José Ramón Llanos
El 8 de noviembre murió en Bogotá el pintor, muralista y grabador Ángel Loochkartt. Inicialmente estudió pintura y grabado en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico, posteriormente estudió en la Academia de Bellas Artes de Roma. Según el periodista, crítico y curador de artes plásticas, Álvaro Suescún, en Roma se especializó en técnica muralista y en pintura de caballete. Dada la calidad de su obra, trabajó como asistente del maestro Giusseppe Ciotto en su estudio de Villa Borghese. Al retornar a Barranquilla fue nombrado decano de la facultad donde había realizado sus estudios de pregrado. A raíz de su fallecimiento, decidimos entrevistar a Álvaro Suescún, gran conocedor de su obra.
–¿Cuáles fueron los aportes significativos de Ángel Loochkartt a la cualificación del arte plástico en Colombia?
–En el panorama de las artes plásticas, a nivel nacional, se puede afirmar que Ángel Loochkartt dio vida a la corriente expresionista, junto con Pedro Alcántara, Antonio Samudio, y Carlos Granada, organizaron un ambiente particular, muy expresivo por cuando estaban retratando una realidad que hasta el momento parecía convocar muy pocos artistas, era la realidad de la violencia, era la realidad del desplazamiento, era la realidad del hambre en los niños, era la realidad de los travestis y las prostitutas, en fin un panorama social que estaba tras bambalinas y que ellos se encargaron de dar a conocer a través de sus pinturas, sobre todo a nivel internacional.
–¿Cómo se podrían caracterizar las diferentes técnicas utilizadas por Ángel Loochkartt en sus obras?
–Ángel Loochkartt siempre fue expresionista, es decir es una manera de concebir el arte pictórico, en donde los trazos son rotundos, son muy fuertes, en donde no hay concepciones por la línea, sino por el contrario lo que busca es cubrir con pintura todos los espacios de la superficie del lienzo. Eso hace que Ángel Loochkartt fuera un artista esencial, desde su primera exposición internacional que hizo en Roma en 1958 y que ya tenía un propósito definido, en aquel entonces y eso lo acompañó toda la vida, trataba de retratar la órbita del Caribe en descripciones muy precisas y en colores quemantes, es decir colores cuyas tonalidades van desde el fuego hasta las cenizas, con sus habituales contrastes de luz.
–De los distintos períodos creativos de Ángel Loochkartt, ¿cuál considera usted más rico en obras que puedan trascender en el tiempo?
–De los distintos periodos creativos de Ángel Loochkartt, el más rico, por lo menos en cuanto al color y la producción artística, es el dedicado al Carnaval de Barranquilla. Abundan en su obra los Congos, las marimondas, diablos y cumbiamberas y sobre todo máscaras de tigres, de gorilas, de toritos, que son una especie de evocación de la colorida herencia africana y de sus personajes más aplaudidos en la ruta carnavalera. La paleta de colores del Carnaval de Barranquilla es muy extensa, es de un gran colorido, cromáticamente hablando, y Ángel Loochkartt supo interpretar cada uno de esos asombros y en algunos momentos aunque los colores predominantes fueron grises, él regresaba a lo conocido que eran tonos pictóricos tomados de las frutas, el amarillo del marañón, el blanco de los cocos, los rosados de los icacos, los fucsias del mamón, así como las tonalidades que nos brindan nuestra flora nativa del caribe la trinitaria, la capitana, la flor del arrebata macho que pintó Figurita, sus colores se nutrían de esa naturaleza que conoce el paisaje del Caribe y así fue recorriendo todos los matices que se expresan en el Carnaval de Barranquilla.
Junto a ese tema de los congos, hay una serie que se llamó Como nos Duele Nuestro País, que se convirtió en una obra emblemática porque con ella estaba señalando los atroces días de la violencia en nuestra patria, particularmente un par de obras que se llaman Desde las montañas de Colombia, con las que quiso impresionar al espectador con esas escenas patéticas que transmiten un luto sobrecogedor.
Estas obras particularmente fueron exhibidas en Panamá, en Santo Domingo, en La Habana, y en Caracas. Esta exposición itinerante culminó en la Universidad del Norte de Barranquilla.
Ángel Loochkartt era muy intuitivo, capturaba las formas en la perspectiva de una adecuada comprensión del dibujo, rebasaba toda idea de perfección para profundizar en el tratamiento de los conflictos que estamos viviendo en Colombia, haciendo para ello uso del análisis sociológico para darle contenido y profundidad a un tema social tan inestabilizador como es la violencia.
–Contribuyó Ángel Loochkartt a la cualificación de la enseñanza de la plástica en Colombia.
–Claro. Ángel Loochkartt contribuyó muchísimo a la labor educativa, el fue decano de Bellas Artes de la Universidad del Atlántico entre 1964 y 1968, también fue director de artes plásticas en la Universidad Nacional y allí fue su profesor durante más de 25 años. Puede decirse que creó una visión del acontecer social que fue plasmadas en pinturas y siempre buscaba anunciar nuevas posibilidades, que se desprendieran de la facilidad de hacer una descripción de estos conflictos sociales llevados entonces a la escena de la academia, `para ser trabajados por los estudiantes de estas universidades.
–Por favor, cíteme otras obras de Loochkartt sobre la problemática social del país.
–Podemos hablar de obras muy significativas de esa temática: Como nos duele nuestro país, Desde las montañas de Colombia, Violencia, Los desplazados. Incluso hay un políptico de la violencia, hay una obra que se llama La tortura, de 70 por 50 centímetros, Desde las montañas de Colombia son dos oleos sobre tela, Desplazados son varias obras, casi todas sobre tela, tiene una serie que se llama Los hampones, son alrededor de 25 obras de 50 por 40 centímetros, tiene también una serie sobre el tango y una serie sobre los pescadores. En fin, él estaba muy preocupado por los temas sociales y eso quedó plasmado en su obra.
