Amor y lucha

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Zabier Hernández Buelvas
@ZabierHernndez

Entristecerse y llorar ante la muerte de alguien que no conocías personalmente, es el signo de no haber cedido ante la cultura de la muerte y el odio. Nos resistimos a la normalización de la muerte asesinada en primavera, cegada por 13 balazos y expulsada de la lucha.

Leí con estoica pasión, negándome al juicio racional de comprender hasta dónde puede llegar esta derecha alocada, desprestigiada y sin salida. Lloré en los momentos en que la alemana Rebecca Sprößer contaba cómo había recibido la noticia del asesinato de quien ella definiera como “la persona más firme y dedicada a la causa, a cambiar su país, a construir un futuro mejor para Colombia, para nuestros hijos y la próxima generación por venir”.

Al finalizar la lectura me di cuenta que no lloraba en concreto por la historia de vida y dolor de Rebecca y Johan Sebastián Bonilla Bermúdez, sino, que lloraba por los miles de asesinados de la UP y el Partido Comunista, de la izquierda, del movimiento social étnico y popular, por los asesinados en todos los paros y en especial de este último. Recordé una vez más que cargo ese dolor profundo de tantos amigos, camaradas y conocidos desaparecidos y asesinados por este régimen.

Solo necesitaba una carta de amor y dolor como la de Rebecca para reconocerme, pero sobre todo para expresarlo en las lágrimas de un simple humano. A veces nos hacemos tan duros que pareciera que no tenemos lágrimas. A veces nos comportamos tan inhumanos y no nos damos cuenta. Resucitar de esa dureza es ya una victoria sobre este régimen de muerte.

La historia que nos cuenta Rebecca con Johan Sebastián, no es su historia, es la historia de Colombia, es la historia de un poder desesperado que encuentra en el asesinato su última tabla de salvación, pero lo que no saben es que esa tabla navega en un mar de sangre de inocentes, que terminará por tragárselos en el estallido de una tormenta social y política que empezó y que no terminará si no se van o se rinden.

Una respuesta ineludible a la carta de Rebeca es la reafirmación del amor por esta tierra y por este pueblo, ¿cómo no sentir amor por esta tierra y por este pueblo si lo ha sentido tan en el alma una alemana que apenas nos conoció unos días?, ¿cómo no sentir amor por esta juventud representada en Johan Sebastián Bonilla, que fue capaz de recibir las balas que iban para Rebeca? Definitivamente como nos canta la gran poeta andaluza Ana Isabel García Llorente en su canción Gata Cattana: “No aman de igual forma los ricos y pobres/los pobres aman con la mano/ los pobres aman en la carne con gula y en las peores estampas/en condiciones famélicas y con todo en contra».  El amor es la fórmula para que no nos lleven a las oscuras zonas de la desesperanza y el pesimismo.

El llanto del amor y la alegría de la lucha, no es debilidad, es alimento, es reafirmación, es recordación y memoria, es estallido. La carta de Rebecca y el asesinato de Johan Sebastián cerró un trimestre de paro y grandes logros populares, abrió y visibilizó la dimensión del amor y la lucha como fórmula de la victoria sobre el triste y nervioso poder que cae.