Conquistar los derechos y la paz

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Foto: szeke via photopin cc

Luis Alberto Vanegas Z.

La crisis económica capitalista agudiza las contradicciones acumuladas por el sistema, y al pretender solventar sus dificultades a costa de los derechos de los trabajadores, no queda otra alternativa que la resistencia social y política en el marco de la más evidente lucha de clases.

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Es claro el incremento de las luchas obreras, sociales y cívicas; que han surgido frente a la crisis de la salud pública, la movilización estudiantil y ricas experiencias como la Minga Indígena, las marchas patrióticas por la democracia y la paz, la protesta campesina, los paros en Drummond y la rama judicial. Todos los días se expresa la inconformidad por los más disímiles temas.

Este panorama nos debe llamar a reflexionar por qué el modelo neoliberal continúa implantándose; una razón es que se dan luchas parciales, en muchos casos espontáneas, esto limita su contundencia para poner realmente en cuestión las políticas del régimen. La lucha social en Colombia no logra plasmar una propuesta integradora, que dé forma a una verdadera oposición social y política como sí lo han logrado algunos pueblos de América Latina.

Hoy la clase obrera, los sectores populares y políticos necesitamos encontrarnos para comprender la importancia de hacer ruptura con el modelo y mostrarnos dispuestos a recorrer un camino y una propuesta de un modelo diferente y alternativo a la lógica del libre mercado, a desnudar la apariencia de un Estado neutral que sólo busca ocultar su descomposición y defender los privilegios de una minoría.

Requerimos mayor convicción en el protagonismo popular priorizando la movilización social y política, partiendo de rescatar lo público y dar sentido transformador a esta acción. Uno de los escenarios naturales es la calle, movilización que ponga en cuestión el hegemonismo y la antidemocracia, rompiendo el silencio y el miedo con la rebeldía de la protesta social.

Consideramos que los movimientos sociales tenemos la responsabilidad de buscar la respuesta mediante el debate franco y la superación de prácticas que impiden una articulación plena y amplia de nuevos sectores y capas de la sociedad, que continúan apáticos y sumidos en la alienación ideológica, política y cultural.

Persiste aún la débil comprensión de encontrarnos y trabajar en unidad de acción a pesar de los esfuerzos de la Gran Coalición Democrática, el surgimiento de la Coordinación de Movimientos Sociales (Comosocol) y la reaparición del Comando Nacional Unitario, que no han logrado consolidarse como propuestas de alcance nacional y regional, situación que sigue facilitando la acción de cooptación ideológica y política; hecho reciente es lo ocurrido con el pliego estatal, donde el gobierno logra un acuerdo que utilizará para mostrar en los escenarios internacionales con el aval de las centrales, sin resolver problemas fundamentales de los empleados públicos.

Hoy es más vigente la necesidad de que el movimiento sindical se reconstruya como un instrumento de lucha colectiva y no para la conciliación de clases. En la actual coyuntura, Fecode se encuentra en estado de alerta frente a la negociación con el Ministerio de Educación, proceso que será evaluado en su junta nacional del próximo 23 de mayo para definir la hora cero de un paro nacional indefinido si el gobierno no ha atendido sus exigencias.

Estas experiencias de lucha deben servirnos para fortalecer el acumulado en defensa de los derechos ciudadanos. Pero debemos apostar al ascenso de la protesta social, en vía de una gran coalición por la solución política negociada al conflicto y la paz con justicia social. Eso representa construir un gran movimiento social por la paz para lo cual se requiere convocar la más amplia unidad de voluntades. Una de las iniciativas que puede cumplir este papel es la Ruta Social Común por la Paz. Se avecinan nuevas luchas que deben surgir desde las bases, las regiones, los marginados, las víctimas y todos los que aspiramos a vivir en un país con derechos, en paz y con democracia real.