Günter Pohl
Alemania por cuarta vez es gobernada por una coalición entre la Unión Demócrata (CDU/CSU) y el Partido Socialdemócrata (SPD). Al menos uno de los dos partidos siempre formó parte del gobierno de la República Federal, desde 1949. Juntos ya gobernaron entre 1969 y 1972, y, con Angela Merkel como jefa del gobierno, entre 2005 y 2009 y entre 2013 y 2017. En las elecciones de septiembre 2017, ambos partidos volvieron a perder votos (en total el 13,8%) con lo cual la “Coalición Grande” solo suma un 53,4%. En un primer momento se discutió una coalición nunca vista entre CDU/CSU, el partido pequeñoburgués Los Verdes y los neoliberales del FDP – con el FDP Merkel ya gobernó entre 2009 y 2013. Al fracasar esta idea, los socialdemócratas quienes durante semanas la habían rehusado, finalmente aceptaron seguir en la coalicón. Ellos lo llaman responsabilidad, pero la mayor razón es que el SPD en ningún momento quiere mostrarse ante el capital y las clases dominantes como una fuerza no fiable.
Con “Die Linke” que hoy cumple el papel del único partido que verdaderamente merece la denominación “socialdemócrata”, y la extremadamente xenófoba “Alternativa para Alemania” (AfD), el parlamento da cabida a seis fracciones. Debido a su respectivo carácter (izquierda moderada / pequeño-burgués / neoliberal / extrema derecha) está claro que los cuatro partidos de la oposición no hablan con una sola voz.
Mientras en Alemania faltan cientos de miles de puestos de trabajo en el sector de salud y de la educación, y problemas como conseguir viviendas a alquileres pagables y la pobreza de los pensionados siguen ardientes, se prevé doblar los gastos en armamentismo en los próximos años a un dos por ciento del PIB. Repitiendo la mentira eterna de una supuesta amenaza de parte de la Federación Rusa, esta reivindicación de la OTAN a sus miembros sí se acepta aunque venga de Donald Trump. Éste, sin embargo, con temas como la renuncia de Estados Unidos al tratado con Irán, se ha convertido en hombre de repudio lo cual le da a Merkel el papel cómodo de poder cubrir la política nacional negativa con su conducta internacional. Frente a Trump Merkel ya es vista como la “lideresa del mundo libre”, y los miembros de la Unión Europea se tragan el tercer intento de liderazgo del imperialismo alemán en un solo siglo. Llama la atención que en temas como libre comercio, el funcionamiento de las Naciones Unidas o el medio ambiente, los conservadores alemanes hoy se llevan mejor con el gobierno chino que con las clases ahora dominantes de los EE.UU.
En el parlamento alemán, solo la AfD le hace juego a Trump cuando se trata de rechazar refugiados, de su prepotencia patológica o del “America first”. La AfD es el partido opositor más grande (12,6%) y tiene cualquier cantidad de cobertura en los medios. Su jefe parlamentario a fines de mayo dijo que el Tercer Reich era “nada más que una cagada de mosca frente a una historia de mil años exitosos” – como un conyugicida que se exculpa del asesinato con los treinta años buenos que la pareja tuvo antes.