Al filo de la democracia: Repensar el cambio en América Latina

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El expresidente Lula da Silva en mitin del Partido de los Trabajadores. Foto Ricardo Stuckert.

El documental brasilero de Petra Costa se convierte en una pieza necesaria para entender la regresión democrática en la región, la amenaza que significa el neofascismo en el poder y los retos de la izquierda en tiempos de crisis política

Óscar Sotelo Ortiz
@oscarsopos

American Factory fue la pieza ganadora del Oscar por mejor largometraje documental de 2019 por encima de The Cave (Siria-Dinamarca), For Sama (Siria), Honeyland (Macedonia) y Al filo de la democracia (Brasil). El documental victorioso, producido por la poderosa casa Obama, desarrolla la historia de la transformación de una fábrica abandonada de la General Motors en Ohio en una planta productora de parabrisas bajo la batuta del magnate chino Cao Dewang.

“De los cinco documentales nominados, La Academia da como ganador al menos profundo”, fueron las palabras del comentarista del canal TNT en la transmisión en vivo de la premiación. Este evidente sentimiento de indignación fue contrastado por un trino de Petra Costa, la directora del documental brasilero, citando las palabras que concluyeron el discurso de Julia Reichert, directora de American Factory, ante el público del Dolby Theatre: “Las cosas van a mejorar cuando los trabajadores de todo el mundo se unan”.

La verdad vencerá

Independientemente de las decisiones que frustraron las aspiraciones de Al filo de la democracia en la 92ª entrega de los premios Oscar, el documental de Petra Costa se convierte en una pieza imprescindible para entender la regresión democrática en la región, la amenaza que significa el neofascismo en el poder y los retos de la izquierda en tiempos de crisis política.

Desde una perspectiva personal, el documental se convierte en una versión subjetiva de la historia contemporánea de Brasil, transitando a destiempo el periodo del ascenso democrático en la década de los ochenta, las crisis del neoliberalismo en los noventa, el salto al poder de la izquierda con Luiz Inacio Lula da Silva y Dilma Rousseff, el impeachment parlamentario contra Dilma y la regresión que se materializa con la llegada de Jair Bolsonaro a la presidencia en 2019.

En palabras de Pablo Gentili, exsecretario ejecutivo de Clacso, Al filo de la democracia retrata de manera magistral “uno de los golpes más despiadados de Brasil y de América Latina. Un golpe de cobardes, corruptos, misóginos y racistas”. La propuesta de Petra Costa es formular preguntas, así sean incómodas, para encontrar las respuestas que expliquen el viraje radical y regresivo de la historia.

El proyecto reformista

La cinta cinematográfica tiene un punto de inflexión: el primer voto en la historia de la documentalista fue por una esperanza, fue por un obrero metalúrgico, fue por Lula. Seis décadas de estancamiento económico, político y social en Brasil fueron desafiadas por el proyecto del Partido de los Trabajadores, PT, iniciado el siglo XXI.

La propuesta, según el presidente de la Fundación Perseu Abramo, Marco Pochmann, “fue la implementación de una política económica comprometida con el pleno empleo de la fuerza de trabajo, de una política social de extensión de beneficios de garantía del ingreso a los más necesitados, de una política dirigida a aquellos sin casa, sin iluminación eléctrica, sin agua y saneamiento, sin escuela, sin universidad, entre otras tantas aristas de la desigualdad generadas por las libres fuerzas del mercado”.

Es decir, un modelo exitoso con una serie de cifras económicas a su favor. Entre el 2003 y el 2014 Brasil pasó a ser la sexta economía del mundo, el salario mínimo creció en términos reales un 77%, se generaron 23 millones de empleos formales, el crecimiento del PIB per capita fue del 30%, 36 millones de brasileros abandonaron la pobreza extrema y otros 42 millones ascendieron socialmente, y un largo etcétera de cifras que dibujan el “éxito” de la combinación entre democracia, crecimiento económico, inclusión y distribución de la renta.

