
Alberto Acevedo
Declaraciones de diversos mandatarios en las últimas semanas que, siguiendo el libreto de Washington, han dicho que no reconocerán los resultados electorales de Venezuela el próximo mes de marzo, afirmaciones de funcionarios como los embajadores de Estados Unidos en Caracas y Bogotá, de parlamentarios republicanos en Estados Unidos, y algunas movidas militares en Suramérica, indican que la Casa Blanca tiene prisa en precipitar un tizonazo en Caracas, en lo posible antes de las elecciones presidenciales del 22 de abril próximo, de acuerdo al libreto entregado por Rex Tillerson durante su visita a Latinoamérica.
Las declaraciones que por su parte hacen los voceros del Departamento de Estado ahora son más desenfadadas y no ocultan la intención de intervenir militarmente en el país vecino, bien sea en forma directa, mediante el traslado de tropas; con un pretexto aparentemente amparado en el derecho internacional, como el denominado ‘corredor humanitario’ o a través de terceros, utilizando para ello un parapeto, llámese OEA, Cumbre de las Américas, Grupo de Lima, o simplemente una coalición de países títeres de la política norteamericana, liderada por el gobierno de Juan Manuel Santos en Bogotá.
Intervencionismo al desnudo
Alrededor de la visita de Tillerson se han producido una serie de declaraciones que apuntan a confirmar ese cerco más cerrado contra Caracas, y que la orden de preparar la conspiración ya está dada.
Son sintomáticas en ese sentido, las afirmaciones del embajador norteamericano en Bogotá, Kevin Whitaker, en el marco de una conversación con la periodista Claudia Palacios, en donde abogó por “una salida democrática, institucional y rápida”, pese a que, unas horas antes, las autoridades electorales de ese país habían fijado para el 22 de abril las elecciones presidenciales. El diplomático precisó que la alternativa que su país avala para apoyar un proceso eleccionario, es la intervención de “una coalición” de países como Colombia, México, Chile, Argentina o Perú, es decir, los del llamado ‘Grupo de Lima’, verdadero puntal intervencionista al servicio de la política imperial de Washington.
Confesó además: “La campaña de presión está funcionando. Las sanciones financieras que hemos impuesto al gobierno venezolano lo han obligado a comenzar a caer en default, en la deuda soberana de Pdvsa, su compañía petrolera, y lo que estamos viendo (…) es un colapso económico total en Venezuela. Entonces nuestra política funciona, nuestra estrategia funciona”.
La banca mundial
Por su parte el encargado de negocios de Estados Unidos en Venezuela, Tood Robinson, expresó la semana pasada: “El mundo apoyaría a las Fuerzas Armadas en Venezuela si deciden proteger al pueblo y restaurar la democracia, removiendo al dictador”. La insolente afirmación intervencionista fue rechazada de inmediato por el Ministro de Defensa venezolano, general Vladimir Padrino: “A la Fuerza Armada Nacional Bolivariana no le viene a dar instrucciones un señor imperialista”.
Al coro intervencionista se sumaron las expresiones del senador republicano Marco Rubio, quien en su cuenta de twitter, el 9 de febrero se manifestó en favor de un golpe de Estado contra el presidente Nicolás Maduro. Los colombianos recuerdan las declaraciones del ministro de Hacienda, Mauricio Cárdenas Santamaría, quien en el foro económico de Davos aseguró que “la caída de Maduro es inminente” y reclamó un plan económico de la banca mundial para enfrentar la situación.
¿Ensayo de invasión?
Los planes criminales no se quedan en el papel o en los discursos. Según el diario Crítica, de Panamá, un contingente de 415 soldados de la Fuerza Aérea de los Estados Unidos, desembarcaron en suelo panameño en el marco de los ejercicios militares denominados ‘Nuevos horizontes’, con intención de permanecer allí al menos durante el primer semestre de este año. Anteriormente, tropas extranjeras llegaron con el pretexto de la lucha contra el narcotráfico. Ahora es con el cuento de proteger la zona del canal (¿de quién?).
El operativo, que se realiza a pocos kilómetros de la frontera con Venezuela, viola el Tratado de Neutralidad que regula las relaciones entre Panamá y Estados Unidos sobre el Canal, asegura la fuente periodística. En junio pasado, en Barbados, a unos mil kilómetros de la costa venezolana, se realizaron las maniobras militares Tradewinds 2017, con presencia de la Marina de Guerra norteamericana, y en noviembre, a 700 kilómetros de la frontera sur venezolana, los ejercicios militares AmazonLong 17, en la Amazonía, con tropas de Estados Unidos, Colombia, Brasil y Perú.
En la zona de frontera entre Colombia y Venezuela, se mueven también fuerzas oscuras. En las regiones de Tibú, El Tarra y el Catatumbo, en Norte de Santander, grupos armados paramilitares han tomado en sus manos el control de la seguridad de la zona, con la anuencia del ejército y la policía nacional. En Villa del Rosario, la banda de Los Pelusos amenaza con tomarse los barrios Galán, La Palmita, Pueblito Español. Montevideo, San José y Primero de Mayo.
En diez comunas de Cúcuta, que conforman el casco urbano, existe presencia de bandas armadas. Los paramilitares controlan territorialmente Los Patios, Villa del Rosario, San Cayetano, La Parada, Juan Frío, La Uchema, Palo Gordo, Ragonvalia y Puerto Santander, bajo el mando de Luis Jesús Escamilla Melo, “Cochas”, jefe del Ejército Paramilitar del Norte de Santander (EPN). En la zona también operan Los Rastrojos.
Responder a la agresión
En operaciones militares norteamericanas en países como Siria, Irak, Libia y otros, las operaciones paramilitares previas han sido garantía de éxito para los planes de la Casa Blanca. El exterminio de líderes populares en Colombia, y los operativos de control social, parecen la plataforma de entrenamiento para meterse en Venezuela, cuando reciban la orden.
Pero un modelo de agresión semejante, para que sea exitoso, requiere de la existencia de un frente interno en el país por invadir. Que justifique la tesis de un ‘Estado inviable’. Eso no les ha funcionado en Venezuela. Ese papel quiso protagonizarlo la MUD y terminó despedazada. Luego intentaron la conspiración con el piloto apátrida Oscar Pérez, quien quiso llevar la insurrección a las calles. Muerto Pérez, el trabajo mercenario parece que Tillerson se lo asignó a Juan Manuel Santos.
Las autoridades venezolanas conocen al detalle los planes que Washington está urdiendo contra la revolución bolivariana. Pero a la unidad y la cohesión del pueblo hermano, hay que sumar la más decidida solidaridad de los pueblos latinoamericanos. El proceso de transformaciones sociales en Venezuela, ¡hay que defenderlo!