La ONU asegura que existen al menos 510 rutas de esclavitud, en las que se destaca la trata de personas y el comercio sexual. En África, sin embargo, persisten mercados donde se venden esclavos. En Colombia, se detectan estas formas en las minas, la agricultura y las plantaciones cocaleras
Ricardo Arenales
Para muchas personas en nuestro medio, hablarles de esclavitud y trata de personas es traerles a su mente el recuerdo de los barcos negreros que en tiempos de la colonia cruzaban el Atlántico y venían a tierras de América con contingentes enteros de nativos africanos, encadenados, hambrientos y con heridas supurantes. Las imágenes más vivas de esos episodios corresponden a películas de directores famosos que quisieron que tales episodios abominables de la humanidad no cayeran en el olvido.
Pero la esclavitud y la trata de personas, su más cruda expresión, no son hoy cosa del pasado. El moderno comercio de esclavos no requiere barcos acondicionados, ni cadenas, ni bolas de hierro atadas al cuerpo de las víctimas. Aunque su manifestación, en opinión de la Unesco, en el fondo sigue siendo la misma: la violación de los derechos humanos y de la dignidad humana.
La Agencia de las Naciones Unidas para la Educación y la Cultura, Unesco, otros organismos humanitarios de la ONU, y organizaciones especializadas en el tema, como la australiana Walk Free Foundation, coinciden en señalar en sus estudios que en el mundo más de 45 millones de personas viven en condición de esclavitud. En casi todos los países se detectan esas formas de sometimientos a trabajos forzados, pero hay una lista de 167 naciones en las que esta práctica es más evidente.
Las leyes la condenan
Casi todos los países del mundo condenan la esclavitud como expresión oprobiosa de violación de los derechos humanos, y en sus legislaciones internas la califican como una conducta ilegal. Pero esta práctica se sigue dando, sobre todo en Asia, donde se localiza al 35 por ciento de las víctimas. En África, donde aún hay mercados públicos donde se venden personas como esclavos.
Tailandia, tercer país exportador de mariscos en el mundo, ha sido acusado de formar tripulaciones en sus barcos pesqueros, con birmanos y camboyanos, que son sometidos a trabajar como esclavos. Independientemente de la inculpación a este gobierno, se ha establecido que existen empresas pesqueras, que realizan operaciones en altamar, en aguas internacionales, donde miles de personas son obligadas a trabajar, y pueden permanecer hasta años, sin siquiera ver la costa, y menos a sus familiares. Las víctimas aseguran que si te atrapan intentando escapar, pueden matarte o lanzarte por la borda.
Muchos de ellos dicen que fueron engañados por intermediarios, que les ofrecieron empleo en una fábrica, y los llevaron a esos barcos de pesca. Allí deben realizar jornadas de trabajo hasta de 20 horas, y no reciben ningún salario.
La Gran Bretaña no se escapa
Free Walk Foundation asegura que el 58 por ciento de las personas sometidas a esclavitud forzada se encuentran en cinco países: China, India, Paquistán, Uzbekistán y Bangladesh. Pero entre los 167 países que integran esa especie de lista roja de la esclavitud, se encuentran algunos como la imperial Britania, donde es usual que una familia prestante someta a confinamiento y esclavitud a una empleada doméstica, a un jardinero o a un trabajador de la construcción, sin salario y por varios años.
América Latina no escapa a este maltrato humano. El país donde mayores expresiones de esclavitud hay, es México, con 367.800 personas en esa condición. En Guatemala se habla de 138.100 personas. En Colombia, 308.200. Le siguen de cerca Haití y República Dominicana, con 100 mil personas sometidas a esclavitud en cada una de esas naciones.
En el caso colombiano, se detectan formas de esclavitud en Antioquia, Tolima, Nariño, Huila, Meta y Caquetá. Según las Naciones Unidas, el 27 por ciento de los casos hacen referencia a trata de personas dentro del territorio nacional. En Nariño, hay niños de 12 y 14 años cultivando hoja de coca en condición de semiesclavitud.
Las mujeres, principales víctimas
La Organización Internacional del Trabajo, OIT, considera que dentro de estas manifestaciones de trabajo esclavo, hay alrededor de 4.8 millones de personas sometidas a explotación sexual forzada. El 71 por ciento de estas personas, son mujeres y niños. Otros indicadores, aseguran que 24.9 millones de personas son sometidas a trabajos forzados, y 15.4 millones obligadas a casarse y a vivir en matrimonio.
Aunque la expresión más fuerte de este sometimiento es la trata de personas, las organizaciones humanitarias que se ocupan del asunto han clasificado unas 20 o 25 formas de esclavitud moderna, en tanto que la ONU habla de al menos 510 rutas en el mundo por las que se trafica con personas. En el caso de la trata y la explotación sexual, los analistas se quejan de que es difícil desmantelar las redes criminales por la ausencia de datos que muestren como operan estas mafias. Un buen comienzo, dicen los expertos, es detener las manifestaciones de trata de personas desde las comunidades de base.
Entre las variadas formas de esclavitud, las organizaciones humanitarias se refieren al sometimiento contra su voluntad para que sirvan como empleadas domésticas. El trabajo forzado en plantaciones de caña de azúcar, tomates, arroz y en la construcción.
Ocupa la atención de los estudiosos el fenómeno de la mendicidad, que afecta especialmente a niños, a quienes se les obliga a pedir en las calles, durante largas jornadas en el día y después se les arrebata el dinero obtenido y generalmente no se les brinda condiciones decentes de vivienda, alimentación, y menos de asistencia médica ni acceso a la educación.