“El Acuerdo de La Habana no quedó hecho trizas”

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Conversatorio de coyuntura política en VOZ.

Redacción política

El semanario VOZ reunió en el salón “Manuel Cepeda Vargas” de sus instalaciones en Teusaquillo, a un selecto grupo de dirigentes de la izquierda, para conversar sobre la integridad del Acuerdo de La Habana, sus perspectivas y la importancia de un proyecto alternativo por la democracia y la justicia social. Participaron los senadores Iván Cepeda Castro (Polo Democrático Alternativo) y Jairo Estrada Álvarez (Voces de Paz), Jaime Caycedo Turriago, Secretario General del Partido Comunista Colombiano y Rodrigo Granda o “Ricardo Téllez” de la Fuerza Alternativa Revolucionaria del Común (FARC). Por el semanario VOZ, Carlos A. Lozano Guillén, director, y los editores Carolina Tejada y Hernán Camacho.

Tres preguntas se sometieron al debate de los entrevistados:

1.- ¿Qué balance hacen de la implementación del Acuerdo de La Habana? ¿Quedó hecho trizas o el vaso está por la mitad o por debajo de ella? ¿Qué pasó en el Congreso del República?

2.- ¿Cuál es la perspectiva del Acuerdo? Algunos analistas plantean que llegó el momento de la Asamblea Nacional Constituyente, ¿le ven alguna posibilidad? ¿Cuál es la alternativa?

3.- El significado de la unidad cuando está en marcha un proceso electoral y se impone a la izquierda y fuerzas progresistas y democráticas aunar esfuerzos para abrir el camino a cambios democráticos y sociales y defender el Acuerdo de La Habana y los diálogos con el ELN.

Una gran conclusión es que el Acuerdo de La Habana no quedó hecho trizas; que hay posibilidades de avanzar en la defensa del mismo y por cambios estructurales que el país reclama. Una nueva Colombia es posible.

–¿Qué balance hacen de la implementación del Acuerdo de La Habana? ¿Quedó hecho trizas o el vaso está por la mitad o por debajo de ella? ¿Qué pasó en el Congreso de la República?

–Jairo Estrada: La implementación normativa en su fase parlamentaria, no cumplió con lo que estaba previsto. Particularmente, quedaron pendientes las tareas de reforma política, en general estamos hablando del contenido de apertura democrática; en materia agraria no fueron muchos los avances, aunque se debe destacar la aprobación vía decreto del fondo de tierras y a la formalización de las mismas.

En materia de víctimas y conflicto, se aprobó el sistema integral pero se produjeron importantes reducciones respecto de las expectativas que había frente a la Jurisdicción Especial para la paz. Es conveniente recordar que la implementación es un proceso en un campo en disputa que no se reduce a la implementación normativa y por eso los análisis que se hagan no se pueden suscribir de manera exclusiva a ese aspecto. En suma hay avances legislativos insuficientes y tareas por cumplir.

Urgencias

Yo destaco que de esas tareas, las más urgentes son: el contexto normativo del Plan Marco de Implementación y el catastro multipropósito, que son claves a la hora de la implementación. Ahora, con la excepción de sectores importantes que acompañaron el proceso de paz, el Congreso no estuvo a la altura del momento histórico. Particularmente se debe destacar el filibusterismo del Centro Democrático, así como las posturas de Cambio Radical y de estricto interés electoral, variaron sus apoyos a la paz.

Quiero destacar la labor de sectores que acompañaron el proceso de paz como el Polo Democrático, algunos integrantes de la Alianza Verde, Opción Ciudadana, sectores mayoritarios de la U y Partido Liberal y sectores indígenas.

–Iván Cepeda: Esta implementación ha mostrado que la crisis del sistema político colombiano es incorregible. Este proceso de implementación en el Congreso, una institución inviable con una crisis de larga duración, que comenzó con los escándalos de parapolítica y que hoy vemos, en el escándalo del cartel de la toga, los efectos de la participación paramilitar en el parlamento. La implementación ha puesto de manifiesto la estructura del Estado colombiano y la esencia del sistema político que requiere una reforma profunda al punto que la idea de una constituyente como pacto político nacional, contenido en el acuerdo, es vigente. La crisis es tan profunda que advierto: reformas a la justicia y a la política tramitadas por este Congreso son inviables. Los cambios necesarios para el país van a requerir de unas nuevas reglas de juego.

