El acercamiento de Marx a Hegel

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Federico Hegel

Miguel Camilo Espinosa Ardila

El 27 de julio de 1770 nace en Stuttgart, Alemania, el colosal pensador, como lo llamara Karl Marx en su tesis doctoral, Georg Wilhelm Friedrich Hegel, casualmente en el mismo año que lo hacen dos gigantes más: Ludwig van Beethoven y Friedrich Hölderlin, el primero músico que aún nos desconcierta con obras como la Novena sinfonía, donde logra introducir y modificar partes del poema An die Freude (A la alegría, conocido mundialmente como “Oda a la alegría”) del inigualable dramaturgo Johann Christoph Friedrich von Schiller, llamando a la unidad no solamente alemana sino del mundo entero. El segundo, poeta romántico, estuvo con Hegel y el filósofo Friedrich Schelling en el famoso Seminario de Tübingen.

A pesar de la importancia que Hegel tiene no sólo para Marx y Engels, sino para la filosofía en general, resulta paradigmático y hasta escandaloso que desde las universidades y los partidos herederos del proyecto teórico de Marx pocos esfuerzos, sino nulos, se hayan realizado por conmemorar su aniversario 250.

Ya en el Prólogo a la segunda edición de El Capital, al darse cuenta de que Hegel es tratado como un “perro muerto”1, el mismo Marx se declaró “alumno de ese gran pensador”; y, por ello, considero que reivindicarlo hace justicia con su papel dentro del pensamiento crítico, y, sobre todo, con lo que para Marx representó.

Educación kantiana

En consecuencia, me he propuesto mostrar en este artículo ese primer acercamiento de Marx a ese gigante, conocido en estos medios, pero del que no se acentúa tanto como el de su ruptura, y mucho menos con el de su revaloración desde mediados de la década de 1850.

Heinrich Marx, el padre de Karl, era kantiano, y así se puede reconocer en la carta que aquél le dirigiera el 18 de noviembre de 18352. Se conoce por la famosa carta al padre de 1837 que Marx mismo reconoce esta relación: “Del idealismo, que yo, dicho sea de paso, comparé y alimenté con el [idealismo] kantiano y fichteano, llegué a buscar en la realidad misma la idea”3. Así las cosas, antes de su acercamiento con Hegel, Marx había recibido una educación marcadamente kantiana, y que había ampliado con otros sistemas filosóficos, como el de Johann Gottlieb Fichte. Sin embargo, su propio desarrollo producirá una ruptura con su concepción previa, justo cuando hace aparición Hegel, a tal punto que, al inicio de la carta caracteriza todos esos momentos como un “punto de transición”.

¿Es Hegel quien produce esa ruptura? Pareciera no deducirse ello de la carta, al menos no sin la mediación de una falla en la fundamentación del Derecho. Él mismo se da cuenta de cuando escribe: “El error yacía en que yo creí que la una podía y debía desarrollarse separadamente de la otra, y de esta manera, no obtuve una forma real sino un escritorio con gavetas, en los que esparcí arena más tarde”4.

Validez del Derecho

Efectivamente, y como dice unos párrafos antes, consideró primero la “Metafísica del Derecho”, donde se encontraban separados los derechos de su contenido, y luego, en la segunda parte, la “filosofía del Derecho”, donde se exponían tales fundamentaciones jurídico-metafísicas en el Derecho positivo romano, “como si el derecho en su desarrollo del pensamiento […] podría ser, en general, algo diferente de la configuración del concepto de derecho, que aún debería abarcar la primera parte”5. Es decir, en la interpretación inspirada en Kant y Fichte, la “validez del Derecho hay que deducirla de unos principios filosóficos generales”6.

Esa contraposición que escinde el mundo jurídico, y que deduce lo real como desarrollo conceptual de una metafísica jurídica, sin tener en cuenta el marco histórico, lo comprende como una insuficiencia, y por esta forma llega a encontrarse con Hegel. Ello queda claro cuando Marx, después de ver fracasada su fundamentación metajurídica, señala en la carta lo que sigue: “y nuevamente caí en cuenta que sin la filosofía no es posible penetrar”7. Es entendible, entonces, que su acercamiento a la filosofía, y a la hegeliana en particular, que supera el proyecto kantinao, se diera por buscar otros horizontes teóricos.

Este acercamiento no fue fácil, y en la misma carta lo expone: “Había leído fragmentos de la filosofía hegeliana, cuya grotesca melodía rocosa no me agradó”8. Narra también que, durante una enfermedad, conoció a Hegel de principio a fin, y que ya frecuentaba el neohegeliano Club de los doctores, en cuyo seno se formaban discusiones filosóficas.

En el mar del pensamiento

En la Universidad de Berlín, aún con la muerte de Hegel, el espíritu hegeliano aún seguía recorriéndola, a tal punto que Schelling, su anterior amigo, y ahora declarado enemigo filosófico, es llamado a conjurarlo, al igual que a los neohegelianos. Basta leer a Friedrich Engels para seguir estas discusiones, por ejemplo, en el Anti-Schelling o el Diario de un oyente.

Tan hondamente caló Hegel en Marx, que compuso el poema titulado “II. Hegel. Epigramas”9, del cual, a pesar de lo problemático que ha resultado, traducimos partes para el acceso del público:

  1. Hegel. Epigramas.

1

Porque descubrí lo más alto y encontré la profundidad reflexionando,

soy grosero, y, como un dios, me envolveré en la oscuridad como él.

Por mucho tiempo investigué y navegué en el vibrante mar del pensamiento,

y entonces, allí encontré la palabra: me aferro fuertemente a lo encontrado.

[…]

3

A Kant y a Fichte les gusta en el éter navegar,

buscaron allá una tierra remota;

sin embargo, yo solo busco comprender profundamente

lo que yo, ¡en la calle encontré!

4

Perdónanos, epigramas,

cuando cantamos fatales melodías,

nosotros nos hemos formado de acuerdo con Hegel,

y, de su Estética aún no me he apartado.

En conclusión, como se percibe, el acercamiento a Hegel por parte de Marx fue complejo, pero determinante durante toda su vida. Su relación con este colosal pensador fue constante, sobre todo en su período juvenil, y que, si bien tiene rupturas, no puede considerarse que no reivindique aspectos de su pensamiento filosófico posteriormente. Ni un Marx antihegeliano, ni un Marx hegeliano, es lo que estoy reivindicando en este texto, sino esa presencia permanente sin la cual es imposible pensarlo. Un fantasma recorre a Marx, el fantasma de Hegel.

1[1] MARX, Karl. Werke. Volumen 23. Berlin: Dietz Verlag, 1962. p. 27.

2[1] Ibid. Volumen 40. 1968. p. 618.

3[1] Ibid. p. 8. Traducción del autor.

4[1] Ibid. p. 5. Traducción del autor.

5[1] Ibid. p. 5. Traducción propia.

6[1] GALCERÁN HUGUET, Montserrat. Una carta de Marx a su padre del año 1837. En: Anales del Seminario de Historia de la filosofía. 1982-1983, volumen 3. p. 144.

7[1] Op. cit. p. 7. Traducción propia.

8[1] Op. cit. p. 8. Traducción propia.

9[1] Op. cit. pp. 607-608. Traducción propia, contrastada con la traducción al inglés de MARX, Karl y ENGELS, Friedrich. Collected Works. Volumen 1. Digital Edition: Lawrence & Wishart, 2010. pp. 576-577.

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