Con este contexto claro, la directora de Al filo de la democracia no se explica como un proceso de cambio finalice no solo con una movilización social en su contra, sino con una serie de sucesos que desestructuraron en un abrir y cerrar de ojos todo el acumulado de transformación social liderada por el PT en 14 años de gobierno. La pregunta lógica es: ¿Por qué se cayó de manera intempestiva este paraíso socialdemócrata?

Las razones de la regresión

Son varias las razones, tanto exógenas como endógenas, que explican el viraje en el proceso. Las exógenas siempre han estado expuestas con la feroz persecución política de opositores y medios de comunicación al proyecto político de la izquierda en Brasil, o a los ciclos económicos regionales de la década. Pero las internas, que son graves, se convierten en una potencia reflexiva del documental.

Sin lugar a duda es la corrupción la principal causa de la caída del PT en sus periodos de gobierno. Los escándalos que se hicieron públicos con la operación Lava Jato salpicaron a dirigentes del ejecutivo en casos de corrupción con la estatal petrolera Petrobras y con la multinacional de la construcción Odebrecht. La trinchera mediática y judicial fue despiadada para juzgar tanto a los responsables como al proceso, sembrando la matriz de un golpe de Estado que finalmente se dio.

Pero no solo fue el estigma de la corrupción el único responsable de la debacle. La política de alianzas para gobernar se convirtió en una jugada arriesgada que cobró factura con el tiempo. El papel de Michel Temer como vicepresidente de Dilma y conspirador del golpe parlamentario, y el rol del Partido del Movimiento Democrático Brasilero, PMDB, otrora aliado electoral del PT, prueban que la fórmula de pactar con la derecha disfrazada de centro es un cálculo que puede generar triunfos electorales, pero que a la hora de construir procesos de transformación social se trazan límites irreconciliables. El documental lo evidencia.

Sin embargo, el mayor error del PT fue su desconexión con el movimiento social. Está comprobado que la llegada al poder de Lula fue gracias a un acumulado prolongado de resistencias políticas, donde los protagonistas no eran exclusivamente los partidos sino esencialmente los movimientos y su gente.

Gilberto Carvalho, militante del PT y miembro del ejecutivo de Dilma, reconoce los errores en la cinta documental: “Al crecer y tener el poder en nuestras manos, perdimos algo fundamental para nosotros. Lo llamábamos “un pie adentro, un pie afuera”. Tener un pie afuera significa seguir comprometidos con la lucha social sabiendo que en el capitalismo nada se conquista sin la lucha. Y tener un pie adentro es tratar de transformar las instituciones desde adentro. Al crecer, empezamos a dejar de lado nuestro pie afuera. Empezamos a confiar demasiado en el Congreso para tener gobernabilidad, empezamos a creer que podíamos llevarnos bien con el pez grande, nos dejamos llevar por el juego político”.

Repensar el cambio

El reto del PT en este año, que inevitablemente es electoral, será recuperar su base social dinamizando y renovando su política. La tarea no es nada fácil, pues la disputa por la hegemonía regional en Brasil será ante uno de los más agresivos proyectos neofascistas en los últimos tiempos de la región.

Nadie niega que los gobiernos del PT en cabeza de Lula y Dilma consolidaron un cambio significativo, no solo para Brasil sino para América Latina. Estamos del lado correcto de la historia, dice Dilma. El lado de la democracia, de la justicia social y de la soberanía nacional. Es probable que una buena parte de la golpeada izquierda latinoamericana este en la misma onda.

Pero la fórmula del reformismo sin revolución social, la táctica de copar las instituciones sin movimiento popular que lo lidere, la estrategia de ganar elecciones sin fracturar el sistema político, en fin, la receta de humanizar el capitalismo y sus relaciones de dominación está sencillamente agotada. Quizás sea el momento de repensar el cambio político bajo un nuevo sentido de época.