El imperiovirusa genocida

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1858

José Ramón Llanos

El imperiovirusa se incubó en las entrañas de su madre, “La pérfida Albión”, se expandió hacia Norteamérica, en los primeros años todavía dependía del Imperio Británico, hasta que en el último tercio del siglo XVIII logró vida autónoma y pocos años después delimitó el espacio en que decidió desarrollarse. Ya floreciente asumió la forma de Estados Unidos de América, en su cerebro tenía grabada la consigna que el presidente Thomas Jefferson había planteado: “Absorber las colonias españolas pedazo a pedazo”.

Si se suman los asesinatos y destrucción causados con sus invasiones en América Latina, África, Asia, son millones de muertes y destrucción de viviendas, escuelas y colegios y envenenamiento de acueductos, como hicieron en Vietnam.

Ocho años después de promulgada la Doctrina Monroe, en 1831 empezaron sus fechorías en América Latina, la primera fue en Argentina, este país ha sido agredido dos veces más, incluidas las ejecutorias del Plan Cóndor y el Golpe Militar de 1976, auspiciado por los Estados Unidos.

A México lo agredieron en 1846, le quitaron territorios que hoy constituyen los estados de Nevada, Utah, Nuevo México, Arizona, Kansas, California y Colorado.

Los Estados Unidos a partir de 1831 han invadido a la mayor parte de los países latinoamericanos: Argentina, Cuba, Chile, Granada, Guatemala, Haití, Honduras, México, Nicaragua, Paraguay, Panamá, Puerto Rico, República Dominicana y Uruguay. La invasión a Panamá de 1989, resultó una de las más destructivas en términos de vidas humanas en nuestros lares; según los datos más optimistas se afirma que murieron siete mil panameños y la destrucción total de barrio El Chorrillo.

Pero hay que destacar un hecho que demuestra la vesania de los militares y el presidente de los Estados Unidos: los bombardeos se hicieron en la madrugada y sobre la población civil, por esa razón los estragos fueron mayores y produjeron graves consecuencias psicológicas sobre la comunidad panameña. Se cumplen treinta y un años de ese ataque.

¿Por qué es oportuno y necesario recordar esa fecha aciaga? Porque el imperiovirusa, especialmente su aparato de inteligencia quiere reeditar ese genocidio en Venezuela. La celada es la misma: acusaron al presidente Noriega de narcotraficante, ese cargo inventado lo convirtieron en justificación del bombardeo, capturar al mandatario, convertido en delincuente.

En Venezuela ya agotaron la primera parte: urdieron los cargos contra el presidente Maduro y su gabinete, ya desplegaron las tropas de asalto en las cercanías del país Bolivariano. Solo que aquí en Venezuela el filibustero Trump, puede salir con las barbas achicharradas, aquí como en Vietnam habita un pueblo valiente que defiende ferozmente su revolución.

Por otra parte, el presidente Iván Duque, convertido en cómplice tonto y gratuito de ese posible genocidio, puede pasar un abundante trago amargo, si las milicias Bolivarianas se convirtieran en una fuerza guerrillera que hiciera una alianza con el ELN y los guerrilleros farianos que, por el incumplimiento de los Acuerdos de Paz de La Habana, retornaron al monte.

Debo recordar a todos los líderes sindicales, a los militantes y a las direcciones de los partidos políticos de izquierda, especialmente a los comunistas, que es la hora de convertir las declaraciones de apoyo, en la más activa y contundente solidaridad. La defensa de Venezuela es un compromiso de honor y dignidad de los pueblos latinoamericanos. ¡Que hablen las acciones!