Gabriel Becerra Y.
@Gabocolombia76
La candidatura ciudadana y política que lideran Gustavo Petro y Ángela María Robledo ha logrado convertirse en una opción real de gobierno. Contando los exitosos actos de cierre de la última semana en Medellín, Bogotá, Cali y Barranquilla, han sido aproximadamente 90 las manifestaciones en plaza pública y un millón de ciudadanos los que directamente han escuchado a Petro presentar y explicar el proyecto de gobierno de la Colombia Humana. Ninguna otra candidatura ha logrado despertar un entusiasmo y una movilización similar de estas dimensiones, lo que justifica en parte, a pesar de la fuerte campaña mediática en su contra, el porqué de su reconocido favoritismo.
Esta fórmula presidencial recoge el acumulado electoral de las principales luchas y aspiraciones democráticas existentes en los territorios y en sectores sociales estratégicos como los trabajadores y el cooperativismo, la intelectualidad progresista, el campesinado, los indígenas, sectores populares urbanos marginados y en la informalidad, la juventud y los estudiantes, la mujer, una parte de los ambientalistas, y un amplio y diverso movimiento de defensa de los derechos humanos, por la paz y las libertades civiles y políticas.
Generan desconfianza y rechazo en gran parte de las élites económicas y políticas, el latifundismo y las mafias del narcotráfico, los grandes monopolios de la información, y en algunos segmentos de clase media urbana, muy influenciados por la propaganda del miedo y el anticomunismo histórico.
En el campo político, de la izquierda y otros sectores progresistas, la candidatura ganó hegemonía en las bases sociales y conduce a nuevos alineamientos en curso. Más allá de los sectores que integraron la coalición Decentes y constituyen una parte importante de la organización de la campaña, en las regiones buena parte del electorado y el liderazgo del PDA, ASI, sectores de la Alianza Verde y el Partido Liberal, se han integrado a la misma, así como el Congreso de los Pueblos, Marcha Patriótica, entre otras militancias, incluyendo a sectores populares de los partidos tradicionales. Lo más seguro es que después de las elecciones, las tareas de la unidad y la articulación de nuevas convergencias estén a la orden del día.
En lo programático, representa una ruptura con el bloque de poder dominante y su casta política tradicional, su fracasada orientación neoliberal antisocial, sus énfasis extractivistas y depredadores de la naturaleza, su política latifundista, reaccionaria y conservadora, su orientación militarista de rechazo al acuerdo de paz y a la salida negociada.
Su apuesta fundamental, de gran valor táctico y estratégico en las circunstancias históricas de la sociedad colombiana, es la lucha por un gobierno democrático y una modernización económica, política, social y cultural de la nación colombiana, que las elites bipartidistas han sido incapaces de realizar. Su victoria, a la vez de representar un triunfo sin antecedentes en la historia nacional, constituiría un indiscutible aporte a la lucha por la paz, la democracia y la soberanía de los pueblos de Nuestra América.
Votar por Gustavo Petro y Ángela María Robledo es apostarle a un nuevo pacto de convivencia que retome el proceso constituyente democratizador expresado en 1991, poco a poco desmontado en años posteriores, pero hoy posible de profundizar con nuevas luchas, entre ellas, la defensa del Acuerdo de Paz y su potencial transformador, que es atacado desde muchos intereses y sectores, incluso firmantes del mismo.
No hay que dudar que a pesar de las adversidades, el pueblo y sus luchas de resistencia avanzan y que la política de la vida, del amor, de la justicia social, de la reconciliación nacional y del socialismo, necesitan ineludiblemente de un Gobierno Democrático.
¡A votar por Petro, para conseguir este gobierno y seguir avanzando!