
“La democracia se va a oxigenar si llegamos a dirigir el Estado. Los ciudadanos serán escuchados no solo para propuestas, sino también para las decisiones. A propósito de los últimos escándalos el país debería darle una lección moral a esas candidaturas que son lo mismo en el fondo”.

Hernán Camacho
Se estremece con cada abrazo que entrelaza con viejos y nuevos militantes de la Unión Patriótica por todo el país. A cada uno de ellos le escucha como si fueran amigos de toda la vida. Aída Avella llegó en noviembre del pasado año, creyó que solo estaría en Colombia un par de días para asistir al V Congreso de esa colectividad, después se devolvería a sus habituales quehaceres en la tranquila Suiza.
Pero la política la lleva en la sangre desde cuando, siendo estudiante de la Universidad Nacional, se enroló en la Juventud Comunista Colombiana, y hoy no quiso zafarse la responsabilidad histórica de representar la Unión Patriótica (UP) en una nueva contienda electoral. Al lado de su amiga Clara López, candidata presidencial del Polo Democrático y quien también pasara por la UP, le proponen al país una paz con reformas estructurales. VOZ conversó con Aída Avella días antes de la apertura de las urnas para elegir al presidente de Colombia para el periodo 2014-2018.
–Bienvenida Aída. Ya le tomó el pulso al país después de recorrerlo en dos ocasiones. ¿Cómo lo encuentra?
–Acompañamos las campañas de Cámara y Senado de la UP en un recorrido grande por el país y luego nos enrutamos a la campaña presidencial y le cuento que hemos encontrado un entusiasmo inesperado por la campaña, las propuestas y el renacer de la esperanza con la UP. Estamos seguros de que cuando lleguemos al Palacio de Nariño llega un pueblo entero que se matriculó con nuestra propuesta y se sentirá gobernando porque son ellos los que, con sus ideas, han estado alimentando los puntos centrales de nuestro plan de gobierno.
–¿Qué encontró en Colombia después de 17 años?
–Me duele esta Colombia. Recorrimos el país de punta a punta, desde La Guajira comienzan los problemas. No es posible que en una democracia se mueran niños como los de las comunidades wayúu, que se encuentran en su última etapa de desnutrición, vomitando sangre. No es justo que allá se cambie agua o comida por votos para la dirigencia de ese departamento. Pero también fuimos al otro extremo; a Nariño, donde la industria se cerró, el empleo se acabó, la salud no existe, la educación es un privilegio y el agro pasa dificultades como nunca. A esa Colombia le presentamos nuestra propuesta.
–¿Cómo percibieron esas comunidades o esos ciudadanos una propuesta radicalmente opuesta a la política tradicional?
–Muy a gusto, muy esperanzador. La democracia se va a oxigenar si llegamos a dirigir el Estado. Vamos a recuperar la patria. Los ciudadanos serán escuchados no solo para propuestas, sino también para las decisiones. A propósito de los últimos escándalos el país debería darle una lección moral a esas candidaturas que son lo mismo en el fondo.
–¿Qué le impresionó?
–Muchas cosas. San Andrés y la lucha de los raizales, pasando por el reencuentro de hace unos días en el Urabá antioqueño y chocoano, la extracción desmedida de petróleo de mi tierra Boyacá, la entrega de nuestros recursos naturales. Y muchas cosas más. Pasamos por el Casanare y fuimos testigos de cómo las multinacionales son las responsables por la muerte de la fauna y flora, eso debe ser un crimen para la humanidad. ¡Y ni qué decir Buenaventura! Nosotros sabemos que lo que hay es otro despojo de tierra, están sacando a los negros de esa zona para ampliar el puerto que necesitan para la famosa Alianza del Pacífico. Nuestra propuesta es para cambiar las realidades de esa Colombia.
–¿Un tema del que se enamoró?
–Son muchos. Pero puede ser el agua que es un derecho universal ligado a la vida y no puede estar al servicio de las multinacionales que pretenden usurpar los páramos en Santurbán, La Colosa o Sumapaz. Nuestros páramos no los tocarán las multinacionales cuando gobernemos. No vamos a permitir el desplazamiento de ciudadanos a costas de los explotadores del territorio con la complicidad de quienes lo entregan.
