Pocos han hecho tanto por conocer la llamada Colombia profunda, como él con sus travesías por el país, sus tenis rebeldes, su mochila vagabunda, sus artículos y libros, mensajeros de verdades nunca antes conocidas, sobre los territorios y ese tesoro de la patria que los burgueses y latifundistas han explotado, perseguido, desplazado y despojado de sus tierras: los campesinos
José Ramón Llanos
Alfredo Molano abandonó el espacio físico de la tierra el 31 de octubre, en este día inició el largo viaje de la posteridad, su obra tiene las valencias y la calidad de lo perenne. Desde su primer libro empezó a describir, por partes, el país que por carencias de los investigadores o por interés de las élites, permanecía ignorado o sistemáticamente oculto. Su inteligencia y su infatigable voluntad de darle presencia y audiencia a los excluidos, indígenas, negros, zambos y mulatos, en síntesis a los explotados, los presentó en más de 20 libros y muchos artículos que empezaron a darle contornos a la desconocida, pero valiosa y auténtica geografía humana de Colombia.
Luchó por la paz sin disparar un arma, como los guerrilleros, sino disparando balas de amor, vestidas de palabras grávidas de sabiduría. Pocos, por no decir ningún intelectual ni investigador, ha hecho tanto por conocer la llamada Colombia profunda, como él con sus travesías por el país, sus tenis rebeldes, su mochila vagabunda, sus artículos y libros, mensajeros de verdades nunca antes conocidas, sobre los territorios y ese tesoro de la patria, que los burgueses y latifundistas han explotado, perseguido, desplazado y despojado de sus tierras: los campesinos.
Descubrimiento de la auténtica Colombia
La obra de Alfredo Molano es tan sabia y esclarecedora de la realidad nacional que quien no tenga la oportunidad de leerla y estudiarla, deviene un ignorante de ese país escondido que muchos años de investigación equivocada, con patrones teóricos extranjerizantes y mal asimilados, condujeron a múltiples intelectuales a diseñar investigaciones cuyos resultados nos dieron un país parcialmente conocido y deformado.
Claro que ese país que nos descubrió la inteligencia viajera y visionaria del autor de Los años de tropel, también fue intencionalmente mimetizada y maliciosamente desconocida, por las élites del siglo XIX, esas que denunció el Libertador en sus cartas desde los años veinte hasta su muerte, y por los latifundistas y mercenarios de los siglos XX y XXI, para excluir a la mayoría de los colombianos del usufructo de sus riquezas y de la posibilidad de gobernarla democrática y soberanamente.
Tan cierto es lo afirmado en el párrafo anterior que un periodista, tan lejos de las toldas revolucionarias, como Fidel Cano, escribe: “Molano va, mira echa carreta interpreta y cuenta. Pero va a donde pocos van, habla con quienes nadie habla, interpreta con base en un país que conoce a lomo de mula como casi nadie y cuenta con narrativa excepcional esa Colombia que “las mayorías” no ven, o no quieren ver, o no deja que se vea”.
Sus maestros y su honestidad
Para fortuna de la academia, la investigación comprometida del país, Alfredo Molano asimiló las enseñanzas del costeño Orlando Fals Borda, creador de las facultades de sociología en Colombia; Eduardo Umaña Luna, Virginia Gutiérrez y Aquiles Escalante. Mención especial merece el maestro Estanislao Zuleta quien lo inició en el sendero de estudiar analíticamente el marxismo clásico y sus posibilidades de utilizarlo como instrumento para conocer el país, su cultura, sus problemas y los protagonistas principales de la nación: trabajadores urbanos y campesinos, con sus complejas diferencias.
Cuando se cumplieron 50 años de la historia de las FARC-EP, todos los periódicos nacionales presentaron la noticia con base en información de periódicos y revistas y de algunos de los pocos libros escritos sobre esa guerrilla. Solo Molano tuvo la valentía y la honestidad de hacer la radiografía de las FARC-EP en su cincuentenario y una descripción desde que fueron bombardeados los campesinos en Marquetalia hasta el momento que terminó su periplo por los diferentes frentes guerrilleros.
Su obra y reconocimiento
De los 75 años de vida de Molano Bravo más de cuarenta los dedicó a conocer la Colombia desconocida. Sus primeros artículos periodísticos los publicó en La Nueva Prensa, dirigida por Alberto Zalamea, ya desde esos artículos se veía una mirada distinta del país. Esa visión que haría que los “dueños del país” lo rechazaran.
De su larga bibliografía mencionaremos solo algunos textos: Los años del tropel, A lomo de mula; Aguas arriba, Dignidad campesina, entre la realidad y la esperanza, De río en río, Trochas y fusiles; Rebusque mayor, Desterrados, Otros rumbos.
El mundo de la cultura, intelectuales de las más diversas tendencias y militancia deploraron la muerte de Alfredo Molano Bravo y reconocieron la originalidad de su obra y el carácter señero de la metodología para estudiar la Colombia desconocida y por tanto excluida y sus necesidades no tenidas en cuenta por los distintos gobiernos. Su valentía al atreverse a innovar en el campo sociológico, también es digna de destacar la decisión de abandonar sus trabajos para obtener un doctorado en París y privilegiar la investigación y el conocimiento del país, su geografía y su historia, particularmente la de la violencia.
Murió Alfredo con una gran esperanza y optimismo y sobre todo creyendo en un país en paz. Así lo expresó en su última carta a la nieta Antonia. Allí leemos: “Te confieso que he sentido esa alegría plena que llena el pecho y eriza el cuero: tres veces: cuando los guerrilleros del M-19 salieron en avión para Cuba después de haberse tomado la Embajada de la Republica Dominicana, cuando se firmó la Constitución de 1991, y el jueves pasado, cuando las FARC y el Gobierno le dijeron al mundo: Es el último día de guerra en Colombia”.