Ahora bien, el carácter del Acuerdo de Paz es poderoso, no es trivial como lo señalaban algunos sectores. Para nosotros es lo potencial y transformador del acuerdo. El acuerdo no es la entrega del país a las FARC, una mentira más. Lo que demuestra la existencia del Acuerdo de Paz es que toca los cimientos del país, el sistema político y toca el modelo económico, tan es así que cuando se llegan a los puntos más álgidos del asunto surge un consenso en el establecimiento para intentar limitar al máximo los alcances del acuerdo, y me refiero a negarse a legislar en lo esencial con la estructura y tenencia de la tierra en Colombia.

Extrema derecha

Yo no soy de los que cree que el acuerdo está hecho trizas. Mientras la extrema derecha siga teniendo la posición dura respecto a los acuerdos, es buen signo para entender que lo conquistado hasta ahora es fundamental. Por ejemplo: La participación política del nuevo partido es una conquista de unas dimensiones democráticas y altamente valoradas, la participación de las FARC en el escenario electoral y en el debate público es una ganancia.

Estoy seguro de que el Sistema de Verdad, Justicia, Reparación y no Repetición, es un dolor de cabeza para los autores de los crímenes de Estado y las violaciones de derechos humanos desde la función pública.

–Ricardo Téllez: Nosotros considerábamos que la etapa más difícil fue La Habana y creíamos que la implementación iría sobre rieles con mínimas dificultades. Pero las dificultades presentadas después de la firma son muy grandes. Primero, porque entraron otros actores del Estado como la Corte Constitucional a jugar un papel en la implementación, que cambió toda la esencia del fast track, y el Congreso, que abrió una fase de renegociación y cambios al acuerdo. El resultado es la desfiguración del mismo. Lo que hoy se conoce como acuerdo no es lo que nosotros firmamos en Cuba.

Si uno se enfoca en el primer punto, puede denunciar que no se les ha entregado la primera hectárea de tierra a campesinos. Para los excombatientes que hoy son campesinos con ganas de cultivar la tierra, no ha llegado lo pactado, tierra para proyectos productivos. De los 32 espacios de reincorporación, el Gobierno nacional solo ha entregado dinero para la financiación de tres proyectos productivos.

Promesas incumplidas

El entorno de los escenarios de guerra y la implementación de políticas sociales alrededor de los territorios donde hacíamos presencia ha quedado en promesas. Eso crea una situación compleja para los habitantes de allí. Un año después de la amnistia podemos decir que 1.125 prisioneros de guerra aun no recobran su libertad. Y otros excombatientes que salen de la cárcel y los capturan para llevarlos a audiencias penales por el delito de rebelión. Comienza además, la campaña mediática por los delitos sexuales que quedaron por fuera de las sanciones de la JEP. Estos ejemplos son básicos en términos de cumplimiento para el Estado; por eso lo que sigue es una disputa jurídica, movilización social y protesta por el cumplimiento de los acuerdos que se convirtieron en herramientas de trabajo político para el pueblo colombiano. El acuerdo es un avance y una herramienta de acción política.

Nosotros no vamos a caer en la trampa de un retorno a la vía armada. La dirección de las FARC ha sido totalmente clara. Entonces, quienes pretenden desesperarnos, pues les decimos que esa paz, nos pertenece a todos, y quienes quieren sacarle partido a la paz en contra de los acuerdos se quedaran fuera de la historia.

–Jaime Caycedo: Respecto a la implementación hay que valorar sus frutos. Tenemos que profundizar en una nueva correlación de fuerzas porque la paz va a requerir de una fuerza de masas amplia y mayoritariamente definida. Por eso hay que comprometer mucho más a los sectores populares y la solidaridad con los territorios y sus propias reivindicaciones. Ya se ve en los departamentos un ánimo de agrupamiento de organizaciones sociales y liderazgos que permitirá de a poco ir alimentando una fuerza al servicio de la paz.

