Un revolucionario íntegro que luchó por la democracia socialista en Colombia
José del Río
Álvaro Vásquez del Real nació en Cartagena el 12 de agosto de 1921. Su niñez y adolescencia transcurrieron entre la ciudad heroica y Barranquilla; obtuvo el título de abogado en la facultad de derecho en la Universidad Libre. Trabajó en el sector oficial en la ciudad de Ibagué, allí por haber fallado en favor del sindicato de la empresa Pajonales fue despedido.
En 1948 ingresó a las filas del Partido Comunista Colombiano. Se destacó en la defensa de los sindicatos tolimenses, especialmente de los campesinos y defendió también a los indígenas del mismo departamento. El asesinato de Gaitán lo sorprendió en aquella región y participó en las protestas populares por ese hecho. Fue detenido y juzgado, pero salió absuelto.
Por su disciplina en las actividades partidarias fue elegido como delegado al Sexto Congreso del PCC a mediados de 1949. Terminado el Congreso regresó a sus actividades partidarias a Ibagué, allí permaneció hasta 1952 cuando fue trasladado a Barranquilla.
El objetivo de este traslado fue que los duranistas estaban fortaleciendo su actividad contra el Partido en aquella ciudad debido a que Durán era oriundo de esa región. Logró el objetivo que le había planteado el PCC y en 1953 fue trasladado a Bogotá. En ese momento se libraba la lucha contra la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla y el empresariado organizaba la lucha contra el dictador.
Álvaro tenía una fértil inteligencia para analizar la más compleja situación y un arquitecto y ejecutor de las propuestas que los hechos exigieran. Por esa cualidad a lo largo de los años de su militancia y desde cualquier cargo que ocupara hizo aportes de gran utilidad para el desarrollo del PCC y para definir la línea política y la táctica más adecuada para responder a la solución de los distintos problemas que la acción política exigía.
Educador en la clandestinidad
El dictador Gustavo Rojas Pinilla ilegalizó el Partido por tanto toda la actividad política tuvo que hacerse en la clandestinidad. Álvaro fue trasladado a la región del Tequendama en donde fue el fundador de la Escuela Nacional de Cuadros. Con Julio Posada crearon un periódico que se llamó La Verdad por supuesto de circulación clandestina. Durante la dictadura se desarrollaron varias escuelas en esa región, generalmente los profesores se trasladaban desde Bogotá a esa región, allí recibió la colaboración de Martín Camargo.
En esa región también se fundó la revista Documentos Políticos cuyos cinco primeros números circularon clandestinamente en todo el país. En los meses finales de la dictadura arreció la persecución contra el Partido, al momento de la caída de Rojas Pinilla la mitad de la directiva del Partido estaba en la cárcel, Sin embargo, el Partido mantuvo la lucha contra Rojas Pinilla a lo largo del país.
A la caída de la dictadura de hecho el Partido empezó a actuar abiertamente, eso fue facilitado porque el nuevo régimen derogó algunas de las disposiciones dictatoriales. Álvaro Vásquez se trasladó a Bogotá y allí siguió su labor política y de educación. Escobar Londoño entonces propuso que se creara un centro educativo permanente y Álvaro con otros camaradas logró concretar esa iniciativa.
El nuevo aparato educativo se llamó Centro de Estudios e Investigaciones Sociales e Instituto Nacional de Educación Obrera, CEIS-INEDO. Álvaro fue su primer director. Este instituto con algún periodo de inactividad se mantiene activo todavía.
Álvaro forjador de la paz
A partir del Octavo Congreso del Partido Álvaro cualificó aún más su actividad partidaria. En este congreso presentó, defendió y logró que se aprobara lo que llamó la Declaración Programática del Partido. Esto supliría el Programa y defendió su propuesta argumentando que dado el periodo de clandestinidad del Partido no había podido hacer los estudios necesarios para un cabal conocimiento de la realidad que fuera el fundamento para la construcción del programa del PCC.
El Frente Nacional reanudó la represión y persecución contra los campesinos con el pretexto de que el campesinado de Marquetalia había establecido unas repúblicas independientes según el decir de Álvaro Gómez Hurtado, por estas falacias se bombardearon a los campesinos que trabajan pacíficamente en Marquetalia.
Ya sabemos que los Estados Unidos habían incrementado los ataques contra los sectores campesinos de América Latina que habían incrementado su lucha contra los latifundistas que mediante la violencia se habían apoderado de los baldíos nacionales y de las pequeñas y medianas posesiones del campesinado en toda América Latina. Mediante el Plan Laso los Estados Unidos organizaron los ataques armados contra las regiones campesinas, esa fue la verdadera razón para bombardear a Marquetalia.
Defensa contra la represión
A partir del Octavo Congreso el Partido tuvo que afrontar la necesidad de defender al campesinado para que no se repitiera el asesinato y el despojo de tierra ocurrido a final de los años 40 y los inicios del 50 bajo la dictadura de Ospina Pérez y Laureano Gómez. El Partido se enfrentó al hecho de que las masas en la práctica se defendían utilizando todas las formas de lucha. Como fue tan eficaz esta táctica el Partido tuvo que aceptarla y validarla. A la aceptación de esta táctica contribuyeron por igual Gilberto Viera y Álvaro Vásquez del Real.
Como es sabido el campesinado para evitar su aniquilamiento por parte de las fuerzas armadas con sus bombardeos y otras formas de ataque tuvo que apelar a la lucha guerrillera, concretamente a la creación de las Farc-ep. Durante un tiempo el Partido consideró que esa era una de las formas de defender las familias campesinas contra las masacres y el despojo de las tierras de los campesinos. A eso correspondía la aceptación de todas las formas de lucha. Pero esto infortunadamente prolongaba la guerra.
Ante esta peligrosa y lesiva situación otra vez Álvaro Vásquez tuvo la iniciativa de plantear en las instancias partidarias y especialmente en el XIII Congreso en 1980 la necesidad de procurar la paz. Entonces el Partido aceptó que era necesario convocar a los sectores progresistas a difundir y defender los diálogos entre el gobierno, los insurgentes y la sociedad civil como forma de terminar la guerra.
Esta propuesta de Álvaro convirtió al PCC en un efectivo propugnador de la paz que en medio de muchas peripecias culminó en los Acuerdos de Paz de La Habana y del Teatro Colón. Esta es apenas una de las tantas contribuciones que hizo Álvaro Vásquez del Real a lo largo de su militancia comunista y fundamenta la gratitud que el partido y el pueblo colombiano le deben. Y esta fecha que sería la culminación de su centenario de vida la ocasión propicia para reconocerlo y para que el país todo se lo reconozca.
Como afirma el camarada José Ramón Llanos refiriéndose a Álvaro Vásquez del Real: “En un mundo de ególatras, encontramos un hombre de inteligencia excepcional, profunda y sólida asimilación de una filosofía y teoría económica compleja: el marxismo, que, con una sencillez extrema, sin poses, comparte con quienes leen o escuchan sus sabias y ponderadas enseñanzas. Ese intelectual y revolucionario cumpliría 100 años el 12 de agosto, es comunista y se llama Álvaro Vásquez del Real”.