José Ramón Llanos
El año 2018 resultó aciago, trágico para las letras nacionales y para todo el ámbito cultural, murieron Roberto Burgos Cantor y Héctor Sánchez. Este murió en Ibagué a fines del mes de diciembre, se desconocen las circunstancias del deceso: fue hallado en su casa de habitación.
Tanto Burgos Cantor como Héctor Sánchez pertenecieron a esa generación que algunos críticos llaman Sin nombre. Los narradores de esta generación se caracterizan porque se plantearon el objetivo de superar los patrones narrativos del garciamarquismo. Que según analistas y críticos se había convertido en un obstáculo para el desarrollo y enriquecimiento de la narrativa nacional. A este propósito contribuyeron los jóvenes novelistas Hugo Ruiz, Luis Fayad, Ramón Molinares, Oscar Collazos, Policarpo Varón, entre otros.
La obra de Héctor Sánchez
Héctor Sánchez es uno de los más prolíficos novelistas colombianos, escribió doce novelas y cinco libros de cuentos y ensayos. El primer libro de narrativa publicado por el tolimense lo tituló Cada viga en su ojo, una colección de cuentos, 1969. Posteriormente publicó las novelas, Las maniobras,1969: Los desheredados, 1972; Sin nada entre las manos,1976; El tejemaneje, 1979; Entre ruinas, 1984; El héroe de la familia, 1988; Las mujeres de Manosalva, 1996; Una brigada para el caudillo, 2000; Mis noches en casa de María Antonia, 2014 y Episodios de la vida ligera, 2014. Además los relatos: La orilla ausente; Se acabó la casa y Villasaurios. La novela Sin nada entre las manos, fue llevada a la televisión con el título El faraón. Hizo una recopilación de cuentos que tituló Cuentos. Una antología personal.
A lo largo de su periplo vital, Héctor Sánchez vivió en España, México, Argentina y en los últimos años se radicó en Colombia. Su obra fue publicada por editoriales de España, Argentina, Chile, México, Vietnam y Cuba.
Del contenido de la obra Las moches en la casa de María Antonia, Jorge Eliécer Pardo, nos hace esta reflexión crítica: “Enamorado de lo onettiano y del mejor existencialismo, Sánchez no solo nos comparte las anécdotas que lo llevaron a amar a esa mujer, en cuya casa se fraguaron tantas conspiraciones entre Fidel Castro y el Che Guevara contra Batista, sino también su lucha por la literatura, no importa que tuviera que pasar por tantas camas y desamores”
Sin nada entre las manos, es sin lugar a dudas la obra en que Héctor Sánchez expresa claramente su decisión de crear un lenguaje ficcional propio que le permitiera reelaborar estéticamente la compleja realidad de los pueblos calentanos del Tolima y expresar, además la problemática compleja del hombre tolimense. Incluso, como afirma Leonardo Monroy Zuluaga, en “Sin nada en las manos, el escritor del Guamo, se entrega incondicionalmente a una escritura realista clásica con lo que pretende recuperar al detalle el devenir de un pueblo huérfano de procesos de modernización”.
Como es de suponer, esta intención positiva de construir una narrativa utilizando la escritura realista clásica, no es aceptada por otros analistas. Pero lo real es que Héctor Sánchez, tiene a su haber que su obra narrativa, ha contado con una recepción mayoritariamente elogiada por los lectores latinoamericanos y de Portugal y España.
La muerte de Héctor Sánchez, priva al continente del destacado creador de un mundo ficcional, cuando todavía tenía posibilidades de seguir enriqueciendo la narrativa continental.