“Una bancada que construya mayoría en favor de la paz, que trabaje por los cambios de fondo para el país y que permita la diversidad. El propósito común: la paz”
VI Congreso Nacional de la Unión Patriótica. Un Congreso para los nuevos tiempos
La Unión Patriótica tendrá su Congreso Nacional, máxima instancia de decisión de ese partido, desde el próximo jueves 24 de junio, en Bogotá. Unos cuatrocientos delegados de todo el país e invitados especiales van a decidir el rumbo político de la colectividad nacida en 1985 en el marco de los diálogos de paz de La Uribe, Meta. Tres décadas después, ese sueño de paz ya se materializó con la firma de los acuerdos de La Habana y ahora el reto es consolidar la paz estable y duradera. Hablamos con la presidenta de la colectividad, Aída Avella, sobre los temas más destacados que serán debatidos por los delgados.
–¿Cuál es la importancia del VI Congreso Nacional de la UP?
–El sexto congreso de la Unión Patriótica tiene un lema muy significativo: la unidad para la paz y la democracia. Esta es una manera de contribuir en un momento histórico, después de la firma de los acuerdos de La Habana entre las FARC-EP y el Gobierno nacional, y su proceso de implementación. Hacer entender que este es el hecho político más importante de principios de siglo y eso demanda que la Unión Patriótica discuta las orientaciones políticas, ideológicas y organizativas necesarias para este tiempo. Tenemos que actualizar la plataforma política, los estatutos de la UP y la elección de la Junta Patriótica Nacional.
Los que han gobernado el país por más de dos siglos, nunca han querido hacer las reformas democráticas y avanzar en saldar las deudas sociales que tienen con el pueblo colombiano. La Colombia profunda nunca ha tenido atención del Estado. Esos son apenas algunos de los muchos temas que vamos a discutir en el Congreso. Pero sobre todo tenemos un tema que vamos a convertir en una batalla por el futuro y la existencia de las presentes y próximas generaciones: el agua.
–¿Un tema propicio para estos tiempos?
–Defender el agua es defender la vida, defender el agua es evitar que los colombianos tengan que desplazarse ya no por la violencia sino por la carencia de agua, gracias a la avaricia de las multinacionales y a las grandes empresas que viven de la extracción de riquezas naturales. También nos vamos a dar a la tarea de defender los páramos. No estamos de acuerdo con la explotación irracional del agua de los páramos y tampoco estamos de acuerdo con las actividades económicas que se pretenden hacer allí, incluso actividades de turismo con permiso de las autoridades ambientales. Nada de eso, los páramos se respetan en su integralidad. Así como se respeta la voluntad popular de quienes votan en contra de los megaproyectos mineros. La gente sabe que con agua se hace una sopa, pero con petróleo no.
–El momento político que vivimos, no es ajeno a la UP ¿La propuesta política que surja del Congreso será un respaldo a los acuerdos de paz?
–Sin duda, nosotros nacimos para la paz en 1985, esa es nuestra naturaleza. Ahora, a ese anhelo, se le suma la implementación de los acuerdos y ampliación de la democracia. Hay que reconocer cosas muy valiosas que nos trae la paz y que los enemigos del proceso se resisten a aceptar. Escuché a la esposa de un alto oficial del Ejército refiriéndose al cambio drástico que ha tenido el Hospital Militar, allí ya no llegan heridos de guerra, eso es un avance significativo. Ese hospital, que es público debería, con toda su infraestructura, abrir la puerta a los civiles. Esto nos da un índice de lo bueno que trae la paz. Es que los recursos de la guerra deben estar destinados a los programas sociales para el beneficio de todos los colombianos. Propuestas como esas se reflejarán en las discusiones del Congreso. Ahora lo cierto es que estamos derrotando políticamente a los enemigos, envenenados con el odio.
–Usted dice que se viene la ampliación de la democracia. ¿Cómo se hace?
–Cumpliendo los acuerdos de La Habana. El Congreso de Colombia tiene una fea costumbre de crear leyes, pero no reglamentarlas. Y cuando se trata de leyes que permitan, por ejemplo, ampliar la democracia, se hacen los locos. Aquí debía reglamentarse la coalición de partidos minoritarios para las elecciones a Congreso, asambleas y concejos. Eso es engañar a los ciudadanos que participan en las elecciones y a quienes se abstienen. Pero eso tiene una razón: el temor de ampliar la democracia.
–Eso me lleva al tema de la unidad ¿Explíquenos la propuesta de la UP para la unidad de la izquierda y los sectores democráticos?
–Por eso nosotros proponemos una gran lista al Congreso de la izquierda y los sectores democráticos. Una lista compuesta por hombres y mujeres de una dimensión enorme para el país, pero sobre todo nombres con los que los colombianos tengan la absoluta certeza que no harán política para enriquecerse, gente decente y honrada. Una lista con jóvenes de grandes capacidades. La juventud de la izquierda en Colombia es un enorme potencial que no lo tiene ningún otro partido en el país.
–¿Cuál sería el primer objetivo de esa lista?
–Lo importante de tener una lista de unidad es que el momento político reclama estar muy atentos a rodear, impulsar y echarnos al hombro la implementación de los acuerdos de paz. Una bancada en el Congreso que haga la mayoría en favor de la paz, una bancada que trabaje por los cambios de fondo para el país y una bancada que permita la diversidad de banderas políticas, que ningún parlamentario elegido pierda su identidad ideológica con cada partido político. Con el esfuerzo de todos lo logramos. Si seguimos todos divididos, seguiremos siendo marginales en la política.
–¿Qué otros temas va a tratar con la militancia?
–La pensión de vejez en Colombia debe ser una reivindicación social imperativa para la UP. No podemos tener colombianos que de viejos tengan que seguir trabajando para poder vivir, porque no tienen pensión. Es que la salud para todos y de calidad, la educación para todos y de calidad y la pensión justa para nuestros viejos, eso es justicia social. El congreso de la UP debe acercarse a la gente y proponerle al país un programa que solucione sus necesidades. Otro es el asunto de la tierra. Vea, en Colombia, según el propio Ministerio de Agricultura, el 70% de la tierra no está legalizada. Y las razones van desde la ampliación de las fincas corriendo la cerca en detrimento de los pequeños campesinos o la expropiación violenta de los gamonales y las castas políticas que se apropian a bala de lo que no es de ellos. Pero lo más grave es que esos gamonales no usan la tierra, no la legalizan y menos pagan impuestos. Eso tiene que arreglarse en el país. La distribución equitativa de la tierra para quien no la tiene. El solo rubro de compra de aviones, tanques, fusiles de última tecnología, ya no se necesita en Colombia. Para qué un avión que ubique personas por sensores de calor, cuando la educación necesita profesores, colegios y alimentación para nuestros niños. Con lo que cuesta un sobrevuelo de helicóptero se le paga a 20 profesores su salario. Necesitamos la plata que antes se usaba para la guerra en educación.
–Y por supuesto el tema de víctimas ¿Qué se plantea respecto al punto cuatro de los acuerdos?
–Las víctimas tienen su espacio de autoridad moral en la discusión de la paz. Y vamos a plantear con fuerza el problema de la reedición de los grupos paramilitares, con uniformes nuevos y armas relucientes. El paramilitarismo fue impulsado por sectores oficiales, sectores políticos y empresarios. Nuestra inquietud es si esos auspiciadores del paramilitarismo en el pasado, continúan con esas prácticas. Colombia debe salir del círculo de la violencia política. Del círculo de los países con más violaciones de derechos humanos. Necesitamos echar a andar lo más pronto posible el mecanismo de lucha contra el paramilitarismo.