La participación de Cepeda Samudio en el denominado Grupo de Barranquilla, junto a García Márquez, Alfonso Fuenmayor, Alejandro Obregón y otros representantes de la literatura y el arte, sacudió los cimientos de las letras colombianas en la antesala del ‘boom’ latinoamericano

Ricardo Arenales
Siendo todavía estudiante de bachillerato en un colegio de Barranquilla, Álvaro Cepeda Samudio inició su labor periodística de manera profesional. En 1944 escribió sus primeras crónicas, entre las que se destaca “Una calle” y “Viaje por el Magdalena”. Como escritor hizo su debut en marzo de 1948 en El Nacional, de la capital del Atlántico, con el cuento “Proyecto para la biografía de una mujer sin tiempo”. Pero desde el año anterior, contando apenas con 18 años de edad, mantenía una columna en ese diario.
Considerado como uno de los grandes transformadores de la literatura colombiana, Cepeda Samudio nació el 30 de marzo de 1926, hace 90 años, y falleció en Nueva York, el 12 de octubre de 1972.
Cuando cursaba tercer año de bachillerato, en 1945, publicó uno de sus primeros escritos, “Anotaciones breves sobre los maestros”, que le mereció la expulsión del plantel. Ingresó más tarde al Colegio de Barranquilla, una institución pública que le brindó un ambiente de mayores libertades y estímulos a su vocación precoz de cronista, y fue reconocido como un alumno brillante.
A partir de entonces, inició una fértil carrera como cronista, reportero, escritor, crítico de cine, publicista, organizador de eventos culturales, teatrales y musicales; bohemio, carnavalero y promotor de aquelarres de palabras, que lo llevaron a hacer parte del Grupo de Barranquilla, con Germán Vargas, Alfonso Fuenmayor, Gabriel García Márquez, Alejandro Obregón, Juan Antonio Roda, Meira del Mar y otros personajes de la literatura, el arte, la poesía y la música.
Precursores
El Grupo de Barranquilla tuvo la virtud de desafiar el estilo costumbrista de la literatura colombiana, predominante hasta ese momento, e imprimirle un talante original, urbano, con un profundo sabor caribe, que llevó a algunos analistas a asegurar que sus integrantes fueron precursores, entre otros, del boom latinoamericano.
Vagabundeaba por los alrededores del estadio de fútbol de la calle 72 de Barranquilla, o en bares frecuentados por la intelectualidad costeña, cuando las nuevas generaciones fueron conociendo su obra literaria, comenzando por La Casa Grande, una invitación a los lectores a conocer la historia reciente de nuestro país.
Particularmente célebre fue el capítulo ‘Soldados’, que inspiró a los dramaturgos Enrique Buenaventura y Carlos José Reyes a hacer un libreto para teatro, con el mismo nombre, llevado a las tablas por numerosos grupos de teatro estudiantiles, y luego profesionales, en casi todo el país.
Los integrantes del Grupo de Barranquilla, -cuyos méritos al parecer no son reconocidos por todos los historiadores de la literatura nacional-, coincidieron en admitir que bajo la batuta del maestro José Félix Fuenmayor, pionero de la narrativa urbana, se congregó una cofradía de muchachos, que apenas promediaban los 20 años de edad, que fueron diseñando, en sus tardes de bohemia un nuevo ideario estético, que dio paso a una nueva literatura, de la que fue digno exponente nuestro Premio Nobel Gabriel García Márquez.
La violencia y la ternura, la desesperanza, el amor, la soledad, los problemas más recónditos de la formación del individuo, la familia, la libertad y la opresión, son rasgos que acompañan a sus personajes, a sus narrativas, ajenas a artificios retóricos, en un meticuloso trabajo de carpintería literaria, que hacen de la obra de Álvaro Cepeda Samudio un paradigma de la literatura colombiana contemporánea, que invita a las nuevas generaciones a su redescubrimiento, en el 90 aniversario del nacimiento del ilustre escritor costeño.