Ricardo Arenales
En abril de 1896, después de que los hermanos Lumiére hicieron la presentación en sociedad del cinematógrafo, en París se estrenó la primera película de ficción, que duró un poco más de un minuto. La cinta se llamó La fée aux choux (El hada de los repollos), y se refería a un cuento de hadas francés que asegura que los niños nacen en repollos y las niñas en rosas. Fue dirigida por una joven productora, Alice Guy, quien no solo fue la primera persona en dirigir una película de ficción, sino la primera en contar historias para el celuloide.
Guy inauguró con la cinta el uso de trucos visuales en imágenes en movimiento y el montaje. Fue la primera en hacer cine profesional y vivir del oficio, la primera directora, la primera en utilizar grabaciones (gramófono), la primera en utilizar efectos especiales, las técnicas del retoque, la cámara lenta y rápida, el movimiento hacia atrás.
Sus películas tenían un protagonismo masculino y femenino, por igual; incluía a personajes de todos los rangos sociales, desde los más encopetados hasta los seres de más humilde posición. Consciente de que por su condición de género era objeto de discriminación, denunció en repetidas ocasiones la exclusión de las mujeres del cine en esa época, y desarrolló una cierta sensibilidad social.
El cine como arte
Los hermanos Lumiére, al presentar su invento, dieron a entender que tenían una misión científica, no artística ni comercial frente al aparato. Alice Guy por el contrario, vislumbró las posibilidades comerciales del cinematógrafo y consideró el cine como un arte, que podría superar la misión, que ya se insinuaba, de ser entretenimiento para los pobres y pasar a contar historias de la gente.
Precisamente, contando historias, Alice Guy realizó no menos de un centenar de películas, con texturas similares a la historia del repollo y la rosa. Entre 1902 y 1907, dirigió no menos de 100 películas rodadas para el cronógrafo, aparato que permitía sincronizar imagen y sonido, previamente grabados. En 1905 filmó en España La malagueña, El torero, y una docena de películas más.
Durante décadas trabajó entre Francia y Estados Unidos, país donde creó la productora Solax, en 1910, y tres años más tarde, Blaché Features. Su producción total se acerca a las mil películas, de acuerdo al relato de artículos y periódicos de la época, aunque una buena parte de ellas ha desaparecido. Esta filmoteca comprende comedias, dramas, cine ficción, westerns. Tras un bochornoso divorcio de su marido, Herbert Blaché, regresó a Francia y abandonó su trabajo.
Rescate del olvido
Y a pesar de que su patria natal le otorgó en 1955 la más alta distinción por servicios prestados, La Legión de Honor, a partir de los años 40 su nombre fue desapareciendo gradualmente de la historia del cine hasta reducirse a una mención en las enciclopedias. En los últimos años ha surgido un movimiento cultural que intenta rescatar su nombre, y una expresión de ese esfuerzo es el libro ‘Vida de Alice Guy Blaché’, de la profesora Alejandra Val Cubero, docente de Comunicación de la Universidad Carlos III, de Madrid, y de la Zayed University, en los Emiratos Árabes. La autora reconoce que la prolífica cineasta fue condenada al olvido por su condición de mujer.
Alice Guy nació en Saint Mande, suburbio de París, el primero de julio de 1873, y falleció en un ancianato de Mahuah, Nueva Jersey el 24 de marzo de 1968, a los 94 años de edad. Su tataranieta, Alice Guy Peters, dice: “Lo más asombroso de su vida y lo que le hizo sufrir más en su vejez, fue su desaparición de la historia del cine. Dedicó los últimos 30 años de su vida a buscar sus películas en Francia y Estados Unidos”.