La incertidumbre que supone ser víctima

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Manuel Antonio Velandia Mora

La Ley de víctimas tendrá vigencia por 10 años más luego de sanción, muy a su pesar, de prórroga del Presidente Duque. La vigencia de la Ley 1448 de 2011se extiende hasta el 10 de junio de 2031.

La Ley de Víctimas y Restitución de Tierras garantiza la reparación de las víctimas de la violencia del conflicto armado colombiano. Con ella se pretende reparar las pérdidas materiales y morales de los/as/es afectados/as/es por el conflicto armado en Colombia, que se estima son más de 8,7 millones de personas.

Tal vez lo más difícil de las reparaciones es la reparación emocional, en general las personas suponen lo que pasa a las víctimas, pero pocos colombianos realmente conocen por lo que hemos pasado. De alegrías, penas, tristezas y desengaños; del exilio y el retorno; de los amores perdidos, encontrados y re-encontrados… De eso podemos conocer cuando miramos directamente a los ojos y nos permitimos reconocer al otro como un auténtico otro.

Hace catorce años, 16/01/07, me sentía profundamente triste. En pocas horas viajaría a mi exilio español. Era muy acojonante despedirse de las personas amadas sabiendo que el retorno no hacía parte de los planes.

Mi familia no sabía las razones reales por las que partía; salir en secreto significaba menos riesgo para su vida y la mía, pues a ellos los habían incluido en las amenazas de muerte.

Estaba apesadumbrado por no poder despedirme de todes les amigues, era muy doloroso acabar una relación de un momento a otro, serían nuestras ultimas horas juntos.

Preocupante pensar en un futuro incierto. Lloré una y otra vez, fue en silencio y en la soledad. Ya había donado algunos de mil libros y equipos al CAIDS Chapinero. Las pertenencias se redujeron a lo que cupo en dos maletas. Las hice y deshice una y otra vez.

Este fue mi primer selfie. Lo realicé al segundo día de estar en San Sebastián, en el País Vasco; la primera ciudad que me acogió en España. En mis ojos se nota el llanto, aun cuando intenté sonreír. Estaba estrenando, mis maletas se habían “extraviado” extrañamente en el viaje; debí comprar ropa y zapatos nuevos, que me sirvieran para la nieve, pues estaba nevando desde que llegué a la terminal. Tan solo tenía conmigo mi cámara, un libro y algunos elementos para el aseo.

Al lunes siguiente comencé a estudiar el doctorado, debía cursar primero un máster en psicopedagogía. Antes de cumplir la semana inicié mis trámites para lograr el asilo político; debía desplazarme a Bilbao cada vez que tenía una reunión en CEAR Centro Español de Ayuda al Refugiado.

Inmediatamente me contacté con la organización LGBT de la ciudad y les pedía apoyo y acompañamiento. En Gehitu[1] no lograron entender inicialmente que lo que yo necesitaba era apoyo emocional. Cuando al segundo día regresé me sorprendí al ver un cartel en que pedían ropa, comida y ayuda económica para mí. Inicialmente les fue muy difícil comprender que mis necesidades eran políticas y emocionales. Fue la primera organización de la que me hice miembro.

CEAR me recomendó seguir mi caso en el acompañamiento de la Cruz Roja española, acababan de montar una oficina de apoyo al refugiado en San Sebastián y yo fui su primer caso. Me consiguieron una abogada de oficio, oír mi historia relatada por ella al policía que interrogaba sobre mi caso era bastante espeluznante, sentí que mi caso era más grave de lo que realmente yo quería aceptar. Tres años después me concedieron el estatus de refugiado, con la aplicación de la nueva ley de asilo en España fui la primera persona a la que le fue reconocido el estatus en razón de su orientación sexual homosexual.

Con la ley de víctimas en Colombia se abría un panorama, que en ese momento parecía diferente. Decidí sentar un precedente y presentar mi caso recalcando la idea de que era una víctima homosexual, fui la primera víctima marica reconocida por dicha norma legal. Luego me hice parte del FIV Foro Internacional de Víctimas capítulo de Alicante; me centré en el apoyo emocional a otras personas y dediqué parte de mi trabajo artístico al ejercicio político ARTtivista. Le di fuerza a mi carrera como creador artístico, trabajé mucho más en la poesía, el grabado, la escultura, la fotografía y la performance.

De San Sebastián pasé a vivir a Alicante, me desplacé allí para iniciar mi 2º doctorado. Gran parte de mi tiempo lo pasé estudiando, fueron cinco másteres todos con notas sobresalientes, dos doctorados Cum laude por unanimidad y uno de ellos con premio extraordinario de doctorado. Un poco antes de cumplir el primer año de vivir en España fui elegido coordinador general de DecideT Asociación LGTBI y de la provincia de Alicante, allí organicé la primera marcha, conseguí que se izara la bandera en el ayuntamiento, apoyé la creación de la Ley 23/2018, del 29 de noviembre, de la Generalitat, de igualdad de las personas LGTBI.

Tuve tres hermosas parejas… A quienes amo y aún son mis amigos. Me acompañé de nuevos cómplices para la vida; las personas me cobijaron, me llenaron de afecto, me apoyaron impulsando mis trabajos, se volvieron escucha, se emocionaron con mis alegrías y también lloraron con mi tristeza. Los homenajes que me hicieron como despedida hicieron menos triste mi partida. Incluso después de estar en Colombia los reconocimientos siguieron; para mí es un orgullo y honor ser considerado alicantino.

El exilio es una experiencia diferente de vivir la cotidianidad, pero también es la posibilidad de construir nuevamente la existencia, encontrar nuevos caminos, vivir los afectos de otra manera, y de alguna manera volverte a poner el centro de tu existencia.

Algunos lo llaman resiliencia, yo simplemente me enfoqué en ser feliz, de otra manera los paramilitares habrían ganado, ni siquiera pudieron asesinar mis ilusiones.

Retornar a Colombia es un nuevo exilio; nuevamente haces y deshaces la maleta, abandonas las cosas que creías importantes, te enfrentas a un futuro incierto, llegas a una ciudad que te es desconocida; surgen nuevos miedos, certidumbres e incertidumbres. Te re-encuentras con los amigos, y observas que algunos no lo eran tanto. Es extraño pensar que algunas personas ni siquiera se dieron cuenta que yo estuve algo más de doce años fuera del país.

También es maravilloso saber que algunos te estiman, te admiran, te reconocen, valoran tu trabajo, han seguido su trayectoria… Entusiasma conocer que gente joven te ha leído, te tiene como referencia… Así para algunos tan sólo seas un dinosaurio marica vivo.

[1] Gehitu es miembro de la Federación Estatal de Lesbianas, Gais, Transexuales y Bisexuales (FELGTB), de la International Lesbian and Gay Association (ILGA) y del Euskadiko Gazte Kontseilua/Consejo Vasco de la Juventud (EGK), del Consejo de la Mujer del Ayuntamiento de Donostia – San Sebastián o de ADI (Asociación Deportiva Ibérica).