
La sociedad argentina dio un enorme paso cualitativo la semana pasada, cuando la Cámara de diputados aprobó, luego de una accidentada discusión, un proyecto de ley, impulsado por la Comisión por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito, del que hacen parte numerosas organizaciones de mujeres.
La votación, realizada el 18 de junio, alcanzó la mayoría de votos necesaria para que la iniciativa se convierta en ley de la República, y ahora deberá ser ratificada por el senado en pleno, trámite que los analistas consideran menos traumático que el surtido en la cámara baja del parlamento.
La decisión estuvo precedida de una enorme movilización de mujeres de todas las edades y condición social, que realizaron marchas, mítines, plantones, foros y eventos de carácter federal, en respaldo de la iniciativa, y en rechazo a las posiciones patriarcales de los sectores más conservadores y retardatarios de la sociedad y la iglesia, que bajo el argumento de que iban “a defender las dos vidas”, se opusieron hasta última hora al derecho al aborto. Trascendió que hasta el papa Francisco hizo numerosas llamadas telefónicas, insinuando que quienes defienden el aborto legal son nazis “con guantes blancos”.
Desafiando el frío
El día de la votación, una verdadera marea verde colmó la Avenida de mayo, la Avenida Callao, la Avenida Corrientes y otras emblemáticas vías de Buenos Aires, donde centenares de miles de mujeres portando pañuelos y banderas verdes, y con consignas como la que reclama el derecho suyo a decidir sobre su propio cuerpo, o “el patriarcado se va a caer”, confluyeron hasta la sede parlamentaria y allí montaron carpas, en medio de un intenso frío invernal y esperaron hasta conocer el balotaje final.
Para algunos observadores, lo que se vivió en Argentina fue un huracán renovador de la política. En las cuatro últimas décadas, no se había visto una movilización semejante de las mujeres por sus derechos. La movilización ciudadana se prolongó al menos dos meses. En algunos colegios de Catamarca, quisieron sancionar a las muchachas que portaban pañuelos verdes. Las estudiantes reclaman que a pesar de existir una ley de educación sexual integral, esta se ha quedado en el papel y no llega a las aulas.
Hay colegios que les prohíben asistir con maquillaje o las sancionan por no usar sostén. En la práctica son víctimas del principio patriarcal de que por ser mujer no puedes decidir sobre tu cuerpo. Por esta razón se ha venido construyendo un feminismo que reivindica derechos de género, de diversidad sexual, contra el embarazo no deseado, contra la violencia sobre las mujeres.
La tarea que se plantea el movimiento es la exigencia de que la iniciativa legal sea aprobada en el senado, sin recortes que desdibujen el espíritu progresista de la norma.