María Eugenia Londoño
Desde el mismo día de las elecciones a la Presidencia, se evidencian fuertes vínculos con el narcotráfico y donde resulta difícil encubrir su cogobierno, así como la impunidad, la corrupción, el favorecimiento de las empresas privadas y el sector financiero por cuenta del erario, las múltiples concesiones a las multinacionales, gracias al desplazamiento forzado y la devastación de los recursos naturales, la renuencia a la inversión social y la aberrante naturalización de una violencia de Estado que pretende, por su más cruenta fuerza represiva, acallar las voces de quienes se atreven a levantarla contra un gobierno indolente, al que poco y nada le interesa gobernar para el pueblo.
Así han trascurrido tres años de gobierno Duque, en el que según Indepaz, se registran solo en el 2021, más de 60 masacres y 281 excombatientes asesinados; lo que evidencia el fortalecimiento de la política de guerra; adicionalmente, el Gobierno no negocia con los sectores sociales sus demandas, se niega lo pactado y reformula de forma regresiva las negociaciones y sus acuerdos.
En esta lectura de la realidad material, objetiva y concreta del régimen, es preciso caracterizarlo como fascista, por cuanto su política de segregación, dogmatismo, fanatismo, estigmatización, concentración de poder, represión y violencia, no deja hacer una lectura más alentadora.
En ello, el magisterio representado en FECODE, ha sido blanco del régimen, por cuanto su capacidad movilizadora, su presencia a lo largo y ancho del país; sus posibilidades de comunicación directa con las comunidades y su fortaleza, dada la aparente estabilidad laboral, le robustecen en su actuar permanente en defensa de la educación pública estatal y los derechos, no sólo del magisterio, sino de la clase trabajadora en general; tales ataques pasan por la limitación de la libertad de cátedra y la autonomía escolar, así como la promoción de matrices mediáticas que pretenden denostar de su labor.
En ello, la categoría más empleada, ha sido la de adoctrinadores, con la que pretenden enmascarar quienes pretenden inculcar a la población, determinadas ideas o creencias; estos ataques, que pasan por decir que los maestros y maestras “no trabajan”, que “todo lo quieren regalado”, que la “baja calidad” medida en estándares internacionales, es producto de su falta de compromiso y no de las causas estructurales de desigualdad, así como de la agudización de las brechas educativas; no son nuevos, sin embargo, su connotación hoy es aún más grave y preocupante, por cuanto buscan que su impacto directo esté dado en la privatización de la educación y en la limitación de agitación para el ejercicio de la movilización.
FECODE ha venido exigiendo que se defina concretamente la reforma constitucional al Sistema General de Participaciones, por medio del cual se garantizaría una financiación adecuada, no solo a la educación, sino también a la salud pública y al saneamiento básico, entre otros de interés social. Su tarea resulta incómoda para el Establecimiento.
De igual forma, ha exigido el avance en la implementación de los acuerdos de paz, promoviendo desde su formación, la necesidad de avanzar hacia la Escuela Territorio de Paz. Hoy más que nunca, FECODE sigue en pie de lucha reforzando sus acciones en defensa de la vida, la paz, la democracia y la educación pública estatal, por lo que se requiere cerrar filas en su defensa y allí estará, sin duda, el magisterio en pie de lucha.