No hay duda de que Trump es el mayor peligro que enfrenta el mundo en la hora actual. Es la mayor amenaza para la vida, la salud, la integridad física, el patrimonio y la tranquilidad de millones de seres humanos
Alberto Acevedo
La Organización de las Naciones Unidas, ONU, el más importante organismo de cooperación internacional, creado después de la segunda guerra mundial como instrumento dedicado a la conservación y preservación de la paz en el mundo, al arreglo pacífico de los conflictos, que durante su existencia ha condenado miles de veces la utilización del uso de la fuerza y proclama el respeto por el derecho internacional, acaba de ser escenario del más bochornoso espectáculo de irrespeto y desgreño por esas normas de convivencia, al escuchar el discurso del presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, amenazando a diestra y siniestra a cuanto gobierno no comparta su política hegemónica.
Como en los tiempos de la guerra fría, Trump desenvainó la vieja política del “gran garrote”, como instrumento para sustentar los argumentos de su país, y en el discurso pronunciado ante la Asamblea General de las Naciones Unidas el 19 de septiembre pasado, profirió amenazas contra Venezuela, Cuba, Irán, Corea del Norte, Siria, Afganistán y otros territorios lejanos, que nada tienen que ver con el suelo norteamericano, pero que, al gobernante se le antoja, constituyen una grave amenaza contra la seguridad nacional de los Estados Unidos.
Las amenazas del gobernante norteamericano constituyen una total falta de respeto para con las Naciones Unidas, para la Asamblea General misma, para los dignatarios reunidos en el foro y para millones de ciudadanos del mundo, que a esa hora permanecían pegados a sus televisores, tratando de descifrar el mensaje de los presidentes de las más poderosas naciones.
Lenguaje de pandilleros
La pieza oratoria del mandatario de la nación más poderosa del planeta es una muestra de lo que sucede cuando no se tienen razones valederas. Y en su reemplazo se acude al lenguaje de los pandilleros de Chicago, o de los matones del Bronx. Es la vulgarización de la tradición diplomática, no solo de la ONU, sino de Norteamérica misma que, a pesar de que no se compartieran sus propósitos, al menos se planteaban con un lenguaje adecuado.
En ese escenario, convertido en cuadrilátero de luchadores de boxeo, refiriéndose a Cuba socialista dijo que no piensa levantar el bloqueo económico, comercial y financiero contra el gobierno de la isla y su pueblo heroico, que ha soportado ese tipo de sanciones por más de medio siglo. “No levantaremos las sanciones al gobierno cubano hasta que haga reformas fundamentales”, dijo en forma arrogante el señor Trump. Inclusive, después de su intervención en la ONU, algunos medios de prensa comenzaron a especular con la idea del inminente cierre de la embajada de Estados Unidos en La Habana.
Torciendo la verdad
En referencia a Venezuela, dijo que ese país está “al borde de un colapso total”. La afirmación, descabellada y mentirosa, se hace en momento en que el gobierno de Nicolás Maduro adelanta negociaciones con la oposición en la República Dominicana, a instancias de gobiernos amigos. Cuando la Asamblea Nacional Constituyente avanza en la propuesta de reformas económicas y sociales para paliar la crisis social y que como efecto de esos procesos, se consiguió parar la violencia callejera. Cuando además el gobierno venezolano ha recibido numerosas expresiones de solidaridad de gobiernos y organismos internacionales, de los cinco continentes.
“Como amigos responsables, tenemos el objetivo de ayudarlos a recuperar su libertad y restablecer su democracia”, dijo Trump refiriéndose a Venezuela. ¿“Amigo” de quién? No será del gobierno al que le ha declarado una guerra a muerte. Tampoco de un pueblo al que tiene sometido a las mayores penurias y privaciones por el bloqueo económico decretado por el gran capital transnacional. Digámoslo con claridad: “amigo” de la derecha golpista, defensor de la libertad y la democracia de la burguesía parasitaria venezolana que añora recuperar sus privilegios, en detrimento de la felicidad del pueblo de ese país.
En su perorata no fue menos duro contra Corea del Norte, a la que prometió “destruir totalmente”, a menos que renuncie a su programa de armas nucleares defensivas. Destruir ‘totalmente’ a Corea del Norte sería tanto como matar a sus 25 millones de habitantes. Semejante monstruosidad no se había visto antes en el recinto de las Naciones Unidas.
Sobre el Medio Oriente
Luego enfiló sus baterías contra la República Islámica de Irán. “El gobierno iraní ha convertido el país en un Estado donde ya no queda casi nada”, dijo el presidente norteamericano. “El pueblo de Irán le teme más a su propio gobierno que a las armas de Estados Unidos”, puntualizó, allanando seguramente la idea de una intervención militar abierta en ese territorio.
También descalificó al gobierno de Siria, elegido en comicios democráticos. Dijo al respecto, falseando de nuevo la verdad, que el gobierno de Bashar al-Assad usó armas químicas “contra su propio pueblo, y por tal razón Estados Unidos lanzó su ataque militar en territorio de esa nación.
Lo nuevo es el tono
La respuesta de los países puestos en la mira de las amenazas de Trump, no se hizo esperar. Se resumen en las palabras del canciller cubano, Bruno Rodríguez, en alocución ante la Asamblea General: “El presidente estadounidense manipula los conceptos de soberanía y seguridad en su exclusivo beneficio y en detrimento de todos, incluidos sus aliados. La tentativa de utilizar la amenaza militar y la fuerza para detener la tendencia mundial irreversible al multipolarismo y policentrismo, provocará graves peligros para la paz y la seguridad internacionales, que deben ser defendidos y preservados mediante la movilización internacional”.
Como coinciden varios analistas, juzgando por su discurso, no hay duda de que Trump es el mayor peligro que enfrenta el mundo en la hora actual. Es la mayor amenaza para la vida, la salud, la integridad física, el patrimonio y la tranquilidad de millones de seres humanos.
Estados Unidos ha sido siempre una amenaza para los pueblos del mundo. Lo novedoso en esta sesión de las Naciones Unidas, es el tono gansteril de conducir las relaciones internacionales por la nueva diplomacia americana. Una diplomacia que, por cierto, está dictada por los llamados neoconservadores y el complejo militar-industrial de los Estados Unidos, que atiza la guerra para beneficio de sus intereses económicos.