso revolucionario, de la existencia del Partido Comunista. Y a él se vinculó desde joven, en una célula con Jaime Caycedo, entonces destacado dirigente juvenil. Aunque ‘Pacho’ no pasó por la JUCO, sino que se vinculó de una vez al partido.

También en la militancia política desarrolló una invaluable labor. Hoy nos dice: “La vida política me ha ayudado en el teatro, y el teatro me ha ayudado en la vida política”. Y jamás escatimó esfuerzos por aportarle a la que consideró siempre su causa, su partido. Hoy Francisco Martínez enfrenta, como otro reto de su vida, algunos quebrantos de salud. Hacemos votos por su pronta mejoría y por una larga vida al entrañable compañero.