El festival de rock alternativo del suroccidente colombiano llega más rudo que nunca a su sexta versión. Esta propuesta, que cuenta con una trayectoria amplia de eventos, organiza y fomenta escenarios dirigidos hacia el fortalecimiento del movimiento underground en el departamento, también se define como una apuesta en defensa de la paz
Carolina Tejada Sánchez
@carolltejada
Alrededor de las diferentes expresiones artísticas, urbanas, recreadas desde corrientes musicales, como el punk, rock, metal, reggae, hip-hop, etc., el festival se toma los escenarios en el municipio de Ipiales, Nariño durante los días 23 y 24 de noviembre.
La experiencia de este gran evento no solo cuenta con la realización de espacios propios de la escena musical, también se ha pensado, desde sus inicios en el año 2005, en articular y fomentar las diferentes expresiones musicales. A la fecha ha logrado constituir: la Sala de Ensayo Udenar, que funciona en la Universidad de Nariño, en Pasto, los talleres permanentes de formación musical en música moderna Música para Todos, en guitarra eléctrica, bajo eléctrico, percusión, composición y técnica vocal, y el desarrollo y ejecución de procesos regionales de creación, emprendimiento y producción musical profesional.
Es las IX versión del concierto local y universitario “Back To The Garage”, resignificado y ampliado a partir del 2013 en la apuesta departamental “Nariño Vive Underground”. Así mismo, la puesta en marcha de las industrias culturales, que consisten en la grabación, producción, edición, mezcla y masterización de hasta el momento ocho trabajos musicales, que a su vez son consecuencia del proceso de selección de las mejores agrupaciones participantes de los festivales en varios municipios del departamento.
Según Luis Pantoja, quien hace parte del equipo organizador del festival, en conversación con VOZ comenta que a partir de esta iniciativa, “se ha conseguido coadyuvar en la potenciación del reconocimiento del movimiento underground como sujeto social por parte de otras comunidades y expresiones culturales nariñenses. Además de propiciar que la institucionalidad tenga en cuenta dentro de sus políticas públicas y presupuestos a un sector que tiene presencia en nuestros territorios, pero que había sido rezagado en temas de garantía de derechos, bienestar, fomento de su recreación, arte y cultura”.
Lo underground, según expresa, “se enfrenta a la lógica homogeneizante de la industria cultural masiva. En Nariño, desde finales de la década de los 80, el rock y sus géneros se han constituido como un espacio discursivo y performativo en estrecha relación con ciertas formaciones culturales de sujetos jóvenes y preferencias culturales”.
Para todo tipo de público
En la actualidad, comenta el organizador, el movimiento underground en Nariño, está emparentado en sus formas de expresión con el desarrollo del rock y sus géneros, “haciendo más interesante la participación para todo tipo de público, quien lo disfruta como una manifestación social y cultural que trasciende la mera puesta en escena de un determinado género musical”.
Este festival es el único que se realiza de manera itinerante en varios municipios y se caracteriza como el epicentro de expresiones culturales que fomentan la convivencia pacífica. “Las agrupaciones que se vinculan, han construido un estilo propio que dialoga con las propuestas de otros departamentos y también extranjeras, desde el uso de recursos a nivel de la técnica, como de la cosmovisión tribu urbana. El entusiasmo que despierta el festival y que va escribiendo historia aquí y en el país es notorio en jóvenes y adultos”.
Pantoja asegura que los diversos componentes del festival, antes, durante y después, en parques, escuelas, cárceles, hospitales, barrios, bibliotecas, etc., fortalecen los vínculos colectivos propiciando alegría, igualdad, encuentro ciudadano y pretende ser un aporte más hacia la construcción del movimiento por la paz. Por ello, también existe un componente deliberativo que se desarrolló en los primeros días del mes de noviembre: contra cultura, violencia y sociedad en tiempos de construcción de paz, y contó con la participación de Román González y Daniel Meléndez.
Una convocatoria que vuelve a Ipiales
Luego del proceso denominado “Convocatoria Pública de Corresponsabilidad Social 2019” dirigido a los 64 municipios del departamento de Nariño, y después de las respectivas gestiones con las autoridades municipales, se ha definido la realización de la sexta versión departamental del festival en Ipiales.
Durante los últimos años ha crecido el movimiento Underground en Nariño, y particularmente en Ipiales, “a partir de espacios de formación y de conciertos en diversos géneros como el IpiRock, el cual fue impulsado en el marco de la III versión del festival Nariño Vive Underground, un tiempo atrás”.
Debido a que existen cientos de agrupaciones del nivel departamental y binacional (Colombia y Ecuador) que desean hacer parte de la tarima del festival, a través de sus diferentes versiones, “hemos logrado consolidar una amplia convocatoria que se denomina “Eliminatoria Departamental y Binacional, “Un Grito por la Paz”. Las agrupaciones que clasifican por cada género son 17 en total y tienen el derecho de hacer parte del Cartel Oficial, y se selecciona una canción de su presentación en vivo la cual obtiene un producto audiovisual de su trabajo.
Para Gerardo Bravo, quien también hace parte del equipo organizador, “desde algunos años hemos podido ver una mayor participación de las mujeres en la música. Sea como integrantes de un grupo mixto o como una banda netamente de mujeres. El festival en su sexta versión, quiere destacar bandas locales como Insurrección o bandas nacionales, como Ataque de pánico, que pretenden ser reconocidas por su sonido y puesta en escena. La ruidosa cultura rebelde enseña a combatir los falsos valores sociales que siguen cosificando a la mujer dentro de la sociedad”.
Señala la necesidad de dignificar la participación de la mujer rockera en estos espacios, y menciona: “A finales de los años 80 y después del auge del Glam, surge el concepto de Grupie y se puede definir como la “Niña mala” que escapa de casa para buscar refugio en los brazos de un famoso rock star. Esa imagen no corresponde con la realidad de este festival. La idea es dignificar la lucha de la mujer rockera contra el conservadurismo y los convencionalismos”.
Brujería, por primera vez, en el cartel de NVH
Brujería representa algo más allá que una banda de metal extremo, aseguran los organizadores, y apuntan: “tendremos a Juan Brujo por primera vez en esta región con sus consejos bajo el brazo, acompañado del despiadado séquito de encapuchados que conforman a Brujería. La agrupación, que a base de inquietantes líricas y riffs con toneladas de peso contenidos en discos clásicos como «Raza Odiada» y «Brujerizmo», labró seguidores en todas partes del planeta reivindicando el elemento latino, desde una perspectiva de clandestinidad, bajo un humor negro y retorcido”, apunta Pantoja.
Brujería se presentó en Colombia por última vez en el año 2017 en Bogotá. Desde el festival resaltan que las líricas de la banda, “son profundamente antimperialistas, reivindicando al movimiento indígena y revolucionario mexicano, así como también los problemas sociales, como la migración que se viven en la frontera con EE.UU. Retratan a la sociedad contemporánea de una manera muy cruda e incitan a la rebeldía en un lenguaje que ellos han denominado como marranismo”.
El NVH, marca una interesante pauta en el mundo del rock y como aseguran sus organizadores, se posiciona como un “proceso-escenario de integración cultural y académica, de participación regional y binacional, que facilita y fortalece el tejido asociativo juvenil desde la pluralidad, la tolerancia, el enfoque de derechos, la cultura y la paz”.