Nosotros nos quejamos de la carencia de voluntad del Estado, pero tengamos en cuenta que somos un país condicionado a la voluntad de los Estados Unidos y sus intereses políticos y militares que tiene una incidencia fuerte en la política colombiana, digamos que aquí hay una incapacidad de la burguesía de poder llevar a término razonable la paz, entonces no pierden momento para imponer obstáculos para que las cosas no avancen.

–¿Cuál es la perspectiva del Acuerdo? Algunos analistas plantean que llegó el momento de la Asamblea Nacional Constituyente, ¿le ven alguna posibilidad? ¿Cuál es la alternativa?

–Jairo Estrada: Yo quiero destacar que el momento político, como lo identifican los historiadores y estudiosos de las luchas de clases, es el miedo al pueblo o a las reformas. La potencia transformadora de los acuerdos de La Habana es de tal significado, que su implementación desata fuerzas violentas. Lo que significa que estamos en esa pugna ideológica fuerte. A mí me gusta la frase de Gramsci, “lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer”, y en ese instante aparecen todos los demonios. O bien para un ciclo reformista o seguir en un periodo de gatopardismo.

El cambio político y cultural del acuerdo de paz y de su implementación es todavía imperceptible. La transformación más grande es la posibilidad de superar el estado de excepcionalidad permanente de la guerra hacia un nuevo periodo histórico que se va disputar la paz y sus consecuencias. Ese es el primer logro de los acuerdos.

Guerra jurídica

En lo inmediato uno percibe la idea de continuar la guerra propia del enemigo interno por la vía política y por la vía judicial. Para unos la guerra no acabó sino que cambió de escenario, sin dejar a un lado la continuidad del asesinato de líderes sociales. La campaña mediática contra los antiguos guerrilleros con el desprestigio por delitos sexuales, o todo lo que se está activando con la fiscalía por temas de enriquecimiento ilícito y testaferrato, dejando un manto de inseguridad jurídica, es grave. Sigue viva la idea de la venganza y el camino es sacar a los excombatientes de la JEP y llevarlos a la justicia ordinaria como mecanismo de extensión de la guerra.

–Iván Cepeda: Los problemas de la gigantesca lucha democrática es el debate político colombiano para las próximas elecciones y los próximos años. Estamos arrancando la batalla política más importante para este tiempo y tomará varios periodos. El final del fast track no es el final de la implementación de los acuerdos debido a que todos los funcionarios del Estado tienen que implementar el acuerdo por los próximos tres periodos legislativos.

El otro componente a tener en cuenta es el internacional. El Estado colombiano ha adquirido una responsabilidad internacional a la que no puede hacerle el quite y en los próximos meses va tener desenlaces y repercusiones, por ejemplo: la decisión de la Corte Constitucional de excluir a los llamados terceros civiles y excluir la responsabilidad de los altos funcionarios del Estado, es una decisión de repercusiones internacionales que aún están por determinar.

La Corte Penal Internacional hizo advertencia sobre ese tipo de asuntos. Bajo ningún precepto podría ser la JEP una instancia para juzgar y sancionar a una sola de las partes y menos descarga la impunidad de crímenes de Estado en militares de bajo rango.

–Ricardo Téllez: Para nosotros la prioridad es la reorganización del nuevo partido y movernos en torno a la campaña política.  Las coaliciones y alianzas de quienes quieren abrazar el movimiento por la paz, estamos ahí, interesados en que la bancada de la paz que acompañará el próximo congreso sea un número considerable, creemos que es necesario llegar a una candidatura presidencial única de todos los sectores sociales.

Constituyente

Desde La Habana, pedimos una Asamblea Constituyente. Pero realmente lo que no se ha cumplido del acuerdo y las modificaciones retrógradas a los acuerdos puede definir en el mediano plazo las razones para una Asamblea Nacional Constituyente, porque la crisis de la clase gobernante es profunda. La situación política cambia para bien, las mayorías son las que están por los avances y consolidación de la paz y del otro lado los que quieren seguir con el régimen de dominación en crisis y con la consecuencia dañina que eso trae, como detener los avances sociales y democráticos del país. Por eso la importancia del gobierno de transición con una plataforma y un programa mínimo para una nueva forma de hacer política. Todo lo que se ve en política con componendas y acciones mafiosas debe cambiar en el país.

