La Alcaldía que merece Bogotá

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Candidatos a la Alcaldía de Bogotá.

Javier de la Cuadra

Bogotá tendrá el alcalde o la alcaldesa que se merece, o sea, cualquiera de las opciones probables representa el pensamiento típico capitalino. Aunque hay quienes no lo creen, Miguel Uribe podría ser el elegido. Solo los tontos no se darían cuenta de que es la misma estrategia con la que llevaron a Duque a ser presidente: un delfín sin méritos, medio apendejado, con una imagen adolescente que encarna ese civismo carnívoro propio de la clase media y arribista bogotana que quiere “su ciudad” libre de indigencia, de marihuanos, de graffitis y de lugares oscuros.

Es decir, de la realidad multidimensional y trágico-médica de cualquier ciudad del mundo. Pero mutatis mutandis, Uribe, Galán y López son casi lo mismo y se repartirán los votos de esa gente de bien que llama a la policía para que levante al ñero que duerme en frente de “su calle” porque altera la normalidad de su merecida vida, libre de mugre material y humano. A diferencia de López, a la que le toca ser su propio cartel y salir a volantear y a abrazar abuelitas para la foto, Uribe y Galán tienen los mismos méritos en los barrios pobres que Peñalosa: “La máquina de repartir tamales”.

Es falso que la gente esté cansada de lo mismo, está cínicamente comprobado. Siguen tragándose el tamal envenenado. Yo le cogí asco a los tamales porque pienso que cuando lo abra me va a salir un paquete de volantes, 10 afiches, 100 botones y un chaleco. Claudia no necesita tamales: ella misma es el afiche, el volante y una boleta completa: dijo que el pasaje de Transmilenio valía $4.200, eso es un insulto por donde se le mire.

Ya dirán que le hago campaña a Morris. No, lo dejé de último porque como político es excelente periodista, en lo que debió seguir si hubiera sido responsable con el movimiento que hoy intenta representar. Aunque tiene muy pocas probabilidades, hay quienes le hacen campaña porque Petro lo puso y eso podría significar para muchas personas de la Bogotá Humana volver a la actividad pública.

Hollman debió retirarse si no quería quemarse y seguir perjudicando a la izquierda, de la que presume no pertenecer. Que solucione sus problemas no tanto judiciales, sino masculinos; que le dé frente a su masculinidad, esa masculinidad que no le permite abandonar sus aspiraciones, tal vez la misma con la que Petro desestimó la fuerza de las mujeres de la Colombia Humana.

El tema de Hollman es muy delicado. Un hombre comprometido con el feminismo debe ser consecuente y darse la oportunidad de darle frente a sus errores. Bogotá tendrá en la alcaldía a quien merece.