Alianza del pacifico: Haciendo trizas la integración regional

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Aspecto de la reunión de los mandatarios de los cuatro países fundadores de Alianza del Pacífico.

Una fachada neoliberal esconde una refinada trama que habla de fortalecimiento de lazos comerciales, pero en realidad apunta al corazón del proyecto integracionista representado por Unasur y Mercosur

Ricardo Arenales

Con el acuerdo de crear un fondo común para el financiamiento de la infraestructura, otro más, para afrontar catástrofes regionales, además de acuerdos para afianzar relaciones comerciales, turismo, acuerdos migratorios y movilidad estudiantil y académica, concluyó en Cali, el pasado 30 de junio la XII cumbre de la Alianza del Pacífico, con presencia de los mandatarios de las naciones que integran este bloque regional, y delegados de 52 naciones más, en calidad de observadores.

Creada en 2011, la Alianza del Pací­fico está integrada por Colombia, Chile, México y Perú. Representa el 50 por ciento del comercio de América Latina y el 44 por ciento del volumen de inversión directa en el continente. En la reunión de Cali se informó que comenzaron a hacer trámite como estados asociados, y para suscribir tratados de libre comercio, Singapur, Australia, Canadá y Nueva Zelanda. Con este, indicaron analistas, el mercado de la Alianza se ampliaría a 300 millones de consumidores.

Y aunque formalmente este bloque aboga por la integración latinoamericana, la verdad es lo contrario. Tras la fachada de un proyecto eminente neoliberal, que mira hacia el comercio y no a las personas y los pueblos, hay un intrincado proyecto de ingeniería geopolítica que busca dinamitar los proyectos de real integración latinoamericana, contra hegemónicos, representados en Mercosur, Unasur y la Celac.

Si nos basamos en estudios económicos recientes, la Alianza Pacífico, en sus siete años de funcionamiento, no cumple con la intención de consolidar la integración de sus economías. Más bien ha prestado atención al interés de profundizar el carácter extractivista de las economías de los asociados y fractura al continente en dos bloques económicos.

De una parte, los países que defienden el modelo neoliberal  de desarrollo, bajo el liderazgo de los Estados Unidos. Y de otra, el de los países que buscan consolidar su independencia y soberanía nacional, con Cuba y Venezuela a la cabeza. Ambos bloques, tienen esquemas regionales antagónicos. Los primeros defienden los tratados de libre comercio, la CAN, y ahora la Alianza Pacífico. Los otros, procesos emancipadores a través del Alba, Unasur, Mercosur y otras iniciativas similares.

Pero la intención de los fundadores de la Alianza Pacífico de profundizar la integración de sus economías, no está demostrada. Para el economista norteamericano Samuel George, aunque la alianza ha entrado con fuerza a los mercados de Asia y el Pacífico, su prestigio es más el producto de una fabricación mediática.

Cooperación en entredicho

En un quinquenio largo, Colombia redujo sus exportaciones a los países de la AP. Las importaciones de los países miembros también se vieron afectadas desde que se creó la alianza. De acuerdo a la Cepal, en el tercer año de constituida, las exportaciones de Colombia, México y Perú, exhiben resultados negativos. En 2011, de cada 50, productos que importaba Chile, solo tres provenían de México, Colombia y Perú. Para finales de 2013, esa proporción se redujo a dos por cada 50. En 2013, por ejemplo, Colombia importó cerca de 5 mil 495 millones de dólares de México, y solo exportó 863.800 millones al país azteca.

En cambio la Alianza Pacífico presenta otros curiosos progresos, que ni sus mandatarios ni la gran prensa occidental se inclinan en difundir. Según el Banco Mundial, el gasto militar de Colombia, México y Perú se incrementó sostenidamente desde la fundación del organismo de cooperación. Se destaca el hecho de que el gasto militar de Colombia, es el más elevado de la región, y en este lapso, Bogotá se comprometió en colaborar con los planes intervencionistas de la OTAN en el planeta.

Estos pasos los dio Bogotá en forma concomitante con  las negociaciones de paz con la guerrilla en La Habana. Los países de la Alianza invirtieron un 33.4 por ciento de su PIB en gasto militar, en tanto que Colombia ha sido el país que más recursos recibe de Estados Unidos en calidad de ayuda militar directa, solo por debajo de Egipto e Israel.

¿Alianza para qué?

Según el observatorio norteamericano Just The Facts, que monitorea el gasto militar, desde 1966 hasta 2014, Colombia recibió cerca de 6.820 millones de dólares en ayuda militar directa; México 2.015 millones y Perú 909 millones, socios, principales de la Alianza Pacífico. Otro dato, al que los grandes medios de comunicación no suelen referirse, es que de los miembros de la cooperación pacífica, Chile tiene en su territorio una base militar norteamericana, México tiene tres, y Colombia tiene nueve. Los cuatro socios de Alianza Pacífico, a su vez, tienen gobiernos conservadores y han suscrito tratados de libre comercio con Estados Unidos.

Esta intrincada trama desdibuja la intención de “profundizar la integración de sus economía”, que predica la coalición. Consideraciones como esta llevan al profesor Atilio Borón, sociólogo argentino a asegurar que “la Alianza Pacífico es una alianza político-militar y no precisamente una alianza económica”. Si miramos la proliferación de bases militares norteamericanas en el continente, varias de las cuales tienden un cerco amenazante contra la revolución bolivariana de Venezuela, el despliegue de la IV Flota de la Marina de Guerra de los Estados Unidos por aguas del Caribe, razón tiene el profesor Borón en asignarle un componente altamente militar a esta alianza.

Pero además, en el marco de la ofensiva de los Estados Unidos por recobrar su influencia y mayor protagonismo en la región, la AP cumple el papel mercenario de desarticular la visión integradora, patriótica y nacionalista de bloques regionales de cooperación como Mercosur, Unasur y el ALBA, paralizar estas herramientas de integración autónoma y desprestigiar a los gobiernos progresistas de la región.

No en vano, algunos analistas comienzas a preguntarse, si la Alianza Pacífico es realmente un  proyecto de integración, o de subordinación a las grandes potencias imperialistas, con Estados Unidos a la cabeza.