–Jaime Caycedo: Cuál es la oferta del sistema político y económico para adelante: la guerra de baja intensidad con la prolongación del genocidio como instrumento político y una herramienta de sometimiento. Por eso creo que tipos como Vargas Lleras, asumen las banderas del uribismo para alinear a toda la derecha en favor de las elecciones con un discurso de contrainsurgencia social y atentar contra la izquierda con cualquier excusa o consigna como el “castrochavismo”.

Hay una oportunidad para crear las condiciones de avanzar en esta etapa. Por ejemplo, la lista unitaria y la convergencia en el plano legislativo y el esfuerzo para concretar la idea del cambio político con una poderosa carga democrática. Aquí lo que se necesita es un gobierno que cumpla y ese tema tiene gran repercusión de masas. Se realizan paros por las promesas que se incumplen. Es posible un cambio democrático si logramos manejar con inteligencia las decisiones de unidad.

–El significado de la unidad cuando está en marcha un proceso electoral y se impone a la izquierda y fuerzas progresistas y democráticas aunar esfuerzos para abrir el camino a cambios democráticos y sociales y defender el Acuerdo de La Habana y los diálogos con el ELN.

–Jairo Estrada: El Acuerdo de Paz sirvió para reconfigurar el espectro político. Nos hemos acercado a más claras definiciones ideológicas, entre la derecha de rasgos fascistas, ultraderecha y el espectro de la izquierda, y ese proceso nos revela con fuerza una afinación política y con ello una configuración política del sistema que supere esos rasgos clientelistas, criminales y corruptos.

Justamente esa reconfiguración que se está advirtiendo, posibilita un proceso de unidad con un significado diferente. Así lo hace la derecha y la ultraderecha, se está configurando en muchas tendencias. Y nosotros vamos con una unidad que hasta ahora va sin forzarse pero intentando forzar definiciones y acciones programáticas. Solamente los esfuerzos de Coalición Colombia. Otro esfuerzo importante es el que se traduce en la Lista Decente. Y está la manifestación de voluntad de las FARC para lograr una gran convergencia nacional.

Unida, unidad

En la medida que se vaya desatando el proceso electoral se va a realizar encuentros, incluso con la candidatura del Partido Liberal. Yo veo en el espectro político que no se construye de manera forzosa, sino que esta va madurando de manera natural. Ahora es estéril el esfuerzo de unidad si solo se piensa en cuanto a la movilización electoral del próximo año, es insuficiente.

–Iván Cepeda: Hay rangos fundamentales, primero la pluralidad de fuerzas en el espectro popular y la izquierda, como pocas veces en la historia hay un abanico de fuerzas nuevas. incluidas el nuevo partido y la Unión Patriótica que en la escena son dos ejemplos de este momento. Los indígenas y afros con una historia reciente, el progresismo que también ha logrado vincularse con fuerza en el espectro político y ahora electoral, y las fuerzas de tradición parlamentaria como el Polo y Alianza verde. Hay una posibilidad real de un bloque social y popular que se puede convertir en perspectiva de gobierno. Pero se advierte que toda pluralidad puede devenir en una dispersión, por eso la necesidad de alianzas fuertes, coaliciones y diálogo entre coaliciones. Pensando, no solo en la lucha electoral del año 2018, sino las de 2019, es decir, ganar unidad para enfrentar estas luchas y las sociales que se dan en todo momento.

–Jaime Caycedo: Hay que cuidar la unidad de los vanguardismos y necesitamos introducir el elemento constituyente en el seno de la unidad de los procesos electorales y de masas de las fuerzas progresistas y democráticas del espectro de la paz y las transformaciones. La Lista de la Decencia es un gran valor que nos obliga, por las propias circunstancias políticas a presentar también sobre la base, como lo ha dicho el Partido Comunista, de un programa común. Estamos seguros de la idea de sustancia es convertir cada lucha social y cada plataforma electoral en un contenido constituyente.