Guerra en Yemen: Un pantano que salpica a Colombia

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Tropas rebeldes houtíes, ya controlan Saná, la capital de Yemen.

El anuncio de un diario capitalino de que al menos 800 soldados colombianos tomarán parte en la guerra del Yemen, bajo subordinación y bandera de Arabia Saudita, es un paso de oprobio al sueño que el Libertador Simón Bolívar quiso legarle al ejército de la patria

Alberto Acevedo

Yemen es uno de los países más pobres del Medio Oriente, con 24 millones de habitantes, de los cuales, según las agencias de las Naciones Unidas, el 80 por ciento de ellos necesita ayuda humanitaria. Esto porque en ese país desértico, apenas el uno por ciento de la tierra es cultivable y, por consiguiente, entre otros factores económicos, el 90 por ciento de los alimentos deben ser importados.

Esto no sería mayor tragedia, en medio de la pobreza que el pueblo yemení arrastra como pesado fardo, si no fuera porque una guerra civil intestina que se desató en los últimos meses, llevó a que los países vecinos, en su mayoría aliados en una coalición militar que busca aplastar a grupos insurrectos, que hacen parte del conflicto, llevó a cerrar las fronteras por tierra, mar y aire, imponiendo una hambruna mayor y sufrimientos indecibles a ese pueblo.

En tiempos de auge de la política colonialista de las grandes potencias, Yemen fue objeto de sucesivas invasiones por parte de Arabia Saudita, Egipto, Gran Bretaña y otros países. Tras los acuerdos de la segunda guerra mundial, donde se produjo una repartición de territorios, a Yemen y a los países vecinos les impusieron unas fronteras arbitrarias, a la medida de las pretensiones de las grandes transnacionales que iban en pos de las inmensas riquezas naturales y de hidrocarburos de la región.

En las últimas décadas, Yemen ha tenido gobiernos aliados de las potencias occidentales, interesados en explotar el petróleo y aprovechar en su favor la circunstancia de que ese territorio conforma un corredor estratégico para el transporte de hidrocarburos a otros países.

Aplastar a los rebeldes

Los regímenes yemeníes impusieron un modelo neoliberal de explotación y de ausencia de políticas de asistencia social, que empeoraron las condiciones de vida de las gentes. Ante esa situación, en 2004 maduraron las circunstancias para que una amplia coalición de fuerzas chiitas, con gran influencia en la sociedad, se levantara y derrocaran al gobierno de turno. En una coyuntura de guerra civil, asumió el poder Abd Rabbuh Mansour Hadi, quien no resistió la ofensiva rebelde, liderada por grupos houtíes, con fuertes vínculos con Teherán, la capital iraní, y con el apoyo del ex presidente yemení Alí Abdullah Saleh.

Para aplastar el movimiento rebelde se constituyó, liderada por Arabia Saudita, una coalición de países, de los que hacen parte también Emiratos Árabes, Kuwait, Catar, Baréin, Sudán, Marruecos, Jordania, Egipto y Pakistán, que cuentan con el apoyo de Washington y Londres.

En lo que va de esta guerra civil, que es poco conocida entre la opinión pública internacional, se han descargado contra la población bombas racimo, de enorme poder destructivo, fabricadas y diseñadas en los Estados Unidos. En septiembre pasado la coalición bombardeó, en el puerto de Mocha, en la provincia de Taz un local donde los vecinos asistían a una boda y mató a 135 personas, incluyendo a la novia.

Hace poco, Londres envió un embarque de bombas de 500 libras tipo Paveway IV, para instalar en aviones de combate británicos, con el objeto de sembrar más terror en la población yemení. Es un conflicto que apenas comienza, pero de acuerdo a las Naciones Unidas, ya ha causado al menos seis mil muertes civiles, entre las que se cuentan 500 niños, además de 27 mil heridos.

En nombre de la democracia

De acuerdo a la Acnur, 114.00 personas han huido del conflicto y 200 mil se encuentran refugiadas. Los ataques aéreos han destruido hospitales, mezquitas, puentes, carreteras, plantas potabilizadoras de agua, fábricas, drenajes hídricos. El sistema de agua potable fue destruido, por lo que cuatro de cada cinco yemeníes, de una población de 23 millones de habitantes, necesitan alimentos, medicinas o algún tipo de ayuda humanitaria.

A este escenario de guerra ajena es al que se ofrecen a participar 800 soldados colombianos, que recientemente se han desvinculado del cuerpo armado, para configurar una verdadera fuerza mercenaria. Como lo denunció anteriormente este semanario, Estados Unidos y la OTAN aspiran a convertir las tropas colombianas en una fuerza disponible para ingresar a escenarios de guerra en otros países, por cuenta de intereses imperiales.

De acuerdo a las conversaciones entre los presidentes Santos y Obama, en relación a esta posibilidad, se planteó que las tropas colombianas no participarían en conflictos religiosos o políticos de ninguna índole, sino en la lucha contra grupos terroristas. En la situación de Yemen, se combinan precisamente los dos factores, el religioso y el político, que para el caso de ese país dan sentido a una verdadera guerra de liberación nacional, contra la intervención extranjera y por la defensa de los recursos naturales de ese país. Y eso es lo que nuestros soldados irán a combatir en nombre de la libertad y la democracia.