Un flamante Premio Nobel de Paz

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El presidente Juan Manuel Santos Calderón, flamante Premio Nobel de Paz, decidió apoyar la agresión de Estados Unidos a Siria. Dijo estar de acuerdo con los bombardeos contra Siria “siempre y cuando se realicen de conformidad con el derecho internacional”. Curiosa aceptación. No solo porque un Premio Nobel de Paz no puede estar de acuerdo con actos de guerra, sino porque todo acto unilateral sin que medien autorizaciones nacionales e internacionales, como en este caso, es violatorio del derecho internacional.

De otro lado, el presidente Santos, en abierta traición a la vecina Venezuela, decidió apoyar en la OEA el golpe contra Nicolás Maduro, presidente legítimo y constitucional. Decidió unirse a la causa de Almagro, Secretario General del “ministerio de colonias”, un verdadero “cachorro del imperio”, como solía llamar el inolvidable comandante Chávez a ese tipo de especímenes de la derecha continental.

Son elementos suficientes que generan descofianza porque el Premio Nobel, aislado como está, debil en el apoyo político, disminuido en las encuestas, decida abandonar el barco de la paz, así este esté llegando a buen puerto y en su etapa de implementación al menos en lo que las FARC se refiere. Con el ELN los diálogos apenas inician,

Con razón varios activistas de derechos humanos plantean que Santos debe devolver el Premio Nobel. Resultó un fraude. Siguió el mal ejemplo de Obama, que lo recibió y lo estrenó agrediendo al Medio Oriente. La historia se repite.