Las políticas de Iván Duque para el manejo de la pandemia, presionado por el empresariado, dejan a la población colombiana expuesta a graves riesgos
José Ramón Llanos
El coronavirus nos ha deparado varias sorpresas, unas positivas y otras negativas. Una altamente positiva es que las personas no se han encomendado a los dioses extraterrestres y más bien están pendientes de las investigaciones científicas que buscan la vacuna y los fármacos aptos para recuperar la salud comprometida.
El problema son las decisiones políticas, decretos y acciones gubernamentales dirigidas a afrontar los múltiples problemas causados por el coronavirus y sus secuelas. El Gobierno aprovechó la conmoción producida por los infectados para declarar la Emergencia Económica y Social y así utilizar los poderes especiales que le da el artículo 215 de la Constitución Nacional, para beneficiar a la burguesía.
Los decretos aprobados por el Presidente y su gabinete, prioritariamente benefician al empresariado, especialmente al capital financiero y a los que financiaron la campaña electoral que lo condujo a la presidencia. Una forma de valorar las acciones con las cuales el gobierno ha tratado de superar la afectación de la salud del Covid-19, es confrontar sus decisiones con las recomendadas por los científicos e instituciones como la Organización Mundial de la Salud. Lo más impresionante de esta confrontación, es que el presidente Iván Duque parece que no conociera esas recomendaciones o si las conoce, la presión de los empresarios lo ha obligado a ignorarlas.
Mal manejo de la cuarentena
Aunque algunos medios destacan a Iván Duque como el mandatario latinoamericano que mejor ha manejado la crisis del Covid-19, eso no es cierto. Cuando todo el mundo sabía que la vía expedita para que entrara a Colombia el coronavirus era el turismo internacional, el presidente no cerró las fronteras a la aviación sino después que los viajeros de Estados Unidos, de Italia y de España, causaron las primeras infecciones. El Gobierno ignoró las enseñanzas que se derivaban de las experiencias de China, Singapur, Corea y Vietnam. Este país superó la pandemia con cero fallecidos.
La cuarentena solo se ordenó cuando ya había 470 infectados y cuatro fallecidos, a finales del mes de marzo. Aunque todo el mundo conocía las orientaciones de la Organización Mundial de la Salud y de los epidemiólogos sobre la necesidad de un confinamiento estricto y solo levantado, debidamente normado, protocolizado y cuando realmente empezara el aplanamiento de la curva de infectados y de fallecidos.
El presidente Iván Duque no solo decretó la cuarentena tardíamente, sino que ordenó prematuramente la apertura o desconfinamiento por la presión del empresariado. La apertura limitada o sectorial de las actividades se inició en la construcción, coincidencialmente en esta actividad tiene inversiones el esposo de la Vicepresidenta.
Las lecciones desatendidas de Singapur
Singapur le dio una lección a todo el mundo, incluso a la Organización Mundial de la Salud. Es ejemplo de un manejo excelente del Covid-19. Logró hasta el mes de abril un número bajo de contagiados y de muertos. Pero súbitamente en la primera década del mes de abril, aparecieron 1.111 mil enfermos y al investigar identificaron que un alto número de infectados eran trabajadores de la construcción. Al indagar cayeron en la cuenta que no habían vigilado a los trabajadores de esta actividad, que eran inmigrados que ni siquiera sabían cómo vivían ni los habían examinado. Conclusión. Tuvieron que aislar a 24 mil para evitar que continuaran propagando el Covid-19.
A raíz de este fracaso por descuido, Gobierno y epidemiólogos analizaron lo acontecido y sacaron las siguientes conclusiones, que constituyen argumentos para evaluar los errores cometidos por el Gobierno nacional. Dale Sifher, funcionario de la OMS, manifiesta: “Pero para que un confinamiento sea efectivo, deben suceder tres cosas.
En primer lugar, que se detenga la transmisión, lo que sucederá si todos se quedan en casa.
Luego, el sistema de salud necesita el tiempo y el espacio para recuperarse: para liberar las camas y para que el personal médico pueda tomarse un tiempo libre.
“En tercer lugar, poner todos los sistemas en su lugar: todas las instalaciones de aislamiento, la capacidad de cuarentena, las leyes, el rastreo de contactos. Si solo haces el uno y el dos y luego vuelves a liberar [la cuarentena], la historia se repetirá”. Más claro ni el clarín de un gallo madrugador.
La experiencia de España y Colombia
El 2 de abril se decretó el estado de alarma, se habían producido 950 muertos, empezó el desconfinamiento en los negocios pequeños y medianos después de un período de 12 días de disminución de infectados y fallecidos, ilustramos cuando redujeron a 200 diarios, actualmente el número es inferior a 170, el 3 y 4 mayo 164. Pasaron de 950 a 164 fallecidos.
Italia también procedió en igual forma. Veamos los hechos que han servido para justificar la apertura protocolizada del confinamiento en Colombia. El 26 de marzo cuando hubo 470 infectados y 4 fallecidos, se decretó la cuarentena, un mes después, el 26 de abril hubo 5.379 contagiados y 244 fallecidos. Sin embargo, los gremios económicos y algo peor, el ministro de Salud Fernando Ruiz, empezaron a mentir, diciendo que estaba se aplanando la curva.
Más datos que demuestran fehacientemente que es mentira que las razones para dar fin parcial de la cuarentena sea el aplanamiento de la curva. Actualmente el número de contagiados es 7.973 y el de fallecidos es de 358, o sea que el número de contagiados ha aumentado casi 17 veces y de fallecidos un poco más de 89 veces, a partir del día en que se inició la cuarentena. Lo que indica que el Gobierno tiene razones ajenas a la protección de la salud de los colombianos como fundamento para levantar parcialmente el confinamiento. Las verdaderas razones para levantar limitadamente la cuarentena, son económicas, una vez más se demuestra que para un capitalista, el dinero prevalece por encima de la vida humana.
Para infortunio y tragedia de las familias colombianas dentro de un mes se habrán multiplicado los fallecidos, con lo cual, dado el hecho que no se puede realizar en condiciones normales el duelo por los hijos, madres y padres muertos, aumentan excesivamente los pacientes con problemas, depresiones y tendencias suicidas. Así aconteció en China, pero allí el Gobierno había previsto esa contingencia y lograron superarla con pocos traumatismos. Aquí con un Gobierno tan incapaz, que en vez invertir en fármacos y en equipamiento de clínicas, despilfarra el dinero comprando carros de guerra y en publicidad para ocultar su incapacidad y la entrega de los dineros públicos a los parientes de todos los ñeñes financiadores de su elección. Ante esta tragedia, solo la disciplina del pueblo nos salvará.
El caso más paradigmático, en el sureste asiático, es el de Vietnam. Había sido uno de los países que más velozmente y más decididamente actuó contra el SARS en 2003. Y aprendió la lección. Cuando el nuevo coronavirus SARS-CoV-2 empezó a extenderse por la zona, las autoridades de Hanói aplicaron inmediatamente —con sólo seis personas contagiadas— las medidas más estrictas de confinamiento y aislamiento. Y en febrero de 2020 anunciaron haber contenido la pandemia. Fue el primer país del mundo en vencer al nuevo coronavirus. Todos los infectados se curaron. No murió ni un solo paciente.
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