Álvaro Vásquez: De la resistencia a la alternativa

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Álvaro Vásquez

La táctica y la estrategia, el estudio de los momentos y de las situaciones concretas, en lo que Vázquez insistía con exquisita terquedad, le han permitido al Partido tener posiciones correctas, pero ante todo sobrevivir, nunca estar solo y siempre hacer parte de las alianzas fundamentales

Jaime Cedano Roldán
@Cedano85

Hace ya un año y unos días que nos dejó Álvaro Vázquez del Real, un buen momento para hablar de su legado, de sus enseñanzas y de la influencia que tuvo en varias generaciones de militantes comunistas. Quizás estas cosas no las tengamos muy sistematizadas y reflexionadas y bien vale la pena conversarlas, porque están muy presentes desde hace muchos años en nuestra actitud militante y hasta en la forma de analizar dialécticamente los aconteceres políticos, las coyunturas o el “momento político”, de que hablara Lenin, y que Vázquez tanto insistiera a lo largo de su larga trayectoria como dirigente, educador e ideólogo.

A Álvaro Vázquez lo veíamos,  desde lejos y con nuestros asombros provincianos,  como un tótem ideológico inaccesible, pero cuando tuvimos la oportunidad de acercarnos, de trabajar cerca suyo, pudimos conocer a una persona sencilla, bastante mamagallista, y siempre dispuesta a escuchar, a pesar de lo cual nunca abandonamos el temor a ser víctimas de algún burletón comentario suyo, por cualquier cosa, aunque prevalecían el consejo, la orientación y la explicación a fondo de lo que se le consultara.

Lo veíamos como una biblioteca andante y se llegó a decir que era el último o único sobreviviente de una generación muy especial de intelectuales marxistas de la izquierda colombiana.

Profundidad de pensamiento

Era muy serio en todo lo que decía y en lo que exponía en las charlas o conferencias o en sus intervenciones en reuniones partidarias. Cada intervención suya era muy bien preparada y pensada, y se notaba no solo en la profundidad y los enfoques novedosos en lo que exponía, sino en que lo traía siempre escrito. Ahí demostraba su respeto por el auditorio, por los alumnos, por las y los camaradas.

Quienes ingresamos a la JUCO en los albores de la década de los setenta lo hicimos en medio de los grandes debates sobre la táctica y la estrategia, las formas de lucha y las vías de la revolución. Fue una escuela maravillosa, quizás un poco forzada, pero eran los tiempos, era el signo de la época, diría Vázquez. Primero debatimos de tácticas o de luchas legales o ilegales, y solo algunos años después nos llegó el debate de las tesis sobre los métodos juveniles de trabajo. Ya habíamos madurado un poco precipitadamente. Después, con el paso de los tiempos conocimos que ese bagaje político táctico y estratégico del partido era admirado y respetado en el mundo. Y lo sigue siendo. Y que era una creación colectiva, pero tenía la impronta de hombres como Gilberto Vieira y Álvaro Vázquez.

Esa es una de las grandes enseñanzas de Vázquez. Su aporte a los planteamientos tácticos y estratégicos que se iban desarrollando y enriqueciendo en cada congreso y en las sesiones del comité central del partido, donde sobresalía su agudeza para ir analizando el “momento político”. En esto era juiciosamente leninista. En algún momento sus planteamientos causaron cierto escozor y años después confesaría que llegó a sentirse solo.  La historia ha demostrado que tenía la razón en muchas observaciones críticas sobre las estrategias del conjunto de los revolucionarios en Colombia.

No quedarse en las consignas

El manejo de la táctica y la estrategia y del estudio de los momentos, de las situaciones concretas, cosas en las que Vázquez insistía con exquisita terquedad, le han permitido al partido tener posiciones correctas, pero ante todo sobrevivir, nunca estar solo y siempre ser parte de las alianzas fundamentales, necesarias.  Vale la pena recordar su insistencia en señalar que, si bien los conceptos de táctica y estrategia venían del argot militar, no debían de militarizarse y debían tener una acepción plenamente política.

Participante activo de duros debates ideológicos y políticos de la izquierda colombiana en momentos de grandes conmociones, Vázquez llamaba la atención a no simplificar ni dejar elementos centrales y fundamentales de la política en meras consignas. Por ello decía en uno de sus escritos:

“La elaboración de la táctica es un arte difícil, puesto que sus elementos principales (actitud de las clases, grado de sus contradicciones, tendencias inmediatas, coyunturas de la economía. Estado de ánimo de las masas, grado de organización, de unidad y de espíritu de lucha) están todos ellos en movimiento, son hasta cierto punto desconocidos cuya realidad solo puede captarse relativamente y con base en indicios externos. Generalmente muchos de los datos de esa realidad no han sido calculados aún. Los componentes nuevos de la situación a veces solo están en formación o no son evidentes en un primer análisis”.

Las salidas que el Partido Comunista Colombiano ha esbozado para diferentes momentos de la vida política nacional están impregnadas de estas advertencias y enseñanzas.

Valoración de VOZ

En alguna charla sobre el papel del semanario, Voz proletaria en aquellos tiempos, señaló Vázquez lo que él consideraba era el papel fundamental del periódico y que estaba muy estrechamente ligado a su concepción de la táctica y a su mentalidad profundamente dialéctica: “Mostrar el movimiento”, decía e insistía,  y se refería al movimiento de las ideas,  pero ante todo al movimiento de la sociedad, a las luchas de los trabajadores del campo y la ciudad, de la intelectualidad progresista, reseñar las experiencias y sobre todo los logros.

Mostrar el movimiento era mostrar las resistencias, los caminos, las posibilidades. Esta advertencia hecha hace unos cuarenta años, es otra de sus enseñanzas y tiene hoy plena vigencia, incluso para aplicar en el uso de las redes sociales por parte de las dirigencias reconocidas, cuando existe la peligrosa tendencia, no de mostrar el movimiento de la sociedad y de las luchas, sino el propio y personal movimiento, no la opinión del partido, del colectivo sino la propia opinión, que debe darse y conocerse, por supuesto, pero sin que se convierta en obsesión y en razón de ser de todo.

Y no se trata solo de ser la voz de los que no tienen voz. También se trata, decía Vázquez, de dar espacio a múltiples voces. Voces propias. Y en sincero reconocimiento, el semanario ha mantenido y mantiene esa línea existencial.

Visión de futuro

La idea del Pacto Histórico como concepto profundo de un nuevo país y no solo la sumatoria de votos antiuribistas, también la pensaba hace dos décadas Álvaro Vázquez cuando señalaba los alcances de la unidad y los derroteros de la lucha contra las políticas neoliberales:

“El dilema de nuestra sociedad no es solo ni principalmente encontrar una salida al neoliberalismo. El desafío de las nuevas generaciones y del movimiento popular es construir una alternativa, un verdadero nuevo modelo. Que no es solo económico”.

Y remataba:

“Quienes tienen visión de futuro están en la obligación de contribuir a un auténtico despertar de las fuerzas del trabajo, de la intelectualidad, de la creación y de la ética.

De aquellos tiempos a estos hay nuevos actores, nuevas subjetividades, liderazgos remozados,  pero una misma línea transformadora encuadrada en la idea que recorrió el libro que Ediciones Izquierda Viva  le publicó en el 2004,  que recogía el periodo histórico acentuado en las movilizaciones indígenas, campesinas y populares de los tiempos del “nada qué celebrar” del bicentenario, al discurso y procesos transformadores de la ola progresista y del socialismo del siglo XXI que lideraran Chávez, Lula y Evo, entre otros.

Pasar de la resistencia a la alternativa.