
Inmediatamente se conoció el consolidado de los resultados electorales, grupos de derecha comenzaron a orquestar la idea de un fraude electoral, para justificar planes golpistas, como lo han hecho en Venezuela
Alberto Acevedo
Con el 93.5 por ciento de los votos escrutados, en la madrugada del pasado martes, el presidente Evo Morales obtenía el 46.87 por ciento de los votos, frente al candidato de Comunidad Ciudadana, el expresidente Carlos Mesa, con el 36.73 por ciento. Después de que se especuló con la idea de que hubiera necesidad de una segunda vuelta, el resultado representa una contundente victoria para el proyecto social del Movimiento al Socialismo, MAS.
Los comicios del pasado domingo 20 de octubre en Bolivia, desbordan el significado de una simple elección presidencial. Porque lo que se puso en juego no fue el simple relevo en el poder, sino una opción histórica, un desafío para las comunidades y el pueblo trabajador y campesino que integran el Estado Plurinacional.
Consolidados los formidables avances realizados durante la presidencia de Evo Morales, que convirtió una economía atrasada en la más dinámica de América Latina, se trataba ahora de escoger entre continuar el camino de las transformaciones sociales democráticas o retornar al pasado semifeudal.
Nostalgia por el pasado
El reto de un segundo balotaje electoral, era saber si la sabiduría y la voluntad política permitirían seguir por la senda de las transformaciones sociales o se optaría por buscar refugio en el pasado, que la burguesía de ese país presenta como la panacea a las dificultades que aún quedan por resolver.
Esta opción sería tanto como defender la pobreza crónica que vivía la mayoría de la población, el saqueo a los recursos naturales y sacrificar la soberanía nacional, como sueñan los sectores de derecha y las empresas trasnacionales que están detrás del proyecto político del expresidente Mesa.
Ahora ha comenzado a circular la versión de que se produjo un fraude electoral. No mencionan para nada que la contienda electoral estuvo asediada por una gigantesca campaña de mentiras, guerra mediática y amenazas de golpe de Estado, si se confirmaba la victoria de Evo Morales en primera vuelta.
Hubo alineamiento de fuerzas de extrema derecha, de algunos sectores empresariales y de fuerzas extranjeras, lideradas por Washington, para cerrarle el paso al presidente Evo Morales, sin descartar la vía del golpe sangriento en caso de que su victoria, como en efecto ha sucedido. Desde luego, la campaña de fake news, incidió en los resultados finales y es de esperarse que los planes de la reacción nacional e internacional se activarán para un complot desestabilizador, si las fuerzas populares y progresistas no se activan y detienen la mano enemiga.
Defender el proyecto social
Fue muy fuerte la campaña mediática para fomentar la desmemoria y ocultar los sufrimientos del pasado. Para desvalorar la imagen de un presidente que eliminó el analfabetismo y redistribuyó la riqueza. Que hasta un periódico como el Financial Times reconoció los avances vertiginosos de la economía boliviana y las dimensiones de las reformas sociales.
En ese marco de cosas, el presidente boliviano denunció, en los días finales de su campaña el plan de golpe militar, orquestado por Estados Unidos, con el apoyo de algunos militares y de grupos empresariales tanto nacionales como extranjeros. El pretexto es el anunciado fraude electoral.
Una fase final del plan sería la conformación de un gobierno provisional, estilo Guaidó, que tendría reconocimiento internacional. Por ejemplo, trascendió que funcionarios del Departamento de Estado acreditados en La Paz, como la ministra consejera Mariane Scott y Rolf Olson, se reunieron con diplomáticos colombianos para discutir detalles del plan. También con funcionarios de las embajadas de Argentina, España, Brasil, Paraguay, Chile, Ecuador y el Reino Unido.
Las fuerzas populares conocen los planes de la reacción internacional. Es de esperarse que tensionarán al máximo sus fuerzas para defender un proyecto progresista que es referente para América Latina, en los anhelados procesos de cambio social en el continente. 62El imperialismo quiere abrir otro frente desestabilizador en Bolivia y las fuerzas progresistas de ese país no lo van a permitir.