Adiós, fracking

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José Ramón Llanos

Los que en Colombia en vez de materia gris en el cerebro tienen una sustancia bituminosa y en lugar de corazón, tienen un cofre, que sueñan siempre repleto de dólares. Esos que han presionado a su presidente -como también le llamaba el desaparecido Ñeñe- para que autorizara la explotación del petróleo de esquistos, o sea mediante el fracking, debo reconocer, con gran satisfacción colombianista para nosotros, y para inmanejable dolor, aun con morfina, de ellos, que deben decirle: adiós fracking. O por lo menos, un hasta luego.

Un hasta luego que no se concretará sino el año próximo. Como suelen decir en la costa Caribe, ¡de vaina! Y ¿por qué? Fácil sería decir: Por el coronavirus. Pero no. La cuestión es más complicada. Pudiéramos afirmar que la cosa comenzó allá por el año 2016, cuando los Estados Unidos, sin pararle bolas a los riesgos que ello implicaba, empezó a explotar petróleo utilizando el fracking. Método, a más de costoso, depredador del medio ambiente y parece que generador de temblores, no en el cuerpo, sino en la tierra. Eso que los geólogos llaman sismos. Contamina las aguas freáticas, etc.

En 2016, dado el alto precio del petróleo, unos inversionistas norteamericanos decidieron exponer una parte de sus capitales para explotar el petróleo de esquistos, como ya se dijo, mediante el fracking y convirtieron a Estados Unidos en el primer productor de ese mineral en el mundo, desplazando a Arabia Saudita. Posteriormente los estadounidenses devinieron el primer exportador del orbe.

Esta novedad les restaba importancia geopolítica a 23 países exportadores de petróleo aliados en la OPEP, Organización de Países Exportadores del hidrocarburo. Recordemos que de esa organización, hacen parte Rusia y Arabia Saudita, por tanto, no iban a dejarse ningunear de los Estados Unidos y empezaron a armarle la trampa a Trump. Cosa fácil, porque hasta el apellido del susodicho, lo hace expedito: se pronuncia, Tramp. Esa cuestión fonética, más la astucia conocida desde Las mil y una noches, sumada a los artilugios de Putin, heredados de Rasputín, lograron engañar a Tramp y cayó en la ídem, agregándole la vocal.

Aparentaron el árabe y el moscovita que peleaban y no se ponían de acuerdo para ver si reducían la producción del petróleo, para aumentar el precio, Trump, les creyó y empezó a comprar el oro negro para llenar sus depósitos para tener suficiente combustible por si acaso estallaba un conflicto bélico. Pero los que armaron la Trump, no cayeron en la cuenta que al campo de batalla había llegado un cazador, pequeño habilidoso y mutante, llamado coronavirus y ahora todos son víctimas de este, están perdidos. Veamos las consecuencias.

Cierre de la industria, el comercio, los aeropuertos y fronteras, confinamiento a nivel mundial, no circulan los automóviles; se redujo el consumo de petróleo un 40 por ciento. El precio del petróleo, según el diario Le Monde tuvo una “caída brutal e inédita”. Según Le Fígaro: “el petróleo sufre una caída libre y pasa bajo la barrera de cero dólares”. Precisamente, -37 dólares. “Cataclismo en el mercado petrolero en Estados Unidos”, El País de España.

Y añadimos: Ecopetrol, en peligro.

Y consecuencia final: Caída de las principales bolsas del mundo y cunde el pánico y ahora temblor en los cuerpos de los capitalistas más tesos. Yo digo: Adiós, fracking, que te vaya bien. O como dirían los frackingófilos, Good Bye.

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