Hernán Camacho
@camachohernan
La histeria mediática producida entre voceros de las más grandes empresas de comunicación del país por una pinta en las paredes de RCN Radio, no es un hecho casual.
El vocero de la indignación fue Luis Carlos Vélez, director de La FM. Se sumó la otra empresa, Caracol Radio con su periodista Vicky Dávila, que en una extensa conversación entre los comunicadores se consumó una suerte de solidaridad de cuerpo por la supuesta “ofensa a la prensa libre”.
En el fondo, la entrevista sirvió para deslegitimar la lucha estudiantil que le reclama al gobierno Duque financiamiento a la universidad pública. Pero también acusaron a Gustavo Petro de ser autor intelectual de las pintas hechas en la pared de la empresa. A ese coro se unió la Fundación para la Libertad de Prensa defendiendo a rajatabla la empresa de Ardila Lülle.
Las irresponsables manifestaciones de Dávila y Vélez, tienen sentido en la idea de construir en Petro una especie de enemigo público, de cara a las elecciones de 2019. Como dictan los manuales de la antidemocracia. De otra, pretendian quitarle simpatía a la protesta estudiantil de casi tres semanas.
Los medios masivos hoy no son el “cuarto poder”, son parte del poder político y económico del país, y la primera trinchera de defensa de los negocios de sus propietarios, que además de la comunicación, tienen en el portafolio gaseosas, azúcar, bancos, pensiones y un largo etcétera.
La batería ideológica del poder político se manifiesta en la línea editorial de las empresas RCN y Caracol, los mayores contratistas del espectro electromagnético, por donde se transmite la televisión y la radio.
Ellos marcan la opinión, tienen el poder de traslapar asuntos graves que afecten la estabilidad del gobierno de turno, como las protestas; y son capaces de jugar en las elecciones nacionales, como se reflejó en la pasada campaña presidencial.
Célebres son las entrevistas de Luis Carlos Vélez al candidato Gustavo Petro donde lo interroga como un delincuente por sus propuestas de gobierno, mientras que al contradictor, Iván Duque, la entrevista resulta un bálsamo para destacar sus saberes musicales. Así se ejerce el poder.
Ese periodismo se hace para mantener la conciencia social de la ciudadanía apagada ante la injusticia social y la corruptela. Nosotros en VOZ hacemos periodismo para trasformar esas realidades, para encender la conciencia social para sí. Lo decimos en nuestra línea editorial, no escondemos nuestra militancia comunista.
Hagan lo mismo, Vélez y compañía. Ejerzan el periodismo empresarial, no está mal. Lo malo es que no adviertan a la audiencia que sus opiniones se afilian a la defensa del estatu-quo, los negocios del portafolio empresarial de sus medios y la lucha de clases de los ricos contra los pobres.