Vida y obra de un auténtico revolucionario comunista
José Ramón Llanos
Compañeras y compañeros, no me critiquen ni me exijan que inicie esta invención utilizando el usual saludo de buenos días. Porque hoy es un día aciago. Hoy los comunistas y upecistas estamos de luto. Las banderas de los comunistas exhiben el crespón negro del luto. Hasta las aves canoras y el clarín del gallo madrugador callaron, hoy las banderas revolucionarias están de luto, porque hoy murió Alfonso Conde Cotes.
Hoy el luto cubre también las banderas del sindicalismo clasista y el dolor abate a los cientos de trabajadores a quienes enseñó y los orientó para elevar su conciencia política y los derroteros de sus luchas. También los ayudó a discernir e identificar a sus enemigos de clase y responsables de su explotación y exclusión.
Alfonso Conde Cotes es de aquellos revolucionarios que al fallecer no solo enlutan a su familia consanguínea sino también a la amplia familia de los comunistas, de la Unión Patriótica, y primordialmente a los trabajadores, a los obreros, a los sindicalistas que hoy se verán privados de las enseñanzas, no solo de las enseñanzas de la teoría revolucionaria, de la teoría de la lucha, sino de algo más importante, de la vida práctica, del accionar político. Fue un ejemplo de luchador revolucionario y fue una especie de cátedra viviente de la ética y de la moral de un comunista, un hombre sin debilidades, sin poses ampulosas, sin expresiones estentóreas, hablaba con la convicción de que quien dice la verdad no tiene que gritarla, le basta expresarla en tono menor, que lo convincente depende de su contenido y certeza. Hizo de la modestia su estandarte, pero cada una de sus acciones portaba una enseñanza.
Sus propuestas no perdían nunca el objetivo, el rescate del hombre excluido y la perspectiva del humanismo socialista. Dijimos que su compromiso revolucionario lo llevó siempre a poner los intereses de la revolución y de su partido por encima de los intereses personales y de cualquier otro asunto por importante que fuera. Nunca se negó a cumplir una tarea que exigiera una coyuntura por difícil y riesgosa que fuera y tenía una cualidad toda su acción, toda su actividad la desempañaba con una desbordante alegría.
Fue un organizador de la clase obrera y constructor de sindicatos, participó en la creación de la Asociación Sindical de Profesores Universitarios, Aspu y en los años ochenta la presidió. Los maestros, los petroleros, las mujeres trabajadoras y las intelectuales, también abrevaron en la docencia militante de Alfonso Conde.
Conde convive en nuestra cotidianidad, en nuestro más allá, en sus enseñanzas, en su ética, en su alegría de enseñar revolución, firmeza en los principios en la forma gentil de conducir nuevos militantes a la organización. Él era el gentilhombre comunista.
Tenía una manera suigéneris de explicar la línea política del Partido, cuando intentaba ganar algún trabajador o trabajadora para la organización lo hacía en tal forma que nunca recibía un rechazo, siempre atraía, era una especie de imán del reclutamiento. Con su simpatía concitaba la aceptación de un argumento útil para sumar aliados al quehacer unitario del trajín político. Esta modalidad de ser comunista de Conde, lo identifica con el perfilamiento que hizo el poeta Nicolás Guillén al Che Guevara: “Firme la voz que ordena sin mandar,/ que manda compañera, ordena amiga,/ tierna y dura de jefe camarada”.
Como periodista con una prosa elegante, clara, y con una lógica conceptual contundente para demostrar la certeza de la línea política del PCC, su programa y de las respuestas de los comunistas a cada una de las coyunturas, por muy difíciles que fueran. Conde, además fue un comunista que cada una de sus acciones devenían en una lección de humanidad y de visión progresista. Por eso sus alumnos de la UIS, de la Universidad del Atlántico y de la Universidad Nacional justipreciaron la calidad de sus enseñanzas.
Este VII Congreso de la Unión Patriótica discurre al amparo de la memoria de Alfonso Conde y de su mirada esclarecedora, por tanto, debemos asumir el compromiso de orientar estos debates en la forma más fraternal y exigente posible para que al final las conclusiones no solo respondan a la coyuntura, sino que avizoren las dificultades que nos plateará el mediano plazo y también tengamos respuestas para afrontarlas exitosamente. Este será el mejor homenaje póstumo que podamos ofrendar al comunista Alfonso Conde Cotes.
En esta hora en que la burguesía con una insensibilidad propia de las bestias está asesinando a los líderes jóvenes, afortunadamente todavía contamos con las lecciones que nos legara el gentil hombre comunista. Por eso debemos empeñarnos en que este andar por el sendero revolucionario, que los aciertos de Conde nos sirvan de guía para el futuro accionar nuestro. Porque la revolución colombiana y el momento nos exigen actuar acertadamente. Hoy todos debemos ser militantes de la causa unitaria. Militantes de toda acción que sirva para sumar a los sectores excluidos con una visión esclarecida y así convertir la revolución en un hecho más cercano que lejano. Hoy le expresamos, en este evento de tanta significación unidos comunistas y upecistas en nuestro dolor la condolencia de toda la comunidad revolucionaria a Magda su esposa, hijos, nietos y hermanos.
El tránsito de Alfonso Conde hacia el más allá
Los revolucionarios no nos despedimos de los camaradas que fallecen porque ellos transitan hacia el más allá nuestro. El más allá de los revolucionarios, es concreto y real, es todo aquello que queda en la conciencia y en la memoria de los militantes y amigos que le sobreviven y que trasmiten de generación en generación al resto de los humanos. Es ese testimonio y balance de sus acciones, pero también de sus ideas y palabras. Por eso venimos a hablar del más allá del comunista, del docente, del investigador, del esposo, del padre y del abuelo que en el hogar tornaba en ternura, la valentía y dureza de su lucha contra el insensible explotador terrateniente y burgueses, esos que carecen de sensibilidad y de sentimientos humanos.
En esta ocasión reflexionaremos sobre el más allá de Alfonso Conde Cotes. El legado que nos deja y la valoración que sus camaradas y discípulos, no solo los que tuvieron la fortuna de recibir sus enseñanzas en las aulas universitarias, o ese centro de las enseñanzas del marxismo-leninismo y la ética comunistas que son las escuelas del PCC y la Juco, sino también sus amigos ya que al escuchar a Conde o al valorar la calidad moral de sus acciones cuotidianamente, se entendía que nos estaba compartiendo un venero de enseñanzas.
Ya está Alfonso Conde en el Panteón, donde se encuentran Yira Castro, Celmira Cruz, Paulina Ruiz, Gilberto Vieira, Carlos Lozano, Manuel Cepeda, Teodosio Varela, Filiberto Barrero, Teófilo Forero y tantos otros, convertidos en guías de nuestra acción política y guardianes de nuestros principios éticos.

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