Abejones

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Jaime Cedano Roldán
@Cedano85 

La campaña uribista le ha sacado el bulto a que su candidato presidencial debatiera cara a cara y frente a toda Colombia con el candidato de la Colombia Humana, Gustavo Petro. Temen, y no sin razones, que su buen muchacho haga un inmenso ridículo, que evidencie, aún más y pensando que esto fuera posible, su inmensa falta de ideas propias, de criterios, de experiencia y de un proyecto claro de país, más allá del que dice seguir fielmente de su guía, mentor, padre putativo y brújula ideológica, a quien con cara de patriótica y emocionada devoción llama “nuestro presidente eterno”.

Los grandes medios no se han esforzado por organizar los debates como lo han hecho en anteriores campañas y como se hace en todos los países. Ni siquiera les interesa la batalla por la sintonía. O pensarán que algunos de ellos mismos ya hicieron el debate con Gustavo Petro a nombre del candidato uribista, en algunas de las pocas entrevistas que “generosamente” aceptaron hacerle al candidato que minuto a minuto es objeto de sus criticas demoledoras. Como nunca antes los grandes medios asumieron su papel de vanguardia ideológica de una campaña, verdaderos jefes del aparato de propaganda. No son un cuarto poder.

Son el poder. Por ello editorializan, para vergüenza de la libertad de prensa, sobre las candidaturas. Llaman a votar, incitan a los odios y los miedos y cubren presurosos y diligentes las desnudeces del buen muchacho a quien pusieron a desempeñar el papel de candidato.

Por estas razones convirtieron un hecho fortuito y anecdótico como puede ser el de unas abejas espantadas por un helicóptero, en el centro de la batalla política, propagandística, mediática y digital de la campaña electoral. Una forma de echarle humo a la cobardía de eludir los debates con el adversario y de intentar mostrar el carácter violento, terrorista y amenazante del llamado petrismo. Saben que tienen unas masas enceguecidas dispuestas a creer lo que se les diga. Lo que diga Uribe vale para todo. Para designar candidatos, enemigos, peligros, paraísos y santorales.

Solíamos comparar a Álvaro Uribe con el expresidente peruano Alberto Fujimori. Estábamos profundamente equivocados. Uribe es realmente la continuidad del Duvalierismo con todos sus componentes de autoritarismo, terrorismo de Estado, corrupción, fanatismo y uso de los dogmas religiosos para controlar a los fieles y mantenerse el poder.

La “guerra de las abejas” ha permitido hacer más evidente el fanatismo y la irracionalidad del uribismo. Y este es el peligro existente con su posible regreso al control total del poder.

Pero como diría nuestro José María Vargas Vila…

“Las abejas, las únicas contra las que el uribismo no pudo”.