Al mar agua tóxica de Fukushima

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Vista aérea de las enormes cisternas que contienen el agua con isótopos radiactivos de Fukushima

Indignación y rechazo causaron entre países vecinos a Japón, organizaciones ecologistas y asociaciones de pescadores, el anuncio del gobierno nipón de verter al mar no menos de un millón de toneladas de agua contaminada de la planta nuclear de Fukushima, averiada gravemente por un terremoto hace diez años.

El 11 de marzo de 2011, Japón vivió un violento sismo, que a su vez desencadenó un gigantesco tsunami, un fenómeno natural considerado en ese momento como el peor del conjunto de islas que integran Japón. La violencia de la naturaleza afectó una de las naves principales de la central nuclear de Fukushima, que en condiciones normales utilizaba grandes cantidades de agua para enfriar los reactores.

Pocas horas después del sismo, los técnicos encargados de la planta encontraron que los reactores comenzaban a contaminar el agua, que horas más tarde ya contenía elevadas cantidades de plutonio 238, 239 y 240, uranio, cesio y tritio, entre otros elementos radiactivos, altamente cancerígenos para el ser humano.

Que se beban un vaso

El pasado 13 de abril, diez años después de la tragedia, el gobierno nipón anunció su decisión de arrojar al mar el agua contaminada de Fukushima, hasta ahora guardada en gigantescas cisternas. La idea no es verter el agua en las condiciones en que se encuentra, sino someterla a un proceso de descontaminación, que duraría unos dos años. Pero elementos como los isótopos de tritio, no se pueden separar del agua, y las autoridades de ese país pretenden que el elemento se diluya paulatinamente cuando se mezcle con las aguas del mar y pierda toda nocividad.

La idea ha provocado la inmediata reacción negativa, no solo de países cercanos a las costas japoneses, sino de la comunidad de pescadores del Japón y de organizaciones ambientalistas. En este contexto, el viceprimer ministro del Japón, Taro Aso, dijo que las aguas residuales de la central nuclear son seguras para beber después de ser tratadas, en un intento por justificar sus planes de vertimiento al mar.

De inmediato, el portavoz de la cancillería china, Zhao Lijian, reaccionó, invitando al funcionario a que, si considera que el agua con isótopos radiactivos es tan pura, por qué no se bebe un sorbo antes de tirarla a aguas internacionales. Otro funcionario chino sugirió que enviaran el agua a Estados Unidos, que dijo estar de acuerdo con la intención nipona de tirar el agua de Fukushima al mar.

Firmas por el no

Unas 30 organizaciones sociales de Japón y la Federación de Asociaciones de Cooperativas Pesqueras de la isla, protestaron por las intenciones de su gobierno. En la Prefectura de Fukushima, 31 municipalidades (el 70 por ciento del total) presentaron quejas por la misma causa. En el país se recogen 450.000 firmas de ciudadanos en contra de la iniciativa, mientras también a escala internacional se hace lo mismo.

Japón no puede seguir pasando por alto las preocupaciones y protestas internacionales que ha provocado su anuncio, dijo el portavoz chino Zhao Lijian. “Japón no puede darle la espalda a la ecología marítima global, la salud y la seguridad de los pueblos de todos los países, ni tampoco volcar su responsabilidad en toda la humanidad”, dijo el funcionario.