–En materia económica, ¿qué le propuso a ese país que encontró?
–Reindustrializarlo, y lo más importante, renegociar o derogar los TLC. No es posible que los campesinos hayan perdido su trabajo, sus tierras, su diario vivir por la firma e implementación de TLC. No es posible que los obreros ya no existan porque no hay fábricas, ni pequeñas, ni medianas, ni grandes por gracia del TLC. Esos tratados que celebran con bombos y platillos terminan siendo la ruina para Colombia.
–Es luchar contra el modelo.
–Sí, queremos cambiarlo. Queremos la distribución de la riqueza y el presupuesto nacional para los 47 millones de habitantes, no vamos a socializar más las perdidas, y menos, privatizar las ganancias. No es difícil, es cuestión de voluntad política y esa la tenemos de sobra. Tenemos que sacarle el dinero público que hoy está en los bolsillos privados. Hay riquezas construidas gracias a la captación del Estado colombiano por corruptos venidos de la clase mal dirigente del país.
–Se escuchó mucho en la campaña política la frase: Poner orden en la casa. ¿Eso qué es?
–Es enseñar a gobernar a esos hombres que desde hace doscientos años han tenido la rienda del Estado. Es llamar a los jóvenes y especialmente a las mujeres a empoderarse por ser la conciencia moral del país. El presidente Luiz Inácio Lula Da Silva, en Brasil, señalaba que gobernar es fácil: “es como manejar una familia”, y en eso somos especialistas las mujeres porque hacemos rendir la plata. Mire le digo, en una familia hay que alimentar a todos los hijos por igual, qué tal servirle solo a uno de ellos el pollo y al resto lo que sobre, no. Ese criterio es redistribuir y en eso se funda nuestra propuesta. Colombia es el segundo país más inequitativo del continente, eso es una infamia.
–¿La propuesta en salud?
–La ley 100 no puede seguir aplicándose porque es un lucro para pocos y se quedan sin salud la mayoría. En la gira pregunté en todas las ciudades: ¿alguien ha sido bien atendido por las EPS? Y nadie me levantó la mano. Eso es un indicador de que en Colombia la salud es exclusiva para pocos. Más no podemos aguantar los colombianos. ¿Quién hizo la ley 100? El señor Uribe, el verdadero candidato del Centro Democrático, él ferió la salud y el patrimonio del Estado a los mercaderes de la salud.
La plata de la salud pública cuando llega a las EPS se vuelve privada. Les digo una cosa cruda pero que la saben los colombianos: las EPS prefieren la muerte de los ciudadanos para no perder rentabilidad. Nuestra propuesta garantiza que los colombianos se atenderán en cualquier lugar del país sin importar su afiliación. Nunca más paseo de la muerte.
–En cuanto a la educación.
–Es tan sencilla como revolucionaria: vamos a trabajar porque la educación sea gratuita desde el preescolar hasta la universidad y que sea de calidad. Y vamos de inmediato a cambiar las reglas de los préstamos en el Icetex, en adelante no tendrán intereses. Cómo es eso que en pasados gobiernos de estos candidatos de ahora se diseñaban programas como Agro Ingreso Seguro para prestar a los ricos sin interés y con beneficios para pagar, y con los estudiantes hay usura.
–Y por supuesto un tema del que usted es experta: la búsqueda de la paz y la solución al conflicto.
–La paz se conversa en La Habana pero se dará con verdaderas reformas sociales y esa es la propuesta de Clara y Aída. Si aquí no hay las reformas necesarias, si no protegemos la selva, si no reindustrializamos este país, si no se recupera el mar para los colombianos, si no hay trabajo, si no hay salud, pues no habrá paz en este país. Al contrario del candidato de la guerra, cuando ganemos, lo primero que vamos a hacer es buscar un cese bilateral del fuego. En La Habana se debe conversar sin el ruido de la guerra.
–Y la invitación.
–Los invitamos a todos los ciudadanos sencillos del país a tomar una decisión por la paz y los cambios. Que acompañen nuestra propuesta el 25 de mayo. Los invito a elegir la paz con cambios y a llevar a Colombia por buen camino.