Agrocombustibles y agronegocios

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Foto internet.

Iván Posada Pedraza

Se denominan agrocombustibles aquellos que se obtienen de materias primas renovables como la biomasa de plantas y animales con los cuales se obtiene energía para diferentes usos, como poner en movimiento generadores de electricidad, vehículos, etc. Algunas modalidades de agrocombustibles son el etanol, que se obtiene de la caña de azúcar, maíz y cereales; los aceites de plantas a partir de los cuales se obtiene el biodisel (palma, soya, girasol); el biogás que se produce a partir de materia orgánica, estiércol y sobras de cosechas.

Desde el gobierno de Andrés Pastrana (1998 – 2002) y luego en la administración de Uribe Vélez (2002 – 2010) como política agraria se impulsó y estimuló a través de diversos subsidios e incentivos (exenciones tributarias, obligatoriedad en la mezcla de gasolina con etanol y de diésel con agrodiesel, incremento de precios, estabilidad jurídica, etc.), medidas que permiten asegurar el mercado interno. Es ni mas ni menos que el traslado de recursos públicos al sector privado sin ningún tipo de contraprestación.

Potencia en agrocombustibles

Hoy día en el Valle del Cauca existen cinco ingenios que han instalado destilerías para producir alcohol carburante con una capacidad de producción de 1.100.000 litros diarios, lo que representa el 60 por ciento del mercado interno. Estos son: Incauca, Providencia, Risaralda (propiedad de Ardila Lule), Manuelita y Mayagüez. El Gobierno subsidia a estos ingenios con más de 120 millones de dólares al año, vía de exención de impuestos.

En este sentido la política pública va dirigida a que Colombia sea convertida en una potencia mundial en producción de agrocombustibles, propósito que va en contravía de la realidad del mercado mundial por un lado, y por el otro, por las repercusiones en lo económico, social, ambiental, laboral, y en seguridad alimentaria.

En lo económico está demostrado que la producción de agrocombustibles a gran escala no es viable ni sustentable, razón por la cual el empresariado no asume los riesgos y por eso se recurre a los gigantescos subsidios estatales.

En Indonesia y Brasil, dos de los mayores productores mundiales de agrodisel, los costos de producción son 115 y 90 por ciento respectivamente menores que en Colombia. Estados Unidos que produce etanol a partir del maíz también se ubica como uno de los grandes productores mundiales.

Impactos negativos

En lo energético los agrocombustibles no son los sustitutos del petróleo o el carbón; en lo ambiental el efecto es nocivo pues estos cultivos requieren grandes cantidades de agua, degradan los suelos por el empleo de abonos, fertilizantes, pesticidas, etc., tala de zonas boscosas para dar paso a los monocultivos, etc. Grandes extensiones de tierra con vocación agrícola que potencialmente podrían suministrar alimentos a miles de colombianos, son utilizadas en agrocombustibles.

En el tema laboral mientras que la agricultura tradicional genera 35 empleos por cada 100 hectáreas, la caña de azúcar y la palma aceitera solo crean 10 puestos de trabajo. Cultivos tradicionales como el café, algodón, maíz, tabaco, papa, generan más empleos por unidad de área que los agrocombustibles. En el caso específico del proceso de corte de la caña, cada día emplea menos mano de obra pues este tiende a mecanizarse rápidamente. Hoy día una cortadora de caña puede reemplazar el trabajo de 140 – 150 operarios.

Igualmente, estos agronegocios atentan contra la seguridad alimentaría pues reducen la variedad de productos de la canasta básica familiar, facilitan la especulación con los precios de los alimentos básicos y minan paulatinamente la pequeña y mediana economía campesina.

En el entorno latinoamericano países como Argentina, Brasil, Uruguay, Paraguay e incluso Bolivia, ya están sintiendo los efectos nocivos de este modelo productivo por los altos costos ambientales y socioeconómicos, entre otros.

En las condiciones actuales del agro colombiano la proliferación de monocultivos ha incrementado los conflictos por la tierra, el desplazamiento forzado de las comunidades, incluso adjudicación de baldíos a empresarios, hechos que van en abierta contradicción con los acuerdos de La Habana en lo que tiene que ver con la Reforma Rural Integral.