José Ramón Llanos
Todos saben que la historia se presenta como tragedia y se repite como comedia. Infortunadamente la repetición de la historia en Colombia, dadas las circunstancias que vivimos, tiene todas las posibilidades de repetirse como una tragedia más espantosa. No repitamos el error del 46.
Desde el Gobierno conservador, se concretó la consigna: “a sangre y fuego”, para ello se utilizaron las fuerzas paramilitares de la época, llamados pájaros. El ocultamiento de ese atroz y cruento capítulo de la historia patria, tiene un solo objetivo: tratar de presentar el conflicto social armado del cual fueron protagonistas las fuerzas armadas y las FARC-EP, como el más violento y bárbaro y por tanto merecedor del repudio del pueblo y en consecuencia que se rechace el acuerdo de paz. Es precisamente el objetivo que persiguen tanto el Centro Democrático, un sector del partido conservador y aún el corrupto Cambio Radical.
El verdadero problema no es lo que desea y necesita la derecha para seguir usufructuando el poder político y económico. Este le permite explotar las riquezas nacionales; seguir explotando las tierras más fértiles y mejor ubicadas en relación con los mercados y los puertos. Muchas de estas tierras fueron obtenidas mediante el violento desplazamiento de sus propietarios o apropiándose de baldíos nacionales.
Sin embargo, el nudo gordiano es la imposibilidad de construir una alianza amplia de los sectores de centro-izquierda defensores del Acuerdo de Paz, comprometidos con la democratización del país y con efectiva participación del pueblo en la construcción de una política socio-económica que privilegie los intereses de los sectores excluidos.
El principal obstáculo para la alianza de centro-izquierda es la egolatría de los líderes que se presentan como defensores de los Acuerdos de Paz. A juzgar por sus discursos defienden la paz, la ampliación de la democracia y una política social incluyente. Pero sus egos, superan sus compromisos con la paz y la democracia. Si pusieran su compromiso con la democracia y la paz por encima de su egolatría, podríamos evitar que se repita la tragedia de 1946, que los egos de Jorge Eliécer Gaitán y Gabriel Turbay, facilitaron el ascenso del conservatismo y su política de violencia y tierra arrasada.
Por otra parte, el Partido Comunista, la FARC, Unión Patriótica y Marcha Patriótica, deberían dar un ejemplo de compromiso con la paz, la democracia, el pueblo y las víctimas, concretando un acuerdo para elaborar listas unitarias para participar en las elecciones de marzo. Los resultados de esas elecciones, mostrarían el nivel de su votación y obligarían al sector del centro que pasara a la segunda vuelta, a proponer acuerdos para poder contar con esos votos, necesarios para derrotar a la extrema derecha. Es la hora de las decisiones.