“Hollywood cada vez tiene menos adeptos porque la gente se cansa de formas de contar repetidas”.

Jonathan Fortich
Joris Lachaise (Marsella, 1980) se formó en el cine con Jean Rouch, leyenda del documental etnográfico, y tiene una maestría en filosofía. En el marco del Festival Cine Migrante estuvo presentando su filme Lo que queda de la locura (Ce qu’il reste de la folie, 2014).
JF: ¿Cómo ha contribuido su formación de filósofo a su labor como realizador audiovisual?
JL: Para mí la pregunta es diferente porque siempre pensé que el cine era una manera de hacer filosofía. Mi discurso se construye a partir de una metodología de trabajo que desarrollo a partir de Michel Foucault, Jacques Lacan, Marcel Mauss. Soy de Marsella, del sur de Francia, y me fui a París a estudiar y encontré a Jean Rouch y gracias a él no hice la escuela de cine, en términos formales, sino que me fui por la filosofía.
JF: ¿Qué significó Jean Rouch para su carrera? ¿Cómo cambió su forma de contar y de ver?
JL: Él hizo una película que se llama Les maîtres fous (Los maestros locos, 1955), que fue un escándalo en la época porque revolucionó la parte técnica: llegó con sólo una cámara y una grabadora portátil y su discurso del cinéma vérité con el cuál toma consciencia de que también él hace parte de la realidad y que la afecta con su punto de vista, y desde esta posición llega a filmar. Cuando hice mi película Ce qu’il reste de la folie fue una respuesta a esa influencia de Rouch.
Mi película habla de cómo los países tratan de no volverse locos a pesar de la industrialización que les impone la colonización. La película se centra en Senegal, cincuenta años después de la descolonización y se pregunta cómo esa sociedad puede convivir con un concepto de siquiatría que les fue impuesto, haciendo énfasis en que ahora los psiquiatras son africanos.
JF: Con respecto a su película, ¿cómo ve la diferencia entre el público de países post-colonizados y países colonizadores?
JL: En los países occidentales muchos se sorprenden de ver locos muy inteligentes, con una lógica propia. En Senegal están muy entusiasmados pero también un poco sorprendidos. Algunos me han dicho que es una película de locos realizada por otro loco porque no intenté hacer un punto de vista único, desde la superioridad. No está basado en una idea sino que lo que quiere es hacer reflexionar. En la película no decido si es mejor ser atendido por un morabito o por un médico psiquiatra. No tomo una posición clara sobre eso: simplemente dejo ver los diferentes aspectos. Muestro la complejidad de la situación y todos los problemas históricos que han llevado a que la situación esté como está.
JF: ¿Como cineasta qué perspectiva ve para un oficio que cada vez está más amenazado por la “colonización” de los medios masivos de comunicación?
JL: Efectivamente es un trabajo marginal. Pero como ahora cualquier persona puede tener una cámara y hacer sus películas cada vez hay más producción, y tengo la sensación de que sí hay una demanda de una manera de ver la realidad diferente. Hollywood cada vez tiene menos adeptos porque la gente se cansa de formas de contar repetidas.
¿Conoce usted a Peter Watkins? Es un cineasta británico muy famoso. Hizo un filme muy largo llamado La Commune, un filme de casi seis horas. Él pone en escena la Comuna de París de 1871, pero los miembros de la Comuna son los miembros del Partido Comunista (PCF) y las tropas de Versalles son interpretados por medios como Le Figaro y gente de la T.V. Recreó la situación y los conflictos a partir de estos nuevos personajes. Esto como respuesta al concepto de “monoforma temática”.