Ante el nuevo gobierno de Bolsonaro: ¡Unir fuerzas para la resistencia!

0
3034
Las mujeres brasileñas, que en el pasado demostraron gran capacidad de movilización, son ahora también blanco de la política sexista del presidente Bolsonaro.

Mantiene el nuevo mandatario brasileño, una línea de gobierno neoliberal, de arrasamiento de las conquistas sociales de los trabajadores, y en materia internacional una política guerrerista, que en lo inmediato se refleja en su postura contra el gobierno bolivariano de Venezuela

Ricardo Arenales

El modelo de gobierno de Augusto Pinochet en Chile, debería ser revaluado por la historia, y podría ser aplicado a Brasil. Pinochet “debió eliminar más gente”, en eso se quedó corto. Estas son apreciaciones del nuevo presidente del Brasil, Jair Bolsonaro, quien tomó posesión del cargo el pasado primero de enero, y promete una administración a tono con las corrientes de la más virulenta ultraderecha en el mundo.

Bolsonaro, un excapitán de la División de Paracaidistas de las Fuerzas Armadas de Brasil, se ufana de tener un programa muy similar al de su homólogo norteamericano Donald Trump. Ambos, durante el ejercicio de la campaña electoral, defendieron un discurso machista, racista, xenófobo, de desprecio por la comunidad Lgbti, de odio hacia las minorías étnicas, y, desde luego, de sometimiento a los intereses del capital financiero.

Mantiene el nuevo mandatario brasileño, una línea de gobierno neoliberal, de arrasamiento de las conquistas sociales de los trabajadores, mientras que en materia internacional plantea una política guerrerista, que en lo inmediato se refleja en su postura contra el gobierno bolivariano de Venezuela, a mediano plazo contra los gobiernos de Cuba y Nicaragua, y allende las fronteras, contra el pueblo palestino, de la mano del sionista gobernante de Israel, Benjamin Netanyahu.

Contra el Estado de bienestar

Bolsonaro ha expresado su admiración hacia los protagonistas de la dictadura militar que por una década se extendió en Brasil, entre 1965 y 1985, de la misma manera que no oculta su admiración por la gestión que en Perú adelantó Alberto Fujimori. Como éste acaricia la idea de disolver el parlamento brasileño, seguramente para instalar a su lado un órgano legislativo más dócil a sus intereses.

En lo relativo al manejo de su política internacional, ha dicho que es hora de que Brasil “deje de seguir flirteando con el comunismo, el socialismo, el populismo y con el extremismo de izquierda”. Sin ellos, su país defenderá “la constitución, la democracia y la libertad”. Sobra precisar que será seguramente la democracia del mercado, de las privatizaciones y del despojo de las conquistas sociales, que bajo el gobierno del Partido de los Trabajadores intentaron dar paso a un verdadero Estado de bienestar.

Contra el pueblo palestino

En esa misma línea ha proclamado que liberará a Brasil de una “tendencia ideológica”, haciendo relación al prestigio de las ideas de izquierda durante administraciones anteriores. Lo que no dice es que el conjunto de sus ideas constituyen una “tendencia ideológica”, que pretende alinear a la primera potencia económica de la región con Estados Unidos en su política expansionista, intervencionista y en sus planes contra Venezuela.

El alinderamiento con Washington supone al mismo tiempo el alejamiento de procesos de integración regional autónomos que se venían dado con Mercosur, la Celac, el Alba o los intentos de crear una banca regional, un mercado común o una política regional de Defensa, sin la tutela de Estados Unidos y la Unión Europea. Llama la atención, que Bolsonaro ha dicho que trasladará la embajada de su país a Jerusalén, en una actitud insultante contra los intereses del pueblo palestino, y de simpatías con la política colonialista de Netanyahu.

En lo que ya se adivina como una actitud privatizadora, Bolsonaro anuncia la venta los bienes con que cuenta el país, para lo cual ha solicitado un inventario de cerca de 700 mil inmuebles. Ha impartido instrucciones al nuevo Ministro de Economía, Paulo Guedes, para que elabore un Plan dirigido a revisar las pensiones de los jubilados y su impacto en el gasto público. También ha requerido otro Plan, dirigido a ofrecerle concesiones al sector privado.

En este sentido se propone realizar una verdadera feria con los recursos del subsuelo de la región amazónica y de los territorios indígenas. En su discurso de toma de posesión, Bolsonaro hizo referencia a los “recursos minerales abundantes” y a las “tierras fértiles bendecidas por Dios”, en referencia a la región del Amazonas. El Plan Bolsonaro apunta a ‘comprar’ a los indios del Amazonas, terrenos de la región conocida como Raposa Serra, rica en uranio y niobio, que se podrían “explotar de forma racional dándole ‘royalties’ a los indios e integrándolos en la sociedad”.

Agenda de movilizaciones

La política social del nuevo mandatario ha chocado en forma brutal con los intereses de las poblaciones indígenas. Su reacción como víctimas no se ha hecho esperar y planifican desde ya acciones de resistencia. Como la estrategia Bolsonaro apunta también a desarticular derechos fundamentales de los ciudadanos, contra el régimen salarial y de libertades, sectores populares plantean la necesidad de unir fuerzas de resistencia para salvaguardar la democracia en Brasil.

Es alarmante la estrategia que el mandatario se ha planteado de purgar a la administración pública de cualquier vestigio de ideas comunistas o de izquierda, lo que anuncia despidos en gran escala, tras lo cual, pueden venir encarcelamientos. Ya varias organizaciones políticas de izquierda y progresistas, acordaron trabajar en un frente común, que garantiza que la resistencia será dura y el futuro inmediato será de lucha y movilización.