Orgullo hostil

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Renata Cabrales
@RENATARELATA 

En días pasados, en las instalaciones del colegio San Viator, decenas de estudiantes, egresados, profesores y padres de familia, hicieron un plantón para defender el trabajo y el prestigio del plantel educativo.

Hasta ahí todo iba bien, pues al ver las imágenes me pregunté: ¿qué es lo que pasa, por qué resaltar lo obvio, acaso no es el San Viator uno de los colegios de la capital del país, con mayor prestigio? Si ya lo sabemos, ¿Por qué una manifestación para resaltar su nombre?

Luego me enteré del verdadero motivo de la manifestación de amigos y amigas del San Viator. Resulta que el colegio atravesaba por un momento difícil para su reputación debido a las cartas de un joven que se suicidó, hace un tiempo ya, y que su madre encontró, donde manifestaba haber sido supuestamente abusado sexualmente por sacerdotes de la institución. Pero, eso no es todo, al parecer, otro joven se atrevió a denunciar, en una reconocida emisora, un caso similar de acoso sexual por parte del actual rector del colegio, el padre Albeyro Vanegas Bedoya, quien negó las acusaciones.

Según supuestas declaraciones a los medios, de la madre del joven que se suicidó, en sus escritos, el joven aseguraba haber sido víctima de abuso sexual desde los 12 años, pero además, relataba cómo camionetas “llegaban al colegio y lo llevaban a un lugar en donde diferentes curas abusaban de él”. ¿Alguna red de prostitución encabezada por miembros de la institución? Habrá que averiguar.

La directora del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar se vio en la obligación de intervenir y, al respecto, dijo para los medios, que “…debe reformarse el sistema de castigo a los sacerdotes de la iglesia cuando está probado que estuvieron inmersos en hechos de pederastia”. Como ya sabemos, muchos de estos casos han sido denunciados en diferentes países y la Iglesia Católica ha hecho de todo por evadir la responsabilidad de sus miembros infractores.

Es tanto el adoctrinamiento religioso, que en casos como estos, es mejor presumir de cierto orgullo hostil y ponerse en contra de las presuntas víctimas, y realizar un plantón contra estas, porque el nombre de un colegio católico vale más que la dignidad humana.