Lo que une la corrupción no lo separa las diferencias

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Tres escándalos que unen a la clase política tradicional que respalda a Duque

El próximo 17 de junio, los colombianos irán a las urnas a elegir al mandatario 117 desde la era republicana. La segunda vuelta presidencial del domingo tiene una novedad histórica, la presencia por primera vez de la izquierda colombiana y los sectores democráticos del país en una candidatura con posibilidades ciertas de convertirse en gobierno.

Lo intentaron Jorge Eliécer Gaitán, Luis Carlos Galán, Carlos Pizarro, Jaime Pardo Leal y Bernardo Jaramillo, pero fueron asesinados en el intento, y otros que no corrieron esa trágica suerte, disputaron una primera vuelta con resultados que apenas recogían la simpatía de las bases de la izquierda colombiana, y uno que otro voto de opinión.

Hoy la elección de Gustavo Petro como candidato de la izquierda superó los guarismos de los que pudieron medirse antes en votos. Alcanzó casi cuatro millones de votos en la consulta interpartidista y cinco millones en primera vuelta que le permitieron disputar la segunda vuelta presidencial en la que lo acompañan múltiples fuerzas políticas.

Del otro lado, el establecimiento se juntó. Sin matices, sin divisiones, sin intereses partidistas o de poder, la clase política tradicional, esa que se desprende de los liberales y conservadores, empujan el carro de la campaña de Iván Duque, un político sin experiencia alguna en la administración pública y quien llegó a ser candidato del arribismo por una escogencia del caudillo de ese partido y luego por imponerse en una consulta de derechas en la que participaron casi todas las maquinarias clientelistas y partidarias distintas a la franja del centro y la izquierda.

¿Pero qué los unió? La pregunta conduce a varios motivos: Los escándalos de corrupción que golpean a las distintas colectividades de derecha como Cambio Radical, Partido de la U, Partido Liberal, Partido Conservador y Centro Democrático se encuentran sobre la palestra pública y golpean a figuras relevantes de cada partido. El escándalo de la multinacional del crimen y el soborno, Odebrecht, es el imán de todos los políticos tradicionales en Colombia y sobre todo de los que han pasado por el Gobierno nacional, es decir, Juan Manuel Santos, presidente y su antecesor Álvaro Uribe Vélez. Los dos se encuentran implicados en la cadena de sobornos, según las investigaciones internacionales y las confesiones de los directivos más importantes de la multinacional brasilera.

Iván Duque, el candidato de la derecha y al que se le unieron todos los partidos del establecimiento, estuvo involucrado como mensajero entre la operación criminal que facilitó la financiación de la campaña del uribismo en las elecciones del año 2014. Según Duque, nunca asistió a una reunión en donde se fraguara algún pago, pero otra cosa señala las versiones iniciales de los directamente implicados como el publicista brasilero de nombre Duda Mendoza. Detener esa investigación internacional que mancha al presidente Santos y al expresidente Uribe, es el primer lazo de unidad entre esos dos bloques de poder oligarcas de Colombia.

Reficar es otro de los escándalos de corrupción que une a las fuerzas políticas que hoy se encuentran en la campaña de Iván Duque. La refinería petrolera recientemente inaugurada en Cartagena, excedió los gastos de construcción en casi 14 billones de pesos más de lo previsto. Una cifra que tiene responsables, de nuevo en los dos gobiernos anteriores. De una parte, el uribismo alentó la licitación y firmó los contratos de construcción que el gobierno Santos ejecutó y permitió el gasto excesivo por la puesta en marcha de la refinería. Reficar se ha querido enmarcar en un proyecto con una precaria planeación, pero en el fondo es un asunto ilícito al malgastar dinero público en manos de agentes privados.

El Cartel de la Toga es otro de los escándalos de corrupción que une al establecimiento. El pago de favores y fallos judiciales al interior de las altas Cortes hace que los políticos de uno u otro partido prefieran las propuestas de Duque, con las que aspira a cerrar las cortes y con ello darle la garantía a esos implicados que hoy lo apoyan electoralmente y queden impunes sus actuaciones.